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El Gobierno muestra sus credenciales a la hora de hacer una campaña

Alejandro Radonjic 15 julio de 2019

Por Alejandro Radonjic

Los astros parecen alinearse para el Gobierno. Con sentido del timing y la oportunidad. A escasas semanas de las PASO, nada menos. En el área chica o el putting green, si se quiere. Allí donde se deciden los que no se decidieron y, acaso, algún convencido salta la grieta. Los NS/NC hoy oscilan entre 10-15% que, en una elección pareja, no es un universo pequeño.

La cita del 11 de agosto, como dice Nicolás Solari, no decide nada, pero puede decidir todo. El oficialismo venía de atrás en los sondeos y el mandato era claro: evitar que los Fernández obtengan una distancia que los propulse, por inercia, a una victoria en octubre. Las encuestas, con sus limitaciones, parecen validar que ese esfuerzo está pagando. Mientras los números de Mauricio Macri suben, los de Alberto Fernández se estancan o, incluso, bajan en el margen.

A los elementos reales o duros previos (dólar calmo, inflación a la baja y cierta recomposición del ingreso disponible, sobre todo), el oficialismo suma su disciplina y efectividad para hacer campañas para incidir en lo simbólico y emocional. Virtud, por cierto, que no es nueva. Porque también se juega la elección, y no sólo en el precio del dólar. La economía importa, pero no es lo único.

Como escribió ayer Carlos de Angelis en Perfil, “debería resultar obvio que enfrentar electoralmente al macrismo no es fácil”. El sociólogo agregó: “Desde aquel 18 de mayo en que Cristina Kirchner daba la noticia de la invitación a Alberto Fernández para que encabece la fórmula presidencial han pasado menos de sesenta días, pero se percibe que la ventaja con que arrancó el exjefe de Gabinete se va escurriendo, como arena entre los dedos, en una zona de incertidumbre. Lo que parecía imposible seis meses atrás va creciendo como escenario posible, esto es, que Macri obtenga su reelección”.

El politólogo y consultor René Palacios hace eje en la experiencia. “Hasta el momento, Cambiemos se ve más organizado, con un mensaje más homogéneo y coordinado en el tridente del área metropolitana: Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y el anclaje histórico de Macri. Hay que tener en cuenta que el equipo de campaña de Macri viene trabajando junto desde el 2005: se conocen, saben que rol cumple cada uno, tienen claros los voceros y, sobre todo, acumularon miles de materiales de investigación y eso les da una ventaja enorme”, señala ante El Economista. Además, dice, “Cambiemos viene ganando en lo más importante de la campaña, que es imponer la pregunta de la elección: pasado contra futuro”.

En la vereda de enfrente (es decir, el Frente de Todos), “no veo un mensaje unificado en el ámbito nacional”, dice Palacios y detalla: “Está sin estrategia en la provincia de Buenos Aires y se nota la inexperiencia de Alberto como candidato: no es lo mismo ser jefe de campaña que ser candidato y los últimos tropiezos tienen que ver con su falta de tacto para manejarse en esa faceta”.

También se suma el hecho de que la economía (y el dólar) abandonó las primeras planas y ha desanclado parcialmente el mensaje opositor, que venía con un fuerte sesgo hacia los problemas de la economía (que persisten, por cierto) y ahora intenta sumar temas, como la educación o la ciencia. “Entre las siete razones para votar a Alberto, seis son económicas y, en cambio, de las siete de Cambiemos, sólo dos lo son y el resto son sobre valores, como corrupción, democracia y Justicia”, dijo el analista Raúl Timerman en Twitter en base a datos de Oh Panel!

“La campaña del oficialismo no necesariamente es mejor porque eso tendrá que ver con los votos y los resultados finales, pero pareciera que tiene una mayor coordinación”, dice Mario Riorda, presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (ALICE). “Se visualiza una unidad de comando más claro y una simplicidad del mensaje, que baja idénticamente a través de todas las formas e interlocutores. El mensaje central es doble: el miedo a regresar a un pasado populista, con una lógica negativa muy explícita y, por otro lado, que este modelo es mejor que cualquier modo de pasado”.

“El mensaje del Frente de Todos es más disperso. Por momentos, pondera a la experiencia de Alberto Fernández como jefe de Gabinete y, por otros, se despega de esos doce años para lograr algo de autocrítica”, agrega. “No han podido o no han querido reaccionar a la campaña del miedo. Curiosamente, es la misma campaña que, en 2015, cuestionaba Cambiemos y hoy ese mismo espacio utiliza”, dice Riorda y agrega que la campaña oficial, lejos de la posideología, “es la más ideológica de todas”.

Gonzalo Sarasqueta, docente e investigador de la UCA, apunta a la técnica. “El Gobierno está haciendo una campaña moderna, integral y disciplinada”, dice, como introducción. “Moderna porque utiliza herramientas novedosas como el Big Data para elaborar mensajes microsegmentados o el WhatsApp como dispositivo de cercanía y también en la lógica 2.0 porque entiende que hoy los ciudadanos son prosumidores, producen y consumen contenidos. Genera dinámicas abiertas, para que la gente participe. Eso es clave para que la gente se apropie de tu mensaje”, señala.

“Es integral porque entiende que el medio es el mensaje. Utiliza las tres arenas (redes, territorio y medios) en forma complementaria y estratégica y, además, es disciplinada porque, más allá de los contextos regionales y locales, hay una línea discursiva y estética que se respeta. Esto te da coherencia conceptual. Clave para que, además del candidato, la marca arrastre. En esos tres planos hace la diferencia el Gobierno”, concluye.

“El contraste entre la campaña del macrismo y el albertismo se torna evidente en el trajín cotidiano de los candidatos”, dice Nicolás Solari, Director de RTD. “Macri hace intervenciones quirúrgicas, muchas de ellas por las redes sociales que el equipo de Marcos Peña ausculta 24/7. Es la pieza central de un dispositivo multidisciplinario que trabaja coordinada y sistemáticamente en pos de la reelección”, agrega.

“Alberto, por su parte, es candidato, vocero, jefe de campaña y operador. Un verdadero candidato orquesta que en ocasiones se ve sobrepasado por las circunstancias. Para que su campaña llegue a buen puerto deberá aprender sobre la marcha a delegar las tareas que son su especialidad y calzarse full time el traje de candidato”, dice.

“Me parece que la campaña del Frente de Todos puede resumirse en esto: muchas voces y muchos mensajes, que no siempre son congruentes. A eso hay que agregarle que Alberto dedica buena parte de su tiempo a negar y dar explicaciones, por ejemplo diciendo que no va a pelearse con Cristina, que no va a ser un títere, o que no va a instalar un cepo. El Gobierno en cambio, juega en equipo. Hay varias voces, pero transmitiendo un mensaje más coherente”, aporta el analista político Ignacio Labaqui.

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