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Los mismos, pero distintos: el día después de los organismos de control

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29 abril de 2020

Por María Alejandra Olivarez Auditoría Interna del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y Secretaria de Empleo y Nuevas Tecnologías de APOC-Mesa Nacional

Un día volveremos a la “normalidad”, pero sin dudas será a una “nueva normalidad”. Cuanto menos, al menos así debería ser después de transitar esta catástrofe mundial, lo que para Oscar Oszlak es la Primera Guerra Mundial, también denominada por otros la Primera Pandemia del Siglo XXI.

Al decir de María Estela Moreno, en su artículo “Auditar en tiempos de emergencia” escrito el mes pasado en virtud de la situación sanitaria actual: “Si bien los auditores estamos acostumbrados a trabajar en base a identificar y medir riesgos, y las catástrofes naturales siempre han sido una variable para considerar -lejana por supuesto-, pensar en una pandemia como factor de riesgo nunca fue una posibilidad real, y repensar la forma en que debemos auditar las acciones del gobierno respecto a ella, otro gran desafío”.

No podemos dejar de mencionar que los Organismos de Control del Estado, en sus distintas versiones (interno y externo) trabajan en el pasado (ex post) por más que, por ejemplo, en el caso de las Unidades de Auditoría Interna, adquieran nuevos roles en el marco de la emergencia al participar de manera más activa en los procesos de compras y adquisiciones de bienes, su principal producto está vinculado a la evaluación de eficiencia, eficacia y economía de la gestión pública del Estado Nacional, provincial y/o municipal focalizada en el gasto público.

De acuerdo a ello, en 2021, estos organismos, evaluarán las acciones llevadas a cabo en el marco de la emergencia sanitaria por el Covid-19, generando observaciones y recomendaciones que podrán ser aplicadas, entre otras, a futuras emergencias.

Vale decir que su función, cumpliéndola en tiempo y forma, debe ayudar, como siempre, a la corrección y mejora de procesos futuros, lo que es, en términos de oportunidad y valor público, muy importante. En ese sentido, debería estar claro también para estas auditorías sobre la emergencia, lo que decía Guillermo O'Donnell (2000): “El deseo simultáneo por efectividad decisoria y por control es tan racional como contradictorio, por lo cual queda claro que, en estos tiempos de decisiones urgentes, muchas deberán ser entendidas en el marco de esta coyuntura atípica, y auditadas en consecuencia”.

El tema preocupante es cuando esa oportunidad se pierde por distintos motivos sintetizados en dos palabras: política e institucionalidad. Y las advertencias del control se convierten en palabras muertas.

Como consuelo podríamos mencionar que esta situación no solo ocurre en Argentina y uno de los últimos ejemplos que se visibilizó a nivel mundial fue un informe del Tribunal de Cuentas de la Unión Europea (UE) que, en 2016, analizó un programa sobre “amenazas transfronterizas graves para la salud y se encontró con insuficiencias significativas”, “falta de respuesta de los Estados para acelerar la compra conjunta de materiales médicos”, “lagunas de coordinación” , “lecciones no aprendidas” y hasta “exceso de ambición”. (está disponible en el portal periodístico ElAuditor.info).

Sin dudas, el efecto de la pandemia ha hecho que nuevamente se mire al Estado para mitigar el efecto de la misma y de una vez por todas necesitamos un Estado que sea más eficaz y eficiente, que salga del cortoplacismo y que, como dice Oszlak, reconcilie los tres tiempos: evaluando el pasado para gestionar el presente y planificar el futuro.

Esta eficiencia y eficacia y la necesidad de repensarse, también alcanza a los Organismos de Control de Estado porque sin dudas deben revalorizar su función social posicionándose como relevantes para los ciudadanos, los gestores públicos y los parlamentos.

A propósito, me permito copiar una definición que se menciona en los Principios INTOSAI P-12 “El Valor y Beneficio de las Entidades Fiscalizadoras Superiores, marcando la diferencia en la vida de los ciudadanos”: “Las EFS (Entidades Fiscalizadoras, en nuestro país se refiere a los Organismos de Control Externo) demuestran su importancia continua respondiendo de manera acertada a los retos de los ciudadanos, a las expectativas de los actores interesados; y a los riesgos emergentes y entornos cambiantes en los que se lleva a cabo la auditoría. Además, para servir como una voz creíble de un cambio beneficioso, es importante que las EFS sean totalmente conscientes de los acontecimientos que suceden en toda la amplitud del sector público y que lleven a cabo un diálogo significativo con las partes interesadas sobre cómo el trabajo de las EFS puede facilitar la mejora en el sector público”.

Tal vez entonces sea oportuno que los organismos de control miren para adentro y evalúen cuánto de institucionalidad, de eficiencia y eficacia necesitan reorganizar y/o recuperar en esta nueva era disruptiva.

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