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Ningún espacio es lo que era

13 junio de 2019

Ningún espacio es lo que era. Las necesidades electorales obligaron a cambios sorpresivos. Los principales candidatos potenciaron sus ofertas, pero todos los espacios políticos perdieron identidad. Por eso, viene ahora una etapa destinada a reacomodar los discursos.

En el oficialismo, la idea de mantener la homogeneidad y ser la expresión que unificase a todo el no peronismo terminó convocando a una de las figuras más importantes que tuvo el peronismo en el Senado en los últimos años y que defendió desde su banca las iniciativas de los gobiernos de ese origen. Por lo tanto, Cambiemos, no sólo cambiará de nombre sino que dará lugar a la aparición de un sujeto político nuevo. En el caso del kirchnerismo, también se produjo un cambio notable con la candidatura presidencial de Alberto Fernández y más aún con el acuerdo con Sergio Massa. En el caso de Alternativa Federal, pensado como un espacio destinado a diferenciarse de ambos lados de la grieta, terminó con la mayoría de sus integrantes acordando con algunos de los polos. Muchas figuras políticas que aparecían como referentes de un espacio, poco tiempo después se presentan como candidatos de otro.

¿Estos cambios constituyen un avance o un retroceso para el sistema político? Por la positiva, se puede señalar que predominó una lógica de búsqueda de acuerdos y superación de conflictos pasados. Mientras que una lectura crítica no puede obviar la falta de coherencia en muchos y la ausencia de proyectos políticos claros definidos de cara a la sociedad. En materia de decisiones políticas, la sorpresa pasó a ser una virtud en desmedro de las construcciones previsibles y sostenidas en el tiempo.

Los principales partidos también se van a reconfigurar. El radicalismo, al formar parte a partir de ahora una colación con rasgos a la que tuvo originariamente Cambiemos. La ampliación que pretendían los radicales era, básicamente, hacia el progresismo y no tanto hacia el peronismo conservador. Pero el cambio mayor se dará en el peronismo que dejó expuesta su enorme fuerza en la cultura política argentina pero también su debilidad como estructura. Con excepción de Mauricio Macri, todos los integrantes de las principales fórmulas presidenciales tienen origen peronista. Eso demuestra la potencia de una tradición pero también una tendencia a la fragmentación. Aquel frente que gane se reorganizará a partir de la unificación política que se da en torno a la figura presidencial, pero para aquellos que pierdan, les queda por delante un escenario de dispersión creciente.

De todas maneras, es muy prematuro pensar en una reconfiguración integral del sistema de partidos aunque los cambios serán muchos. El escenario electoral es crecientemente polarizado pero los principales referentes políticos, Mauricio Macri y Cristina Kirchner, procuraron ampliar su base de sustentación, intentando crecer hacia el centro y no hacia los extremos de su coalición.

Más aún, luego de las primarias, los candidatos más votados irán a buscar el apoyo de los que inclinaron por los que quedaron relegados. Eso implicará la construcción de un mensaje por parte de ambos que puede tener algunos puntos de contacto.

No hay antecedentes de un cierre de alianzas y de listas tan caótico y con tantas incertidumbres como el actual. En algunos casos refleja conductas positivas, pero en muchos otros, inconsistencias que no ayudan a la formación de un sistema político estable.

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