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Ollier: “La política bonaerense sigue subordinada a la política nacional”

07 junio de 2019

Entrevista a María Matilde Ollier Decana de la Escuela de Política y Gobierno de la UNSAM Por Néstor Leone 

“La provincia de Buenos Aires está subordinada al poder nacional, pese a ser la más rica del país, con los números más altos de población y desarrollo económico, y un poder institucional enorme. Entre otras cosas, porque no recibe lo que le corresponde”, sostiene María Matilde Ollier, doctora en Ciencia Política por la University of Notre Dame (Estados Unidos) y master en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en esta entrevista con El Economista.

En ese sentido, analiza la tensión entre cuestión federal y el perjuicio sobre la provincia, describe algunos de sus contrastes y destaca los riesgos de aventurar pronósticos ante un escenario electoral todavía no definido. No obstante, se permite decir que “Cambiemos va a necesitar más votos que los propios para ganar en la provincia”.

Tanto María Eugenia Vidal como Axel Kicillof, y más atrás Daniel Scioli, no tenían anclaje directo en la política bonaerense. ¿Cómo explica que los liderazgos en la provincia se construyan desde afuera?

Es un tema que estudié muchos años y que está abordado, por ejemplo, en un libro llamado “Atrapado sin salida”. Un fenómeno muy viejo que atraviesa buena parte del Siglo XX y lo que va del XXI. Que excede a Vidal y a Kicillof. Los máximos liderazgos de la provincia se construyen afuera: en la ciudad de Buenos Aires o a nivel nacional. Desde 1983 en adelante, el liderazgo de Antonio Cafiero se construyó primero como nacional. El de Eduardo Duhalde, también, en tanto vicepresidente de Carlos Menem.

El de Carlos Ruckauf, también. Y el de Scioli o de Solá, también. Liderazgos mediáticos o territoriales, según los casos. O las dos cosas. La Graciela Fernández Meijide que le ganó a Chiche Duhalde en 1997 también provenía de otro lado.

¿Qué factores se conjugan para que se dé de esa manera? El factor más importante es que no existen carreras políticas provinciales producto de la imbricación histórica y, a su vez, de la subordinación que la provincia de Buenos Aires tiene en relación con la política nacional desde, por lo menos, la intervención de Hipólito Yrigoyen al gobernador Marcelino Ugarte. La famosa maldición de Ugarte viene de ahí. Era el gobernador conservador con posibilidades de ser presidente e Yrigoyen lo destituye. De ahí en adelante las carreras políticas provinciales no tienen esa centralidad. Las hay, pero acotadas. En la Legislatura. O en las intendencias. Pero que no van más allá de ahí.

El actual vicegobernador Daniel Salvador, ¿podría ser un caso de carrera en la provincia?

No me parece que tampoco sea el caso. La provincia está subordinada al poder nacional, pese a ser la más rica del país, con los números más altos de población y desarrollo económico, más un poder institucional enorme. Entre otras cosas, porque no recibe lo que le corresponde.

Cambiemos aparece seriamente preocupado por la posibilidad de perder en la provincia, que no tiene balotaje y se define por suma simple. Las idas y vueltas respecto de las colectoras tienen que ver con eso. ¿Cómo observa el panorama electoral bonaerense?

Es muy pronto aún para saber lo que puede pasar. Todavía los actores están moviendo sus fichas en el tablero. Y es un escenario muy líquido. Aún no sabemos quien va a ser el candidato o la candidata a vice de Vidal. No sabemos si el que se elija significará una ampliación o un estrechamiento de la fórmula. No sabemos tampoco qué va a hacer Sergio Massa. No sabemos qué va a hacer el Peronismo Federal. Lo único que tenemos como certeza es que estarán Vidal, por un lado, y Kicillof y Verónica Magario, por el otro. Y uno tiende a pensar que la mayor cantidad de votos se van a concentrar en esas dos fórmulas. Las encuestas no pueden predecir mucho más, todavía.

En 2015, Vidal ganó gracias a un importante corte de boleta a su favor?

Sí, de 7 puntos.

Y ese triunfo en las generales dio el empuje necesario para el triunfo de Macri en el balotaje, por su poder simbólico. Hoy parece que necesita ese corte tanto como entonces. O más.

Sí, por el rechazo a la figura de Macri. Sobre todo, en el conurbano. No sé tanto en el interior de la provincia, pero son menos votos. De todos modos, con respecto a las encuestas nacionales también veo una combinación entre especulaciones, operaciones políticas y deseos. Hay encuestas que preguntan sobre un posible balotaje cuando parte de la población no sabe que tiene que ir a votar dentro de dos meses. Todavía está muy indefinido el escenario como para pronosticar.

Tampoco parece definida la ingeniería electoral en la provincia de Buenos Aires. Cambiemos discutió internamente desdoblar o no y luego qué hacer con las colectoras. Las perspectivas de hoy no parecen las mismas de cuando se decidió qué hacer. Desdoblar ya no se puede, pero se volvió a hablar de la opción “colectoras”.

Es una señal de que Cambiemos necesita más votos que los propios en la provincia, más allá de que se concrete o no. Si se aceptan las colectoras de nuevo es porque existe alguna negociación muy avanzada de Cambiemos con algún sector de Alternativa Federal, incluido Sergio Massa. Massa parece tironeado por los dos polos, tanto por Cambiemos como por el kirchnerismo.

¿Existe espacio para una tercera fuerza en la provincia?

¿Con posibilidades de ganar? No. Pero puede presentarse una tercera opción. Hay que ver qué pasa con Massa y el peronismo federal, pero también con Roberto Lavagna, Margarita Stolbizer y el socialismo. Massa como candidato a gobernador, tal como está el escenario, no creo que tenga chances de ganar, pero sí de hacer una buena elección. La política de hoy se construye alrededor de los liderazgos. Todas estas alquimias electorales que se están pensando no definen las elecciones, sino la gente con su voto. Y la gente va a elegir a los liderazgos que le resulten más atractivos. Lo demás no creo que vaya a llevar muchos votos de uno a otro lado.

¿Cómo evalúa la gestión de Vidal?

Vivo entre el conurbano de la ciudad, y observo muchas obras de cloacas o de ese tipo de infraestructura. Pero Vidal no maneja de manera directa las variables económicas, que están a cargo del Gobierno Nacional. Por eso es más competitiva que Macri y podría serlo más. La crisis golpeó especialmente en los sectores humildes, pero también es cierto que Cambiemos penetró también en estos sectores, a través del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y también de la gobernadora, en un trabajo territorial que ninguna fuerza, que no fuera el peronismo, había hecho en las últimas décadas. Algo parecido sucede en las villas de emergencia de la ciudad.

La provincia tiene déficit estructural crónico debido a la distribución de los fondos coparticipables. Y es difícil para gobiernos que no compartan el mismo signo político de la Nación. ¿Cómo salir de ese problema?

La pregunta sería cómo salir de la injusticia financiera que sufre la provincia de Buenos Aires. Y en eso está la discusión sobre lo federal, donde se supone que todas las provincias tienen que tener igualdad, pero esa igualdad supone también colaborar con aquellas provincias que producen menos. El problema es político: quien puede lograr los respaldos políticos suficientes para hacer una coparticipación equitativa que tenga en cuenta también la distribución de población. Si se mira la coparticipación en términos per cápita se comprende mejor el problema. ¿Quién o quiénes podrán llevar adelante una política de coalición fuerte para poder hacer justicia con esto? No sabemos.

La idea que persiste es la de una provincia partida, con una lógica ligada a lo que sucede en el interior y otra en el conurbano, también con muchos contrastes. ¿Comparte?

Sí, son dos provincias. Es, a su vez, una provincia muy rica con los mayores bolsones de pobreza del país. Nunca faltan los proyectos de regionalizarla, dividirla...

¿Qué le parecen?

Que hay que empezar por darle al la provincia lo que le corresponde. Sobre los proyectos en particular, sería muy audaz de mi parte hablar sin conocerlos en detalle. Lo que hay que evitar es seguir haciendo leyes que no sabemos si van a ayudar o no a que la gente viva mejor. Uno de los problemas de este país no es que no haya leyes, sino que no se cumplen. Son cuestiones delicadas, que necesitan el debido estudio. No se pueden hacer reformas para arrepentirte a los dos años. Hacer de una provincia tres distritos distintos supone también crear tres burocracias donde había una, y que el reparto de recursos sea más complicado todavía. Sería inventar problemas nuevos sin resolver los que hoy tenemos, que son los verdaderos: los índices de pobreza creciente o el declive de la educación o de la salud públicas.

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