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03 abril de 2020

Por Nicolás Solari Director de RTD

Una sociedad atemorizada, consciente de la necesidad de ajustar hábitos y comportamientos sociales, preocupada por los efectos económicos de la cuarentena y con dudas acerca de la capacidad de respuesta del sistema de salud argentino. Esa es, a grandes rasgos, la imagen social arrojada por el estudio nacional de opinión pública que Real Time Data llevó adelante en la última semana de marzo.

Independientemente de la composición social de la muestra, la sociedad exhibe una saturación de información con respecto al virus. Se conoce acerca de su letalidad y sobre las formas de prevención que, en general, han sido adoptadas masivamente por la población. La encuesta refleja también un patrón de comportamiento bien argentino: los respondientes reconocen conducirse con mucha o bastante responsabilidad a nivel individual aunque advierten un compromiso más laxo por parte de la sociedad en su conjunto. Yo cumplo, los demás no.

La cuarentena obligatoria, la medida más dura anunciada por el gobierno para combatir el virus, cuenta con un sólido apoyo en tres de cada cuatro argentinos. El desafío, es sostener este nivel de adhesión a medida que pasan los días y la economía se reciente por el párate de la actividad. La encuesta registra que uno de cada dos argentinos expresa que el aislamiento obligatorio ha afectado negativamente sus ingresos, mientras que ocho de cada diez dicen haber reducido su nivel de gasto.

El Presidente se ha puesto al frente de la situación y esto le está reportando un valioso capital político. Su actuación en las primeras semanas de la crisis genera una aprobación prácticamente unánime y ya no se discute si es él o Cristina Kirchner quien toma las decisiones. En este sentido, el combate al coronavirus puede proveerle a Fernández la mística de la que carecía y transformarlo en un líder popular y genuino. La contracara son los muchos riesgos que encierra la situación: el reclamo creciente de reducir los salarios de los funcionarios públicos o las tensiones por el control de las camas en los hospitales privados son apenas ejemplos de las encrucijadas que enfrentan el Presidente y su Gobierno.

Pese a todo, el desafío definitivo es el que se vivirá en los hospitales y sanatorios del país, donde cientos de argentinos dependerán del sistema de salud para poder vencer al virus que ya doblegó a países mucho más ricos como Italia, España o Estados Unidos. Achatar la curva y demorar el pico de contagios es la mejor estrategia para optimizar los recursos de un sistema de salud que necesita ser adaptado y reforzado. Cada día que transcurre sin una explosión de contagios es una nueva oportunidad para preparar mejor la respuesta sanitaria. También es un paso más hacia el ahogo económico de los sectores más vulnerables y hacia la reducción del acatamiento social a las restricciones de movilidad impuestas por el Gobierno.

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