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Las consecuencias económicas y sanitarias del modelo sueco

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Paolo Rizzo 13 mayo de 2020

Por Paolo Rizzo Economista

BRUSELAS.- El modelo sueco de contención del coronavirus sigue concitando la atención de todo el mundo. Pero, si al comienzo de la pandemia podía deslumbrar como uno de los más avanzados, en los últimos días la evidencia de los datos ha llevado a cuestionar la conducta elegida por el país escandinavo.

Suecia eligió seguir otra estrategia cuando casi todos los países de Europa se vieron obligados a poner medidas de cuarentena y privación de libertades. El Gobierno de Estocolmo decidió no establecer ninguna cuarentena obligatoria, no cerrar ninguna actividad y seguir con restaurantes repletos de gente y escuelas primarias abiertas. Una estrategia similar a la del Reino Unido: apostar a la inmunidad de grupo para salvar la economía y los empleos. El Gobierno se ha limitado en pedir a sus ciudadanos que actúen de forma responsable, cerrar las universidades y prohibir manifestaciones con más de 500 personas.

El retraso con el que ha llegado el coronavirus a Suecia pudo haber sugerido que el modelo funcionaba. El primer muerto por coronavirus en el país escandinavo fue el 11 de marzo. Por esta fecha Italia contaba ya 827 muertos y había puesto la cuarentena; España, 55 fallecidos; Argentina, 1 y Noruega ninguno. En los días siguientes todos los países menos Suecia establecieron alguna forma de cuarentena obligatoria. Dos meses después Suecia registra 3.256 muertos, Italia 30.739, España 26.744, Argentina 305 y Noruega 224.

Los números absolutos ponen en duda la estrategia adoptada por Suecia. Pero un análisis completo necesita considerar por lo menos tres factores: la curva epidemiológica, la población total del país y el impacto económico de las medidas.

En cada país el coronavirus ha llegado en distintos momentos. Italia y España han sido los primeros dos países que sufrieron los estragos del Covid-19 y ahora son los primeros en haber llegado al aplanamiento de la curva de los contagios y los muertos. Los dos países registraron, en el mes de mayo, un aumento menor del 10% del número de fallecidos por el virus en comparación a los muertos a finales de abril. Por otro lado, Suecia y Argentina están lejos de llegar al aplanamiento de la curva. En mayo, el número de fallecidos en los dos países aumentó, respetivamente, 26% y 40% en comparación a los muertos a finales de abril.

Noruega representa una excepción porque, a pesar de que el primer muerto por coronavirus se haya registrado el 12 de marzo, parece haber llegado al aplanamiento de la curva. En los últimos diez días ha registrado un incremento del 7% del número de fallecidos (de 210 a finales de abril a 224). Es la comparación con Noruega la que sugiere que algo pudo no haber funcionado en el modelo sueco. De hecho, los dos países tienen una misma cultura y comparten 1630 kilómetros de frontera, pero las medidas de contención del virus y los efectos sanitarios en los dos países han sido distintos.

El segundo factor a tomar en cuenta es el tamaño de la población. Suecia tiene 10 millones de habitantes, Italia 60 millones, España 47 millones, Argentina 45 millones y Noruega 5 millones. Considerando los fallecidos por millón de habitante, España registra un ratio de 569, Italia 503, Suecia 319, Noruega 40 y Argentina 7. Según estos datos, una vez más el modelo sueco parece no haber sido tan eficaz en contener la mortalidad del virus. Sin embargo, se trata de datos parciales que no pueden ser todavía comparados con los de Italia y España porque los dos países mediterráneos han llegado a un aplanamiento de la curva epidemiológica y Suecia, todavía no.

En definitiva, se necesitará tiempo para un análisis epidemiológico completo y, sobre todo, serán los virólogos que nos dirán cuanto ha sido eficaz el modelo sueco. Pero se puede ya delinear cual fue el impacto del modelo sueco sobre la economía. Este análisis es quizás el punto decisivo porque las decisiones del Gobierno sueco apostaban en salvar la economía (aunque alguien podría argumentar que el objetivo del Gobierno era no sacrificar la libertad se sus propios ciudadanos). ¿Se ha logrado entonces salvar la economía con esta decisión?

La respuesta es negativa, pero merece ser profundizada. Según datos oficiales del Fondo Monetario Internacional, el PIB de Suecia registrará una caída del 6,8%. Un dato en línea con la previsión para Noruega (-6,3%) y mejor que la de Italia (-9,1%) y España (-8%) cuyas economías estuvieron cerradas por casi dos meses.

El desempleo en Suecia llegaría a fin de año hasta 10,1%: el dato más alto desde 1997. En los años de la crisis financiera de 2008-2009, la tasa de desempleo había registrado un máximo de 8,1% en 2008. Mientras tanto, Italia y España registrarían un aumento del desempleo hasta 12,7% y 20,8%.Por otro lado, sorprende el dato de Noruega. Desde 1996 ha tenido una tasa de desempleo inferior al 5% pero a fin de año debería registrar una tasa de paro del 13%.

Los datos sugieren que, a pesar de no haber puesto medidas obligatorias de cuarentena, la economía sueca será profundamente afectada por el Covid-19, aunque de forma menor en comparación a otros países europeos. Además, el rebote de la economía no será inmediato y las consecuencias serán imprevisibles.

Pero hasta ahora en Suecia no hubo una caída de la oferta agregada comparable a la de otros países porque no cerró ninguna actividad económica. El -6,8% del PIB a fin de año sería debido a la vocación exportadora de la económica sueca. De hecho, según el Banco Mundial, las exportaciones de Suecia representan el 45,8% del PIB. Un porcentaje mayor respeto a Noruega (38,4%), España (35,1%), Italia (31,5%) y Argentina (14,3%). Es decir que la economía sueca depende de las otras economías mucho más que otros países.

Considerando que la caída del comercio mundial estimada por la Organización Mundial del Comercio se ubicará entre 13% y 32%, es fácil imaginar que la verdadera amenaza económica para Suecia es la reducción de la demanda agregada mundial. Esta amenaza no afectaría Argentina de la misma forma porque es mucho más cerrada al mundo. Por otro lado, el riesgo que corre Argentina es una doble caída de la demanda y de la oferta agregada nacional.

En definitiva, cualquier otra comparación entre los dos países resulta inadecuada. A finales de 2019, Suecia tenía un PIB per cápita de US$ 54.608, correspondiente a casi 5 veces el de Argentina (US$ 11.684). Suecia puede permitirse un gasto social que Argentina no puede, y menos ahora en que está al borde de otro default. El ratio deuda/PIB de Suecia a finales de 2019 era 35%. Suecia tiene un amplio margen para políticas económicas de los que Argentina no dispone.

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