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Los inversores se empiezan a mover detrás de cada nombre

02 diciembre de 2019

Por Luis Varela 

Argentina está por entrar en una nueva etapa. Este viernes Alberto Fernández anunciará a los que serán los ministros que integrarán su gabinete. Y el martes de la semana que viene entrará en la Casa Rosada. Sin lugar a ninguna duda, habrá cambios de gran relevancia.

Venimos de un cierre de noviembre con los inversores muy agazapados, inundados de incertidumbre. Los últimos días de la semana pasada fueron con pocos negocios, no sólo por la desconfianza actual, sino porque el jueves fue Acción de Gracias en Estados Unidos, el viernes se operó como un feriado parcial, y todo el mundo de las finanzas navegó a media máquina.

Así y todo, el mercado argentino tuvo alguna modificación en su tendencia a lo largo de la últimas jornadas. De manera bastante perceptible, está creciendo la distancia entre el dólar oficial y el dólar blue. A valores del viernes, el dólar mayorista cerró a casi $ 60, el oficial (teórico porque casi no se puede operar en la práctica) cotizó a $ 63, el dólar blue trepó hasta $ 70 y el denominado contado con liquidación está en la zona de los $ 75. Esto significa que la brecha entre oficial y blue está en el 11% y la distancia entre ccl y mayorista es del 25%.

La diferencia entre el dólar oficial y los dólares libres había sido más amplia no bien se conoció el triunfo de Alberto, el 27 de octubre, pero luego, debido a la fuerte aplicación del cepo, esa diferencia se fue aplacando, pero en las últimas ruedas, a medida que empezó a entrar el dinero de los sueldos de diciembre, con la cercanía del aguinaldo, la compra de dólares en el mercado secundario volvió a incrementarse.

Y de manera inversa, a medida que el dólar libre empezó a reaccionar, la vertical baja que venía experimentando la tasa de interés empezó a frenarse. Desde la aplicación del cepo, la tasa de los plazos fijos se desplomó: inicialmente se pagaba 58% anual por plata chica y 62% por plata grande, hasta caer 15 puntos con el piso el martes pasado. Pero desde el miércoles los intereses se estacionaron en 43% plata chica y 46% plata grande. Y también cambió la dirección de las acciones y los bonos, que venían recuperando de manera sostenida, para debilitarse algo en los últimos negocios.

En suma, si se hace un balance de los números de todo el mes de noviembre, con una inflación que puede ser calculada en torno al 5% mensual, el dólar punta contra punta casi no se movió, ni en el oficial ni en el blue, los plazos fijos pagaron tasas del orden del 3,5% mensual, o sea fueron negativas contra la inflación. Los bonos bajaron 1% (cayeron bastante) y el índice Merval de la Bolsa de Buenos Aires bajó en dólares 1,5% en todo el mes (por lo que las acciones fueron en promedio las más perjudicadas de noviembre).

Eso sí: el resultado de la Bolsa porteña no fue para nada parejo. Hubo algunas empresas de segundas líneas que anotaron subas tremendas. Longvie por ejemplo ganó 60%, y hubo subas entre el 15% y el 36% para Importadora de la Patagonia, Bodegas Esmeralda, Garovaglio, Mirgor, Quickfood, Ferrum, Richmond, Casado, Rigolleau, Polledo, Introductora y Gas Natural. Mientras que del otro lado, hubo caídas muy gruesas, del 12% al 24%, en papeles como Edenor, Autopista del Sol, Pampa Energía, TGN o TGS.

Y probablemente anticipándose a lo que podrá ser la renegociación con los bonos y a lo que venga en el mercado internacional, en todo noviembre hubo bajas del 14% al 20% en bonos como el AM20, el AA22, el PUM21 y el AY24. Con un desplome del 16% para el Bitcoin, porque la Libra de Facebook y la criptomoneda china vienen avanzando para comerse todo en poco tiempo.

Sin dudas, todos los movimientos anotados por las inversiones en noviembre están muy relacionados con lo que se espera de Fernández a partir de ahora. Esencialmente, el viernes se sabrá quien será el encargado del Ministerio de Economía, del Banco Central, etcétera. Se dice que Cristina y Alberto, juntos, quisieron convencer a Roberto Lavagna.

El nombre en sí mismo no parece ser el ciertamente importante, ya que lo decisivo será la política que será definida, y eso saldrá de la cabeza de Alberto, y veremos si Cristina lo acompaña sin chistar.

Y, de igual modo, el otro gran tema, por supuesto, tendrá que ver con la negociación de la deuda. Hasta ahora, según se fue deslizando, no se plantearía una definición de urgencia. Además, hace unos días ocurrió un hecho muy trascendente que fue pasado casi inadvertido por los grandes títulos. El martes pasado el gobierno de Rodríguez Larreta logró un gran mojón: reabrió la colocación de un bono de la Ciudad en el mercado voluntario, algo ciertamente importante.

Larreta colocó un bono en pesos, el BCD22, con vencimiento en enero de 2022. Esperaba conseguir el equivalente a US$ 100 millones, recibió ofertas por $ 7.950 millones, tomó $ 6.250 millones, y pagó Badlar + 12,876%, cuando pensaba pagar Badlar +15%. Y ese llamado seguramente moverá desde hoy la cotización de otros bonos similares, como el BDC24 que tiene una tasa a vencimiento del 74,67% anual y el BDC28 que tiene una TIR del 76,71%.

A partir de hoy seguirán rodando los rumores, con nombres y posibilidades a ser anunciadas el viernes, con la consabida confirmación a partir del martes 10 de diciembre.

Es obvio que los inversores más aventajados irán moviendo sus fichas con anticipación. Este lunes, por ejemplo, se pagan varios papeles, con la renta de bonos del Gobierno Nacional (AM20, DISD, PARD, DISM y PARM) la renta de un bono de la provincia de Buenos Aires (PBY22), la renta de un bono provincia de La Rioja (PROR3) y Obligaciones Negociables del Banco Hipotecario y Carsa (BHCVO, CHS8O y CH9BO). La dirección que vaya tomando ese dinero que queda libre empezará a mostrar para dónde puede intentar a correr la liebre a partir de ahora.

El viernes sabremos si el gabinete de Alberto es netamente albertista. También comprobaremos si el armado del Congreso le sigue cayendo como anillo al dedo a Cristina. Y todo el mercado irá comprobando si tenemos un gobierno bicéfalo, por lo menos hasta que haya una diferencia en la que alguno de los dos deberá definir el camino a seguir.

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