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Juntos por el Cambio deberá reinventarse y aprender a ser oposición

20 noviembre de 2019

Por Juan Radonjic

Juntos por el Cambio, tal cual se lo conoce, dejará de existir el 10 de diciembre. Los partidos que integran la coalición mantendrán los interbloques legislativos en el Congreso y constituirán una mesa política en la que intentarán definir posiciones comunes  frente al Gobierno de Alberto Fernández. En esa instancia organizativa estarán presentes los líderes partidarios y los parlamentarios teniendo en cuenta que las coincidencias políticas tendrán su ámbito natural de expresión en el Congreso.

Las principales figuras del espacio son conscientes de que el 40% de la sociedad que votó por Mauricio Macri los quiere unidos y nadie quiere aparecer planteando enfrentamientos en esta etapa.  En la medida en que el caudal electoral de Juntos por el Cambio se mantenga unido tendrá potencia como alternativa opositora y asegurará la existencia de un sistema político competitivo con posibilidad de alternancia.

Pero nada será como hasta ahora. A pocos meses de haberse constituido en 2015, Cambiemos llegó al gobierno, pero ahora deberá transcurrir los próximos años en el llano.

La distribución de poder interno dentro de la coalición cambió por completo el 27 de octubre. Las dos figuras más taquilleras del PRO, Macri y María Eugenia Vidal, dejarán en pocos días más sus cargos  y los recursos institucionales  (gobernadores, legisladores, intendentes) que manejan los dos principales partidos de la coalición son ahora equivalentes.

En este contexto es apresurado, por no decir que es una cuestión abstracta,  discutir quién será el líder de la oposición. Primero, porque esa figura es propia de los sistemas parlamentarios y no existe en los presidencialistas. Segundo, porque las próximas elecciones serán legislativas y las estrategias en ese caso son provinciales por lo cual Juntos  por el Cambio  no necesitará unificarse detrás de una candidatura nacional hasta las presidenciales de 2023. Además,  en cada provincia, la relación entre los socios de Juntos para el Cambio es distinta.

Macri quedó bien posicionado luego del 40% que obtuvo y seguramente, luego de una etapa de silencio prudente, se dedicará a defender su legado. Pero es prematuro definir cuál será su papel  el sistema político en los próximos años.  Porque además, su gestión se seguirá evaluando en los próximos años en  comparación con la de Fernández.

Distinta es la situación de Vidal que sufrió una derrota de magnitud inesperada y que ahora tiene por delante la tarea de reconvertirse. Deberá pasar de ser una gobernadora audaz y honesta a una líder política con un proyecto definido que ya no estará subordinado al de la Casa Rosada. Recientemente, en una reunión con funcionarios e intendentes, los instó a mantener unido “al equipo”. Pero los equipos se arman para gobernar, ahora lo que se necesita es sostener una coalición de partidos. Es otra etapa, distinta.

Juntos por el Cambio se mantendrá unido pero puede haber tensiones y por lo tanto deberá contar con los mecanismos adecuados  para resolverlas. La presidencia del interbloque en Diputados, que tanto el PRO como la UCR reclaman, es uno de ellas. Otra discusión incipiente es en torno a la Auditoría General de la Nación cuya titularidad recae en el partido de oposición con mayor número de legisladores como establece el artículo 85 de la Constitución Nacional y por lo tanto en la UCR piensan que les corresponde.  Muchos radicales piensan que Jesús Rodríguez es la persona indicada para el puesto mientras que Macri prefiere a Miguel Angel Pichetto.

Por otra parte, hacia el interior de cada uno de los partidos, también habrá matices. En el caso del PRO, por el posicionamiento de sus principales figuras entre las que habrá que seguir con atención a Horacio Rodríguez Larreta.  En el caso de la UCR se disputarán distintos espacios como se observa en estos días en la puja entre Mario Negri y Alfredo Cornejo por la titularidad del bloque de Diputados. Los debates internos dentro del radicalismo tendrán una matriz común y es el grado de acercamiento que el partido debe tener con el PRO para sostener una coalición fuerte y hasta donde debe llegar tratando de mostrar un perfil diferente.

Pero el análisis no sería completo sin tener en cuenta el papel que va a jugar un actor externo a la coalición: Alberto Fernández. La acción de los presidentes influye sobre las fuerzas propias pero también sobre la oposición. Las características que tendrá el nuevo Gobierno y los desafíos que sus iniciativas le plantean a Juntos por el Cambio también serán decisivas para definir la estrategia de una coalición que transita sus últimos días como oficialismo.

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