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La agenda agroalimentaria del gobierno de Fernández

En campaña se presentaron algunas ideas extremas, como la Junta de Granos o reforma agraria, que hoy no parecen ser parte del programa que llevaría adelante el Frente de Todos. Sin embargo, hay varios desafíos y dilemas por delante, así como grandes oportunidades.

05 noviembre de 2019

 Por Andrés Domínguez Director de RED Consultora

Varios son los temas de la agenda referida a agroindustria que enfrentará el próximo Gobierno, y muchos de ellos exceden al campo y tocan temas tan sensibles como el hambre o la necesidad de obtener dólares. En campaña se han presentado algunas ideas extremas ?Junta de Granos o reforma agraria? que no parecen al menos por ahora ser parte del programa que llevaría adelante el Frente de Todos. Veamos algunos de los temas ineludibles que sin duda vendrán y algunos dilemas que enfrentará con ellos el presidente Alberto Fernández.

Mercado interno Una prioridad en un país con nuestros niveles de pobreza es abastecer al mercado interno. Ha sido además promesa de campaña del Presidente electo y tuvieron lugar reuniones con diferentes eslabones de la cadena por el tema. Allí desde el sector agro hubo acuerdo total: la solución pasa por producir más y para ello deben evitarse situaciones como ROE, prohibiciones de exportación y precios máximos, ya que en el pasado todos ellos han destruido los mercados y fracasaron en cumplir el objetivo. Para carne, leche y trigo se aplicaron estas medidas en los años K, generando el derrumbe de las tres producciones y aumentos de precios aún mayores que la inflación general. Hay consenso que para enfrentar el hambre y abastecer al mercado interno debe trabajarse sobre la demanda (subsidio directo a familias pobres con tarjetas, por caso), en lugar de restringir la oferta con medidas como las señaladas. Si bien el equipo de Fernández parece haberlo entendido, también toma cuerpo la idea del “Acuerdo Social”, que puede implicar algún tipo de congelamiento de precios, lo que iría justamente en sentido contrario al fomento de la producción. Sin duda que el campo tiene que aportar a tan enorme desafío social, y lo puede hacer con más inversión y producción, pero si las medidas pisan la oferta el resultado será el opuesto. Un dilema que sin dudas requiere el aporte de todos los sectores para encontrar la mejor alternativa.

Necesidad de exportar Todos somos conscientes de la imperiosa, urgente y también estructural necesidad de dólares del país. Y aquí los dólares genuinos vienen en su abrumadora mayoría de las exportaciones de agro, sus subproductos como biodiésel y alimentos (entre 55 y 66 % según el clima en cada año y como se clasifiquen algunos productos). El único sector que puede hacer un gran aporte de dólares pronto, en los primeros meses del próximo gobierno, es el agro.

Hay más dilemas para Fernández respecto a exportaciones: quizás una de las mejores gestiones que tuvo Cambiemos fue la apertura de más de 200 mercados externos, en especial para productos agrícolas, fruto de la gestión de la Secretaría de Comercio, Marisa Bircher, junto a los profesionales de Producción, Agroindustria y Cancillería. El acuerdo EU-Mercosur es quizás el punto máximo, pero no el único. Avanzar en ese acuerdo, mantener esos mercados abiertos, pero sobre todo, acompañar a las empresas a que puedan llegar a ellos con sus productos, y brindar soporte a las pymes para que encaren el desafío exportador es algo positivo de la gestión que concluye, que Fernández puede potenciar y tomarlo como otra manera de hacerse de dólares y a la vez generar empleo en el interior.

Retenciones Otro de los temas ineludibles de agenda, no solo sectorial si macroeconómica. Aquí hay un problema extra: con votos de Cambiemos en el pico de la crisis en 2018 el Congreso delegó en el Ejecutivo la potestad de aumentar los derechos de exportación hasta un máximo del 30% para el complejo sojero y 12% para todas las demás exportaciones. Se espera algún aumento, ya que las retenciones macristas adolecen (además de esta falta de perspectiva legal en su confección) de un problema económico: se las estipuló en $3 y $4 por dólar cuando el dólar estaba a $40, con lo cual las sucesivas devaluaciones las han licuado parcialmente. Esta facultad de subir las retenciones estará en cabeza del Ejecutivo hasta fin de 2020, se requiere sencilla resolución para aumentarlas. Enorme decisión en manos del Presidente: echar mano a las retenciones, fáciles de cobrar y relevantes en términos de dinero, pero a la vez desincentivar las exportaciones que tanto necesitamos.

Agregado de valor En la visión del espectro político del nuevo gobierno el campo agrega poco valor. Se repite conceptos como “industrializar la ruralidad” entre otros. Asimismo, el contexto mundial de una oportunidad: China y Asia demandan cada vez más carnes, lo cual sumado a la fiebre porcina nos pone en posición de transformar aún más granos en carnes de todo tipo. Pero para eso hace fala inversión y crédito productivo, además de previsibilidad macroeconómica y legal, todo ello muy escaso en Argentina. Ante esto podrán aparecer diferentes opciones: desde retenciones diferenciales hasta “fondos específicos”, pasando por diferentes tipos de “créditos blandos” o planes de fomento. Si dudas el agregado de valor es un objetivo compartido por todos, mucho más difícil será llevarlo a la práctica.

Temas pendientes Hay, además, nuevas demandas que surgen con fuerza y generan desafíos pendientes, varias de ellas ligadas a temas ambientales. Por nombrar algunas, es inexorable enfrentar el conflicto por el uso y aplicación de agroquímicos. Se vienen dando multiplicidad de fallos limitándolos, con Entre Ríos como caso testigo, pero también recientemente en Pergamino, donde incluso han sido procesados penalmente tres productores. La pelea por el glifosato parece estar perdida en la opinión pública, pero debe darse la discusión legislativa sobre cómo utilizar estos productos con los adecuados niveles de protección ambiental y licencia social. En la misma línea retoma fuerza un viejo reclamo del sector: la articulación de más amplios seguros agrícolas, junto con el aumento del fondo de emergencia agropecuaria, ya que por el cambio climático ya es un hecho que sequias e inundaciones cada vez más extremas y ocurren cada vez más reiteradamente, lo cual multiplica la incertidumbre y que no se resolverá sin algún tipo de intervención inteligente y virtuosa del estado.

Y, por último, un punto que fue interesante de la gestión Cambiemos fue el continuo diálogo institucionalizado en mesas sectoriales (las hubo de carnes, lácteos, cítricos, riesgo, entre muchas otras), en las cuales estaban los productores primarios, industriales, exportadores, academia, gremiales y estados provinciales. Aunque en muchos casos los logros fueron escasos, como en lechería, sería importante que estos espacios de diálogo permanente e intercambio públicoprivado se mantengan, y en lo posible se les aumente la capacidad de acción sobre la realidad. No sólo porque son valiosos de por sí, sino porque la agenda agroalimentaria que le espera al próximo Gobierno es muy desafiante y sin dudas podrá ser enfrentando mejor junto con la agroindustria, y no confrontando con ella.

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