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El ambiente somos todos y eso incluye a los gobiernos

AGOSTI
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26 mayo de 2020

 Por Daniel Agosti Publicitario, Socio Director de I Latina y Vibra Comunicación, agencias de comunicación especializadas en temas ambientales y de gestión de gobierno

Cuando me invitaron a escribir algunas reflexiones sobre ambiente, sustentabilidad y gobierno en el marco de esta realidad pandémica que nos devora el día a día, que se lleva todas las cámaras y concentra casi la totalidad de la atención, dudé. Ciertamente, y en una primera instancia, me pareció acaso un tema secundario en este tiempo, pero rápidamente me di cuenta que puede ser este un momento propicio, en el medio una desaceleración de nuestro ritmo cotidiano y de nuestra agenda, para pensar que, cuando todo esto pase, la crisis ambiental que parece haber quedado momentáneamente de lado, seguirá su rumbo inexorable hacia un cataclismo global tan cierto como inevitable.

El ambiente y la pandemia

Se ha venido sosteniendo últimamente que producto de esta detención mundial ha mejorado la calidad del ambiente y es probable que las mejoras en la polución de aire producto del fuerte descenso de las emisiones de gas de invernadero así lo indiquen, pero esto también marca que venimos viviendo dentro de un modelo organizativo no sustentable, con sistemas de producción y consumo que tienen un alto impacto negativo sobre el ambiente y, por ende, sobre nuestra vida y salud.

Pero más allá de lo mínimo que resultaría el beneficio obtenido versus tanto castigo y depredación que el ambiente ha venido sufriendo por lo menos en los últimos cincuenta años, lo que se pone de manifiesto es la necesidad de un cambio de rumbo indispensable para nuestras sociedades en temas de ambiente y sustentabilidad.

Hace unos días atrás, leía una nota en un blog especializado en la cual se hacía referencia, entre otras cosas, a un sinnúmero de notas de actualidad en las cuales se hablaba de beneficios e impactos positivos que la pandemia de coronavirus tendría sobre el ambiente, y se afirmaba que esto no es así, porque más allá de algunos datos concretos de mejoría, nada que impacte de la manera que esta enfermedad lo está haciendo sobre la humanidad, enfermando a millones y matando a cientos de miles de personas puede ser beneficioso para el ambiente, porque este incluye a los seres humanos y por cierto, en esta actualidad, no la estamos pasando nada bien.

Todos somos el ambiente

Ahora bien, siguiendo con el razonamiento que la nota proponía, la pandemia sin duda produjo un impacto global positivo en términos ecológicos, pero esto no significa que la naturaleza este volviendo a un supuesto punto de mejor equilibrio o se esté tomando un descanso. Por más que hubiese una reducción masiva de la especie humana producto de ella, que nos retrotrajera a un tiempo pasado, jamás podríamos volver a ningún estadio previo, a ningún sistema de producción anterior, ya que esos sistemas hoy ya no existen, esto es, no existiría tal punto de mejor equilibrio al cual poder retornar.

Lo que me parece está en juego entonces en este presente es la redefinición de un concepto de ambiente que incluya al ser humano como factor constitutivo y no como factor externo, desequilibrante y destructivo. El ambiente como construcción inclusiva, el ambiente con la gente adentro, sin estigmatizarla, el ambiente como un todo, y en este punto es donde el rol del Estado debe cobrar un valor esencial.

El ambiente somos todos y eso incluye a los gobiernos En sentido de lo anterior entonces, el ambiente y el desarrollo sustentable deberían de aquí en más, independientemente de coyunturas, ocupar un lugar central dentro de la agenda de los gobiernos. Estos temas deben dejar de ser el cotillón de una gestión para pasar a ser temas centrales de la misma.

Y desde esa perspectiva no solo los gobiernos deberán educar y despertar conciencias ambientales, sino que también deberán ponerse al frente de un cambio en los sistemas económicos y las escalas de valores, donde la sustentabilidad sea vista como parte de la ética individual, como una posibilidad de mejorar la calidad de vida de cada uno de nosotros y de la sociedad y no como un tema lejano, que no nos comprende. Despertar la conciencia individual y colectiva, que también genere el deseo de un cambio ligado a modificar los actuales hábitos de consumo, que sin duda fueron hasta hoy un factor determinante en el deterioro que el ambiente y nuestra calidad de vida vienen sufriendo desde hace décadas.

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