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Las aperturas sanitarias permitieron US$ 800 M de exportaciones adicionales

20 septiembre de 2019

Por Javier Arana Subsecretario de Estrategia Comercial y Promoción Económica

El 60% de las exportaciones está compuesto por productos primarios o manufacturas de origen agropecuario. De allí la necesidad de abrir mercados a través de la obtención de las certificaciones sanitarias requeridas para nuestros productos.

A nivel mundial, estas mercaderías están sujetas a innumerables regulaciones definidas por cada uno de los países ?incluso el nuestro? a los efectos de garantizar el cumplimiento de requisitos sanitarios y fitosanitarios.

Según datos de la UNCTAD, el 60% de las medidas que deben cumplir los productos importados están vinculados con este tipo de normativa. En algunos casos, ellas constituyen verdaderas barreras al comercio y en otros, son exigencias consistentes con la normativa internacional y las especificidades de cada destino en particular. Japón, por ejemplo, no permite el ingreso a su mercado de carne proveniente de países libres de aftosa con vacunación; Estados Unidos restringe el ingreso de limones con la plaga Clorosis Variegada Cítricos (CVC); China importa carne porcina solo de países que cumplen un estricto protocolo sanitario, etcétera.

Sin embargo, lejos de bajar los brazos, hemos comenzando un camino que requiere conocimientos técnicos muy específicos y continuidad para convertirse en una verdadera política de Estado: cumplir los requisitos sanitarios para abrir un mercado puede costar años y perderlo solo un día.

Desde diciembre de 2015 hemos logrado abrir 235 mercados para el ingreso de productos argentinos, una tarea que generó exportaciones adicionales por más de US$ 800 millones. En total, se abrieron las puertas para 113 productos argentinos en 48 países.

Los números, en extremo positivos aunque siempre fríos, esconden el corazón de nuestra estrategia comercial: vender cada vez más el fruto de nuestro trabajo al resto del mundo, crear así más empleos y mejorar la calidad de vida de los argentinos. La apertura de mercados nos permite ampliar y diversificar nuestras exportaciones y lograr una mejor inserción de nuestra economía en las cadenas de producción globales. Estamos convencidos de que esta es la manera de crecer de forma sostenible, sin las marchas y contramarchas que costaron décadas de progreso.

Entre 2016 y 2019, hubo 202 empresas que realizaron exportaciones derivadas de estas aperturas. De ese total, 108 son pequeñas y medianas exportadoras, principal fuente de trabajo de la economía argentina, localizadas en distintas provincias, beneficiando así a todas

las regiones del país.

Los nuevos destinos favorecieron a firmas de un diverso espectro productivo. A modo de ejemplo, se registraron ventas externas de productos regionales como uva (con destino a China), miel (Emiratos Arabes Unidos y Brasil), almendras (Rusia), arándanos (Colombia y China), cítricos, nuez de pecán y nectarinas (Brasil), garbanzos (Perú), lana (Sudáfrica e India), fibra de algodón (Bolivia), trigo y maíz (Indonesia), arroz (Colombia) y carne bovina deshuesada y congelada (Filipinas). Además, la reapertura del mercado de limones estadounidense permitió que doce empresas del sector diversificaran sus ventas.

Se trata de apenas algunos ejemplos que reflejan cómo estamos expandiendo nuestra frontera comercial y consolidando nuestro potencial exportador. Con el talento argentino y la riqueza de nuestro suelo es mucho lo que tenemos por ganar con la apertura de mercados internacionales.

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