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Concentración, poder de mercado y defensa de la competencia

06 agosto de 2019

Por Mariano Tappata Economista, profesor de la UTDT y la UNRN y exsubsecretario de Programación Microeconómica del Ministerio de Hacienda

El Journal of Economic Perspectives (JEP), una revista que resume los avances académicos más importantes en economía, acaba de publicar cinco artículos dedicados al debate actual sobre el aumento sostenido del poder de mercado de las empresas y sus implicancias en términos de defensa de la competencia (antitrust) [1]. Naturalmente, la mayoría de los estudios comentados usan datos de Estados Unidos, pero los resultados que encuentran muy probablemente apliquen a nivel global. De la misma manera, la importancia en términos de política económica se extiende a Argentina y el resto del mundo.

De manera resumida, el debate se puede segmentar en dos partes. En primer lugar, está la discusión en torno de los estudios empíricos que documentan un aumento sistemático en métricas como markups (precio/costo), márgenes (precio-costo) y rentabilidad de las empresas (ratio de ganancias corporativas en el PIB) y asocian este crecimiento a la mayor concentración observada en los mercados. La controversia aquí reside en la validez de los resultados ya que no sólo existen problemas con las variables utilizadas en los estudios (por ejemplo, el cálculo del costo marginal de producción utilizando datos contables), sino que la interpretación del resultado causal de concentración a poder de mercado es, por lo menos, dudosa. Por un lado, las estimaciones econométricas sufren de problemas técnicos serios (endogeneidad). Por otro lado, incluso si las estimaciones fuesen válidas, aumentos en la concentración de mercado que generan subas en markups no necesariamente implicarán menor competencia. Y el verdadero objetivo de política económica es la competencia ya que, en general, más competencia implica mayor bienestar económico. Pero nuevamente, más competencia no necesariamente quiere decir más empresas en el mercado. Veamos algunos contraejemplos:

Imaginemos la situación de industrias en las cuales la logística y el costo de distribución tienen un rol preponderante. Es posible que el avance tecnológico motive a algunas de las empresas en el mercado a cambiar sus métodos de producción de manera tal que aumenten sus costos fijos o hundidos (inversiones de IT, centros de abastecimiento y automatización) y que reduzcan el costo variable (empleados y transporte). La nueva estructura de costos permitirá alcanzar mayores economías de escala y, en este caso, el mercado “soportará” menos empresas, pero más grandes. El resultado será un aumento de la concentración y de los markups sin que sea necesariamente malo para los consumidores o la economía en general. Dependiendo del caso analizado, la competencia entre menos empresas, pero con mayor capacidad y menor costo marginal puede ser más intensa y resultar en reducciones de precios. Incluso si sucediese lo opuesto y los precios subiesen, es posible que el cambio de tecnología de producción implique una mejor calidad de productos y la situación de los consumidores puede mejorar o empeorar.

Otro ejemplo ocurre en los sectores en los que los efectos de red se magnifican gracias a las plataformas digitales. En dichos casos, la naturaleza del mercado es tal que la primera empresa en ofrecer un producto o servicio y que logre una masa crítica de usuarios podrá garantizarse una ventaja competitiva significativa respecto a competidores potenciales Estos mercados suelen ser muy concentrados y las empresas que logran establecerse generan grandes markups. Google, Uber, Visa, Amazon y Facebook son ejemplos de plataformas en las cuale los efectos de red garantizan rentabilidad creciente y dificultan la competencia por parte de nuevos jugadores. Pero el análisis estático ignora que, si bien la competencia en el mercado es tenue o nula, la competencia por el mercado puede ser muy intensa e incluso deseable. Es decir, si contemplamos las condiciones de entrada y los beneficios económicos esperados ex-ante, es probable que consideremos el mercado como extremadamente competitivo.

El verdadero objetivo de política económica es la competencia ya que, en general, implica mayor bienestar económico, pero más competencia no necesariamente quiere decir más empresas en el mercado.

El punto principal a extraer de los dos ejemplos es que cualquier relación entre markups y concentración puede ser consistente con diferentes demandas, costos y formas de competencia entre empresas. Es decir, las tres “primitivas” determinan el resultado observado en el mercado y, como varían de una industria a otra, requieren de un análisis caso por caso para poder interpretar el efecto en el bienestar general de la mayor concentración o mayores markups. Incluso los libros de texto de economía muestran que esta relación implica diferentes cosas en distintos modelos. Por ejemplo, las predicciones de una fusión (mayor concentración) entre competidores en un modelo de competencia de Cournot resultan muy diferentes a las predicciones en uno de competencia monopolística.

A decir verdad, el debate que acabo de describir ha sido resuelto hace más de treinta años por economistas que trabajan en el campo de la organización industrial (ver los trabajos de Demsetz, Bresnahan y Schmalensee). Sin embargo, economistas especializados en otros campos suelen tomar más tiempo para dejar de considerar los criterios expuestos como casos particulares y utilizarlos de manera más general.

Google, Uber, Visa, Amazon y Facebook son ejemplos de plataformas donde los efectos de red garantizan rentabilidad creciente y dificultan la competencia por parte de nuevos jugadores, pero la competencia por el mercado puede ser muy intensa e incluso deseable.

Es verdad que los datos muestran patrones nuevos y muy probablemente los márgenes y rentabilidad de las empresas hayan aumentado. Pero no necesariamente estamos seguros de su magnitud ni de las razones del aumento. Existe la posibilidad de que las predicciones sean correctas, y que la economía en general se esté tornando menos competitiva que antes. O quizá la irrupción de empresas superstar sea la consecuencia de menores fricciones en el proceso competencia que promueven el crecimiento de las empresas más eficientes y el cierre de las ineficientes. Eso nos lleva a la segunda parte del debate: ¿Es necesario modificar las regulaciones y aparato legal de defensa de la competencia para poder atender los nuevos desafíos?

En uno de los artículos publicados en el JEP, Carl Shapiro[2] señala que su preocupación está principalmente en tres áreas: el tratamiento de fusiones y adquisiciones, la utilización de restricciones verticales que excluyen competidores, y el aumento del poder de mercado de los empleadores en el mercado de trabajo (poder monopsónico). Tres puntos en los cuales Argentina ha logrado avances institucionales significativos en los últimos años. Pero eso será el tema de la próxima columna.

[1] https://www.aeaweb.org/issues/559

[2] Shapiro, Carl. “Protecting competition in the American economy: Merger control, tech titans, labor markets.” Journal of Economic Perspectives. Vol. 33 No. 3 Summer 2019

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