Todos tenemos un plan hasta que la realidad nos pega una trompada, dijo el filósofo de South Bronx y campeón pesado Mike Tyson. En política económica pasa lo mismo. Todos tienen un plan y corpus normativo hasta que estalla una crisis. Allí, se queman los libros y hay que hacer lo que se puede. Lo que se debe, mejor dicho. Los chinos ya lo saben hace décadas. Lo importante es que el gato sepa cazar.
Allí estamos. Hasta los fiscalistas alemanes saben que John M. Keynes tenía razón en el fondo y hoy están dispuestos a poner lo que sea sobre la mesa. El mundo de Ben Bernanke, quien sugirió tirar dinero desde un helicóptero se empieza a coagular.
Ayer, el secretario del Tesoro de EE.UU. (de un Gobierno republicano y conservador), Steve Mnuchin, anunció el programa que bien podría llamarse “Cheques Para Todos”. Todes, sería ya demasiado. “Los estadounidenses necesitas cash ya. Y quiero decir ya. Esta semana o la próxima”, dijo el exGoldman Sachs, que se encuentra trabajando con los legisladores republicanos en el “cómo” de la medida. Se descuenta el apoyo demócrata.
Otro que anda corto de efectivo es el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro. Ya sin cajas para expropiar y con el barril de crudo en el bajofondo, acudió al “imperio”. Ayer, el venezolano le pidió US$ 5.000 millones a Kristalina Georgieva del Fondo Monetario Internacional (FMI). Así lo anunció el Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores (sic), Jorge Arreaza, en la red del pajarito. “Otra acción oportuna para proteger al pueblo”, dijo el canciller. Que el relato no se manche pero, sobre todo, que no falte comida.
