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Si no resolvemos el hacinamiento en el transporte público, los contagios serán extremos

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27 marzo de 2020

Por Sandra Choroszczucha Politóloga y Profesora (UBA)

Sin duda alguna, las medidas tomadas por el presidente Alberto Fernández, junto al apoyo de todo el arco opositor y los distintos gobernadores, fueron consideradas por la enorme mayoría de los argentinos como acertadas, oportunas y necesarias para poder hacer frente a esta pandemia, que en otras latitudes está generando muertes lastimosas y una cantidad de infectados que sigue creciendo sin pausa porque, y en este punto toda la comunidad médico-científica estuvo desde el comienzo de acuerdo, el coronavirus es un virus extremadamente contagioso.

De tal manera, el Presidente dictó dos decretos, el primero suspendiendo las clases y cerrando las fronteras, entre otras medidas de prevención para que el virus no siga proliferándose y escale rápidamente la curva de infectados. El segundo, determinó el aislamiento obligatorio, junto a una serie de otras medidas que fijaron incluso mayores penas para aquellas personas que no cumplieran con lo decretado. Dicha medida tomada abruptamente, de aislamiento obligatorio, respondió principalmente a que la percepción del Presidente fue la que pudimos observar la gran mayoría de la población, la proyección “esperada” de malones de autos viajando a la costa argentina y demás lugares del país, de cara al fin de semana largo que se avecinaba.

Así, un consenso absoluto entre las distintas fuerzas partidarias, gobernadores y el Gobierno de Fernández resultó en un decreto de aislamiento o cuarentena total hasta el día 31 de marzo. Solo respetando el aislamiento obligatorio, dicen los más reconocidos expertos en sanidad, la curva de contagios puede lograr aplanarse, y así dar tiempo a que nuestro sistema de salud responda en tiempo y forma a la cantidad de personas que puedan requerir cuidados.

Considerando la dramática situación que está padeciendo Italia, España y también Francia (donde las muertes diarias por coronavirus se cuentan de a cientos), el mundo entero comprendió que, si un sistema de salud colapsa, una inmensa cantidad de infectados por coronavirus morirán y personas que puedan requerir atención médica por otras causas también, porque cuando un sistema de salud se desborda, el acceso a camas, respiradores, insumos básicos y atención médica inmediata, resulta absolutamente imposible.

El Presidente repitió en varias oportunidades, que no le va a temblar el pulso a la la hora de prolongar el plazo del aislamiento obligatorio, porque a pesar de los importantes trastornos económicos que reconoce que traerá, Fernández afirma una y otra vez, que seguirá priorizando “la salud de los argentinos por sobre la economía”.

En sintonía con esto último, y consciente del impacto altamente recesivo que puede generar esta paralización de la economía, el Gobierno viene diseñando, implementando y redefiniendo minuto a minuto, medidas para poder paliar la situación de emergencia económica que empieza a presentarse junto a la de emergencia sanitaria.

Dentro del paquete de medidas para dar contención a los sectores más vulnerables, se encuentran el refuerzo de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la decisión de mayor entrega de alimentos, medidas que resolvió el Presidente junto al ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo. Y para aliviar la situación crítica que también comienza a padecer la clase media, se continúan impulsando medidas tales como congelamientos de alquileres, prohibiciones de desalojos, prohibiciones de que se produzcan cortes de servicios públicos por faltas de pago, prolongación de las fechas de vencimiento de pagos de tarjetas de crédito, entre otras.

Al mismo tiempo comenzaron a plantearse las medidas a tomar en caso de “hipótesis de conflicto” en torno a cómo deberían actuar las fuerzas de seguridad si crece la violencia frente a la crisis socio-económica en las zonas más vulnerables, principalmente en el AMBA. De tal modo, la ministra de Seguridad, Sabina Frederic, elaboró una suerte de documento que define la necesidad de reforzar la seguridad en algunos distritos del conurbano bonaerense. Otra preocupación del Gobierno es la de trabajar contrarreloj para garantizar el abastecimiento de alimentos e insumos fundamentales a la población, así como al mismo tiempo evitar suspensiones y despidos de aquellos trabajadores que forman parte del trabajo informal.

Son numerosos los frentes a los cuales dar respuesta, mientras  el virus sigue creciendo, y los registros que se proyectan indican que el número de infectados continuará marcando una importante escalada de contagios en los próximos días. Mientras tanto, los expertos indican que en las próximas semanas estaríamos conociendo con mayor precisión la concreta presencia del coronavirus en Argentina.

Por tal motivo, la decisión de aplazar la cuarentena cada vez toma más fuerza, considerando que la vuelta a clases incrementaría sin duda alguna la alta circulación de niños y adolescentes, que suelen ser los que más portan el virus y pueden, no solo contraerlo, sino trasladarlo y contagiar a un número importante de personas que forman parte de los mayores grupos de riesgo. Al mismo tiempo, se está considerando con preocupación que un nuevo feriado, de cara al fin de semana largo por la Semana Santa, implicaría una inmensa circulación de gente trasladándose de un lado a otro del país, lo cual podría expandir el virus vertiginosamente. Por otra parte, los incumplimientos que observó el Gobierno en torno a la obligatoriedad del aislamiento pesan también, a la hora de evaluar la prórroga de éste.

Un frente que no se ha mencionado últimamente como uno de los grandes temas de agenda en época de coronavirus, y que debería ser un factor más que fundamental, tanto respecto a la evaluación de prorrogar el aislamiento obligatorio, como respecto a una ardua planificación de cómo resolver este tema en un tiempo prudencial , es la inmensa circulación, aglomeración y hacinamiento de gente que puede observarse diariamente en los diferentes medios de transporte que conectan la Ciudad de Buenos Aires con la provincia de Buenos Aires. Así trenes, subtes y colectivos nos ilustran una imagen de apilamiento extremo de personas, que en momentos de coronavirus nos llevarían, sin duda alguna, a un incremento colosal de contagios en escalada.

Vale decir, cuando en algún momento se decida suspender la cuarentena obligatoria y podamos ir retomando “la normalidad” de nuestras vidas, seguramente el coronavirus seguirá conviviendo (controlado) con nosotros, pero si no se contempla y no se resuelve el tema del apilamiento diario del transporte público en la Ciudad de Buenos Aires y conurbano bonaerense, seguramente no existirá modo de evitar que el virus escale la curva de infectados a niveles que podrían ser alarmantes, y nuestro sistema de salud tendría mínimas chances de no colapsar en el intento.

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