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Acuerdo (Fase 1) entre China y Estados Unidos

Estamos en una era de competencia por el liderazgo tecnológico y esa tensión impide acuerdos amplios de largo alcance y sostenibles en el tiempo. Son probables, eso sí, sucesivos acuerdos (o intentos) parciales o por fases.

22 noviembre de 2019

Por Carolina Pan (*) y Andrés Domínguez (**)

En la llamada “guerra comercial” entre China y Estados Unidos, el centro de discusión está ahora puesto en la posibilidad de evitar nuevas tarifas y eliminar algunas de las que aumentaron en estos últimos meses. El encuentro entre Donald Trump y Xi Jinping, que iba a tener lugar el pasado fin de semana en Santiago de Chile, finalmente no tendrá lugar por la situación en aquél país. El nuevo deadline es el 15 de diciembre, cuando debería entran en vigor nuevas tarifas por parte de Estados Unidos. Además, el conflicto en Hong Kong complica todo desde lo político. Aun así, las partes siguen trabajando en algún tipo de entendimiento. ¿Habrá finalmente un acuerdo?

La posibilidad de un mini-acuerdo

Con la imprevisibilidad que lo caracteriza, Trump anunció el 11 de octubre un inminente “Acuerdo Fase 1” con China que frenaría todos los aumentos previstos en las tarifas. Ese mini-acuerdo, (mini-deal, en inglés), como se lo conoce en los medios, sería parcial, sin abarcar varios temas de fondo, y principalmente mercantil-comercial. No se conocieron muchos detalles oficiales más, ya que ambas partes se manejan con cautela en las negociaciones, y hasta se ha hablado de unas potenciales fases 2 y 3. ¿De qué se trataría?

China se comprometería a duplicar sus compras agrícolas provenientes de Estados Unidos respecto de los niveles de 2017, por un valor de casi US$ 50.000 millones. Existe un potencial problema: estas compras (maíz y soja, principalmente) no son para consumo humano directo sino para alimentar animales, en especial aves y cerdos, que abastecen la tremenda demanda interna china.

Sin embargo, con la fiebre porcina africana forzando a sacrificar millones de animales, podría limitarse sustancialmente la demanda de granos. Por otro lado, este problema le dio a Trump una buena noticia ya que China aceptó bajar sus barreras fitosanitarias a la carne de cerdo y compraría muchas más toneladas. También reconoció a las autoridades sanitarias de Estados Unidos para certificar de los productos, un tema ampliamente debatido, lo que dará un gran impulso adicional a las ventas de cerdo americano al gigante asiático. Si bien no es tanto una concesión china como la necesidad de reponer con urgencia la oferta de carne (que ha beneficiado también a Argentina), el gesto ha sido bien recibido en Washington.

Adicionalmente, China está en un proceso de liberalización de sus mercados financieros. Se trata de una apertura que le permitirá a los inversores extranjeros, inclusive estadounidenses, ser dueños de compañías financieras y de seguros sin obligación de participación china. La esperanza es que dichas políticas se extiendan a las empresas tecnológicas. También se han hecho algunos avances respecto a conflictos de propiedad intelectual, al establecerse cortes específicamente dedicadas a esos casos.

Estados Unidos, por su parte, ha suspendido la suba de 25% a 30% en aranceles que estaba programada para el 15 de octubre pasado, sobre un valor de US$ 250.000 millones en importaciones chinas. También estaría dispuesto a renegociar, y potencialmente eliminar, los aranceles estipulados para el 15 de diciembre que recaerían sobre productos electrónicos, joyas y juguetes. Hay mucha expectativa al respecto, ya que las compañías americanas, entre ellas gigantes como Best Buy, Wal-Mart y Target, han denunciado en reiteradas oportunidades que los aranceles les afectan de manera directa (como importadores) y terminarán recayendo sobre los consumidores americanos.

Algo más difícil parece ser una posible propuesta China de eliminar algunos de las subas arancelarias de los últimos meses para volver a niveles previos a la guerra comercial o, cuanto menos, más bajos que los actuales. Hasta ahora lo máximo que se logró respecto al tema tarifas desde que se desató el conflicto fue posponer la entrada en vigor de nuevos aranceles. Parce probable que un acuerdo de Fase 1 evite la entrada en vigor de las nuevas tarifas previstas para el 15 de diciembre por Estados Unidos En cambio, es una demanda china aun en negociación, y sin garantía de lograse, la vuelta atrás de las que ya entraron en vigencia.

Asimismo, tras el avance en el compromiso chino de mantener el yuan estable, sin grandes depreciaciones competitivas, se espera que Estados Unidos le remueva la calificación de manipulador de monedas que le impuso tras la devaluación de agosto pasado. Por último, se apuesta que se buscará articular algún tipo de sistema de cumplimiento con objetivo de no tener que tener que negociar a máximo nivel cada vez que surjan inconvenientes.

Estos temas representan sólo una pequeña parte de lo que está en la mesa de negociaciones entre ambas naciones. Se posponen temas centrales, los cuales no podrían encararse aún, ya sea por el contexto o bien porque se tratan del sustrato mismo del conflicto, que no es comercial sino tecnológico y de disputa de poder.

Los temas de fondo

Los puntos de conflicto en que hoy se cristaliza esta competencia entre las dos potencias son centralmente el avance tecnológico chino, en particular sobre inteligencia artificial, robótica, sistemas de seguridad, vigilancia y militar, y nuevos procesos industriales.

Pensando en la relación comercial, ese conflicto toma cuerpo en la protección a la propiedad intelectual de las partes, las acusaciones de robo de secretos tecnológicos hacia firmas chinas, el rol de empresas chinas en redes globales de comunicación y la discriminación o exclusión que Estados Unidos pretende hacer de China y sus firmas de la participación en estos sectores.

Un tema recurrente en las negociaciones es el caso de Huawei, la empresa china a la que se le ha prohibido construir la red de telefonía móvil 5G en Estados Unidos y varios otros países tras las acusaciones de espionaje por parte del Gobierno estadounidense.

La primera potencia económica no muestra intenciones de conceder en ese frente, y continúa agregando empresas chinas a las “listas negras” tanto de espionaje como de apropiación tecnológica. Esto último tiene que ver con el requerimiento de participación conjunta (con un máximo del 50% como en la industria automotriz) con empresas estatales para poder producir y vender en el mercado chino. Estados Unidos, además, pretende una eliminación de subsidios internos a su industria por parte del Gobierno chino, que llegaron a ser de US$ 22.000 millones de dólares en 2018, al argumentar que generan una competencia desleal.

¿Será sostenible el mini-acuerdo?

Hay antecedentes recientes de acuerdos parciales fracasados. Luego de cese del fuego entre Xi y Trump en la cumbre del G-20 en noviembre de 2018, el acuerdo previsto para mayo pasado se rompió repentinamente desatando un nuevo aluvión de tarifas. Lo mismo podría pasar si los aranceles de diciembre no son, cuanto menos, reducidos.

Por ahora se ha visto buena voluntad de ambas partes. Desde el inicio de 2019, China disminuyó unilateralmente sus tarifas de importación para 706 productos alimenticios en 25% en promedio respecto del nivel de 2018. A la vez, Trump pareciera conformarse con un acuerdo parcial. Sin embargo, existe una desaceleración en la economía estadounidense, en parte atribuida a la guerra comercial. Trump está en la carrera por la reelección y Xi no cuenta con esa presión. Un mini-acuerdo representa para el líder americano un arma de doble filo ya que se le reprochará en campaña todo aquello que no consiguió.

Estamos en una era de competencia por el liderazgo tecnológico mundial. Esta tensión de fondo impide acuerdos amplios de largo alcance y sostenibles en el tiempo. Son probables, eso sí, sucesivos acuerdos o intentos de acuerdos, parciales o por fases, quizás incrementales en su espectro y compromisos, que pueden tener relativo éxito pero también inestabilidad. Se puede esperar entonces en el corto plazo un acuerdo de bajo costo político, pero que beneficie a los consumidores domésticos en ambos lados. Acuerdo Fase 1 o mini-acuerdo: ni más, ni menos.

(*) Research Fellow en Harvard University

(**) Director de RED Consultora

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