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Esquirlas de La Paz en Buenos Aires: cuando hay grieta, cualquier tema sirve para ensancharla

Más allá de la cohesión peronista tras los sucesos del domingo, la situación de Bolivia es un nuevo desafío para Fernández

13 noviembre de 2019

La calificación de lo ocurrido en Bolivia dividió aguas en la política argentina. Cuando hay grieta, cualquier tema sirve para ensancharla. Para el actual Presidente, no hubo golpe de Estado pero, para el electo, sí. Pero también la coalición oficialista mostró fisuras porque la mayoría de los radicales lo considera un golpe de Estado y esa diferencia puede ser un anticipo de lo que puede ocurrir con otros temas en el futuro.

El radicalismo intentará recuperar su perfil en el marco de una coalición que tendrá una distribución más igualitaria del poder entre sus integrantes. Juntos por el Cambio será un sujeto político distinto a partir del 10 de diciembre y las diferencia sobre el tema de Bolivia muestra uno de los rasgos que tendrá. Por el contrario, el episodio cohesionó el peronismo ya que todos sus sectores se expresaron en el mismo sentido.

Pero la situación de Bolivia es un nuevo desafío para Alberto Fernández. Si no hay una solución institucional rápida y se prolonga la situación de inestabilidad o se consolida un régimen semiautoritario, será un nuevo eje divisorio en América Latina, aunque no tendrá ni remotamente la importancia de Venezuela.

En caso de conflicto, la posición de Fernández tendría poco acompañamiento en la región, que giró a la derecha en los últimos tiempos y lo seguirá haciendo sin Evo Morales en el poder y con la posibilidad de que los blancos ganen en Uruguay en el próximo balotaje. Será también un nuevo punto de desencuentro con el Gobierno de Brasil, con el que la relación ya está muy tensa y, peor aún, con Estados Unidos en un momento en el que su apoyo es decisivo para la renegociación con el FMI.

La declaración de Trump, destacando el papel de las Fuerzas Armadas en el desplazamiento de Morales, fue el reconocimiento más explícito de que se trató de un golpe de Estado. Fernández, por su parte, aprovechó las desafortunadas expresiones de Trump para cuestionar la política exterior de Estado Unidos afirmando que “volvió a las peores épocas de los años '70 avalando la intervenciones militares contra gobiernos elegidos democráticamente”. Un intercambio con olor a naftalina que no es lo que más le conviene a Argentina en la etapa venidera. De todas maneras, una diferencia sobre el tema de Bolivia estaría entre lo tolerable por Washington, pero no la cercanía con Nicolás Maduro o habilitar una mayor influencia de China.

Pese a todo eso, el país cuenta con una ventaja y es que aparece menos convulsionado que algunos de sus vecinos por estos días y, por lo tanto, es un incentivo para que Washington juegue un papel estabilizador en la región y no ayude, por inacción, a que se propaguen otros focos de conflicto.

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