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Las PASO y mi dignidad como ciudadano

Como ciudadano de a pie, no entiendo a qué se me convoca el 11 de agosto. ¿Qué es lo que se supone que estoy eligiendo?

10 julio de 2019

Por Eduardo Rivera López Profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT)

Los ciudadanos y ciudadanas de a pie, como yo, tenemos muchas preocupaciones, intereses y necesidades. Una de ellas es la de ser buenos ciudadanos. Ello incluye muchas cosas, entre otras, interesarse y participar, en alguna medida, en la vida política de nuestra comunidad. Como mínimo, se nos exige, para ser buenos ciudadanos, el ir a votar concienzudamente, habiéndonos informado, deliberado, debatido. Salvo que tengamos un especial interés por la política, o que ella sea nuestra vocación o profesión, ser buenos ciudadanos es costoso, en tiempo y esfuerzo. En nuestro país, la mayoría de los que deben ser buenos ciudadanos y ciudadanas son personas que, o bien no pueden sobrevivir dignamente, o bien lo hacen con un enorme sacrificio. Para todas ellas, el deber cívico de participar es un esfuerzo que no es trivial. Ese esfuerzo merece reconocimiento y, sobre todo, respeto. Las exigencias de participación tienen que ser significativas, políticamente relevantes. ¿Cumplen las PASO con este requisito?

Si las PASO han tenido el (loable) propósito de democratizar los partidos, aumentar la participación popular en la elección de los candidatos y evitar los arreglos espurios entre cúpulas, hay que decir que ese propósito no fue alcanzado siquiera en una mínima medida. Como ciudadano de a pie, sencillamente no entiendo a qué se me convoca el 11 de agosto. ¿A elegir entre Fernández-Fernández y Fernández-Fernández? ¿O entre Marcri-Pichetto y Macri-Pichetto? ¿Qué es lo que se supone que estoy eligiendo? El mecanismo, engañosamente, tiene la apariencia de una elección justamente porque es, en las formas exteriores, prácticamente idéntica a la elección real, la de octubre. Entonces, parece que estamos votando si queremos que gobierne uno u otro.

Pero en realidad no estamos haciendo eso. Ningún cargo electivo saldrá de esa votación. No se nos convoca para eso. Se nos convoca para que elijamos candidatos. Pero para que eso pueda ocurrir, es necesario tener al menos dos opciones de candidatos, no una. No se puede elegir entre Juan y Juan. Si cada fuerza política lleva un candidato (o fórmula o lista), no elegimos nada. Literalmente nada.

Aquellos que han criticado las PASO lo han hecho centralmente por su costo fiscal. Pero éste no es el problema fundamental en el que estoy pensando. Tampoco busco atacar las PASO como metodología, que quizá en un contexto diferente podría ser viable o interesante. Mi punto es que la dirigencia política, en su enorme mayoría, nos falta el respeto cuando nos propone que ejerzamos nuestro deber cívico, con todo el esfuerzo que ello implica, para hacer algo que no tiene absolutamente ningún sentido dentro de nuestro sistema democrático. O por lo menos que no tiene en absoluto el sentido para el cual se lo concibió. En el fondo, desde el punto de vista estrictamente electoral, lo único que estamos haciendo (salvo en casos marginales) es descartar aquellos precandidatos que no alcancen el porcentaje mínimo para poder competir en la elección verdadera. ¿Para esto son las PASO? ¿Este es el valor que el sistema le da a la participación política?

Dije que ser un buen ciudadano requiere esfuerzo, sobre todo para aquellas (millones) de personas que tienen que luchar todos los días para salir adelante y que sufren injusticias, de las cuales muchas veces el propio Estado es responsable. Por otro lado, también hay que decir que la democracia representativa en la que vivimos sólo nos escucha esporádicamente, casi únicamente cuando hay una elección de autoridades. Y lo hace de manera enormemente imperfecta, dándonos unas pocas opciones que son, en realidad, paquetes que contienen multitud de elementos, algunos de los cuales nos gustan y otros no nos gustan nada. Siendo el menos malo de todos los sistemas políticos conocidos, no lo voy a criticar. Sí es posible mejorarlo. Malgastar una de esas preciosas ocasiones en que se nos exige participar organizando un acto en el que absolutamente no se decide nada es un desperdicio imperdonable y, sobre todo, una falta de consideración hacia esos millones de personas que tienen muchas otras urgencias y preocupaciones que atender.

No extraigo como conclusión que haya que suspender las PASO de agosto. Tampoco que, en sí, las PASO sean un mal mecanismo (eso habría que discutirlo). En todo caso, arriesgo una conclusión más modesta: que las fallas de un sistema político no se arreglan con una medida aislada (las PASO o cualquier otra). Se necesitan muchas modificaciones, incluyendo modificaciones en la cultura política. Si los partidos no son democráticos internamente, ello no se arregla con las PASO, porque (como ocurre) lo que las cúpulas harán es, justamente, lo que hacen: tornar las PASO inocuas. Tenemos que democratizar los partidos, controlarlos y fomentar la participación ciudadana en los partidos. Sin eso, no hay PASO que valga.

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