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¿Tiene que preocuparse el Gobierno por Lavagna?

14 junio de 2019

Por Juan Radonjic

Las hipótesis que manejaba Roberto Lavagna para llegar a ser un candidato competitivo no se cumplieron. El deterioro creciente de la economía, que parecía el escenario más probable cuando empezó a barajar la posibilidad de postularse, dio paso a una situación algo más estable que redujo la demanda por sus credenciales que lo muestran como alguien que sabe enfrentar situaciones críticas.

Tampoco logró el apoyo que esperaba de los gobernadores del peronismo federal, y en particular, el de Juan Schiaretti luego de su resonante triunfo en las elecciones de Córdoba.

Lavagna preveía llegar a esta etapa definitoria de los armados electorales con una intención de voto entre 15% y 20% que lo convertiría en el candidato natural de la tercera vía. Pero llegada esa instancia, contaba con la mitad de esos porcentajes.

Además, los dos polos de la grieta, no sólo no se radicalizaron como esperaban los que transitaban el camino del medio, sino que fueron a pelear ese mismo espacio con jugadas audaces para la integración de las fórmulas presidenciales.

No obstante el brusco cambio de escenario, Lavagna decidió seguir adelante con su candidatura, alejado tanto del Gobierno como del kirchnerismo y sin competir en primarias, manteniéndose así fiel a su discurso. Desde hace tiempo, descontaba que Sergio Massa acordaría con el kirchnerismo y que Schiaretti ayudaría finalmente a Macri.

En una elección que aparece reñida, cada voto vale, y por lo tanto la lectura que se hace en este momento es a quién perjudica la candidatura de Lavagna.

Hay pocas dudas de que sociológicamente sus votantes pertenecen a los mismos sectores sociales entre los cuales es mayoritario el apoyo a Juntos por el Cambio. El votante de Lavagna- Urtubey, es culturalmente antikirchnerista y por lo tanto, en principio, la fórmula de Consenso Federal le restaría votos al oficialismo.

Eso se sentiría en las primarias, en las que el Gobierno está en desventaja según la mayoría de las encuestas sobre intención de voto. Es un motivo de preocupación para la Casa Rosada porque un mal resultado en agosto podría crear un clima político adverso y generar episodios de tensión en el mercado cambiario camino a las elecciones de octubre.

Pero, por otra parte, si de los resultados de las PASO se desprende que puede haber un ganador en la primera vuelta, habría una fuerte polarización en esa instancia y los votantes se comportarían como si se tratase de un balotaje. Y en ese caso, Lavagna perdería un gran porcentaje de sus votos en las primarias como le ocurrió a su promotor Eduardo Duhalde en 2011. Y la mayoría de ellos se inclinaría por la fórmula del oficialismo.

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