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Celebremos porque hay oficialismo y hay oposición

24 octubre de 2019

Por Sandra Choroszczucha Politóloga y profesora de la UBA

Cuando inferimos lo probable, lo casi inevitable, que el domingo ganará las elecciones la fórmula Fernández-Fernández, podemos sólo analizar las causas y efectos de ese posible éxito, o podemos también reflexionar acerca del esquema político y partidario que nos comunica aquello que muchos no pueden o no quieren escuchar. En Argentina hay oficialismo y hay oposición, gane quien gane las próximas elecciones generales. Y eso es maravilloso.

Que el Frente de Todos haya obtenido un porcentaje elevadísimo de votos en las últimas PASO demuestra que el peronismo se rearmó y se empoderó, categóricamente. Qué Juntos por el Cambio haya obtenido 32,08% de votos en las últimas PASO, demuestra que un tercio de la población mantiene su apoyo a una coalición que, a pesar de la grave crisis que hoy padecen muchísimos argentinos, sigue manteniendo una enorme cantidad de fieles.

Que esta misma coalición continúe hoy “haciéndole frente” a un peronismo casi ganador, también es señal de que en Argentina hay oposición. Convocar en el Obelisco a una marcha que se ganó la mención de “la marcha del millón” no es un dato menor.

Necesitamos de una vez y para siempre, funcionar como una verdadera República, y celebrar las elecciones cada cuatro años, porque en Argentina hay oficialismo y hay oposición, y eso es maravilloso.

Si miramos a nuestro alrededor, podemos observar a Ecuador o Chile, atravesando hoy una gravísima crisis de gobernabilidad política y un terrorífico desorden social, articuladas a crisis económicas y, también, a desacuerdos con las diferentes fuerzas opositoras.

Si observamos a Venezuela podemos entender que si no hay oposición no hay democracia.

Estamos en Argentina, donde la grieta nos devoró por años, donde los enfrentamientos vienen reventando a los entendimientos, pero estamos a tiempo.

Necesitamos desesperadamente pensar en el largo plazo, en un país con partidos políticos o coaliciones gubernamentales que no se desarmen en mil pedazos cuando los desacuerdos empiezan a aflorar, que no se desvanezcan como fuerzas apenas pierdan una elección, que las terceras, cuartas o quintas fuerzas tengan también su propio espacio, que la izquierda pueda fortalecerse para poder conquistar mayores derechos a los sectores más desprotegidos, que el radicalismo como partido más que centenario tenga el reconocimiento merecido y la fuerza necesaria para volver a relucir como el partido de la democratización política, que el macrismo a pesar de sus enormes desaciertos pueda terminar su mandato como corresponde y pueda mantener el apoyo de gran cantidad de electores que siguen eligiéndolo, que los Fernández gobiernen si les toca gobernar, con el reconocimiento merecido, y con el compromiso de aprender de los errores pasados, propios y ajenos, para empezar a gobernar de una vez y para siempre, para todos los habitantes que habitan el suelo argentino.

Necesitamos de una vez y para siempre, funcionar como una verdadera república, y celebrar las elecciones cada cuatro años, porque en Argentina hay oficialismo y hay oposición, y eso es glorioso.

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