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Mientras la producción de petróleo se concentra, la de gas se diversifica

19 septiembre de 2019

 Por Pablo Besmedrisnik Invenómica

La tendencia a la mayor concentración en la producción petrolera según empresas se viene apreciando de forma persistente durante los últimos 10 años (con alguna excepción menor), y acelerándose con fuerza desde el año 2014 hasta la fecha.

En los primeros siete meses de 2019, YPF y Pan American centralizaron de manera conjunta el 67,6% de la producción petrolera argentina, 1,2 puntos porcentuales más que en 2018 y casi 15 puntos porcentuales más que una década atrás.

Esta mayor concentración deviene por un lado del crecimiento de estas empresas, en conjunto con cierto estancamiento agregado del resto de los competidores más chicos. No puede soslayarse el hecho de que la producción está creciendo empujada únicamente por el petróleo no convencional, y ahí YPF juega un rol central (75% de la extracción).

En el caso del gas la situación es diferente. YPF también es líder, junto con Total Austral (30% y 25% de participación respectivamente), pero ya van dos años seguidos en los cuales se aprecia una caída en la participación conjunta. YPF y Total Austral llegaron a representar el 60,8% de la producción durante los primeros siete meses de 2017, y luego cayeron hasta el 55% en 2019.

Este escenario es consecuencia de la expansión de terceros jugadores, entre los cuales se destaca Tecpetrol. El gas no convencional más que compensa la caída de la producción convencional. Y Tecpetrol, con el 26% del mercado, es la segunda empresa luego de YPF.

En los últimos diez años el sector gas y petróleo argentino atravesó un proceso de concentración empresaria en la fase de producción (“upstream”). Esta realidad se exacerbó con fuerza en el sector petrolero durante los últimos años, pero viene revirtiéndose en la producción gasífera.

El índice IHH aplicado a la producción petrolera según empresas, indica que en 2019 la concentración en el petróleo aumentó 5%, mientras que en el gas se redujo en 2%.

La necesidad de incorporar más jugadores

Este nivel de concentración es muy elevado cuando se la compara con los casos más exitosos de economías diversificadas y de mercado que cuentan con recursos hidrocarburíferos. El caso más representativo es el de los Estados Unidos, que pudo desplegar un esfuerzo empresario y financiero de gran magnitud para desarrollar su producción de gas y petróleo no convencional, hasta convertirse en el principal productor de petróleo del mundo y en un importante exportador de gas.

En los Estados Unidos la principal empresa productora de petróleo explica alrededor del 5% del mercado. Es muy gráfico mencionar la existencia de la Asociación de Petroleros Independientes de Estados Unidos (IPAA, por sus siglas en inglés), que nuclea a alrededor de 9.000 productores de gas y petróleo que facturan hasta 5 millones de dólares anuales, emplean en promedio a 12 personas y producen el 54% del petróleo y el 85% del gas estadounidense. Esta realidad es estimulada por una variedad de factores, entre las que se encuentra la titularidad del recurso.

La gran cantidad de operadores se extiende a las empresas de servicio. Estados Unidos cuenta con un frondoso y variado entramado de empresas proveedoras, que dotan de mayor competencia y competitividad al sector.

La producción de gas y petróleo está en pleno proceso de transformación en la Argentina, con la incorporación de tecnologías que permiten aprovechar los recursos no convencionales, fundamentalmente asentados en la cuenca neuquina. El aprovechamiento de estos recursos es complejo, caro y requiere de recursos tecnológicos y financieros.

La Argentina es el cuarto país en el mundo en términos de reservas no convencionales de recursos petroleros y la segunda de gas, y debe generar los mecanismos para poder aprovechar esa situación.

La competencia en los diferentes niveles de la producción hidrocarburífera es central para aumentar la eficiencia y la capacidad productiva del sector. La incorporación de nuevos operadores (y también de más empresas de servicios) redundará necesariamente en un sector más potente que esté a la altura de la escala del recurso disponible. Una mayor cantidad de empresas que puedan incorporar tecnología y recursos financieros es necesaria para consolidar un salto de escala en la producción de gas y petróleo, que no se circunscriba al esfuerzo individual de dos o tres empresas.

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