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La euforia se apagó: con menos volumen, la Bolsa pisó el freno

El dólar siguió perdiendo precio y los bonos continuaron recuperándose. Pero la Bolsa, que es la que siempre marca el camino inmediato, acaba de perder negocios y los precios ganaron valor en dólares por el dólar frio, pero medidos en pesos no se mueven desde hace siete ruedas.

24 junio de 2019

Por Luis Varela 

La euforia que vivió el mercado financiero argentino (por el paso atrás de Cristina Kirchner en su fórmula presidencial y por la incorporación de Miguel Angel Pichetto al binomio encabezado por Mauricio Macri) acaba de aplacarse.

Con Alberto Fernández como principal opositor y con Juntos por el Cambio incorporando a una parte del peronismo a su juego, el volumen de negocios con papeles argentinos había saltado por los aires, tanto que en la semana del 10 al 14 de junio se transaron casi $ 2.000 millones por rueda en acciones y $ 2.300 millones en bonos. Pero en la semana que acaba de terminar, la cantidad de negocios se alteró de nuevo: en acciones se bajó otra vez a unos $ 1.000 millones por día, pero en bonos continuó con un monto llamativamente alto, de más de $ 2.500 millones.

Las causas de este desdoblamiento en el volumen negociado son atribuidas a varios factores. El alto número de desempleo, el corte de electricidad, la tensión internacional entre Estados Unidos e Irán, etcétera. Pero lo que estuvo en el foco de la conversación entre los inversores fue la agudización en la polarización de los partidos en el cierre de listas para las primarias.

Cuando a principios de año los analistas elaboraban estrategias para sus clientes, se suponía que junio iba a ser el mes de la dolarización. O sea, en este momento había que empezar a vender todo lo que estaba en pesos, pasarse al dólar y tomar posiciones refugio, esperando que llegara el resultado electoral, la asunción del nuevo presidente, la aparición de su discurso, de su programa de Gobierno, y recién ahí decidir quéhacer con la tenencia de valores.

Sin embargo, con más de la mitad de la población con problemas para llegar a fin de mes, con familias que tienen hoy situaciones claramente peores que en los años anteriores, en estos tiempos de alta incertidumbre la dolarización de carteras se acaba de postergar. Por eso, en la última semana se profundizó la baja del dólar, continuó la lentísima baja de tasas de interés, persistió el buen repunte de los bonos, pero se frenó la suba de la Bolsa (el termómetro que siempre marca primero lo que puede llegar a venir).

Y esta suspensión de la euforia no obedece únicamente a la electrizante puja electoral que vive Argentina. Se sabe, para mantener a la economía de Estados Unidos en movimiento, el presidente Donald Trump sigue pateando tableros por todas partes. Se pelea con China, tuvo una escaramuza con México y ahora llegó el turno con Irán, país con el que increíblemente se estuvo a diez minutos de una guerra frente a frente.

Detrás de esas movidas de Trump, la economía de Estados Unidos se sigue ralentizando y la Reserva Federal está montada hacia un tablero con tasas de interés más bajas, lo cual a su vez genera una gran debilidad del dólar, ya que muchos inversores internacionales, con menos renta en los bonos del Tesoro, prefieren colocarse en otras posiciones.

Así, en su relación contra el resto de las monedas del mundo, el dólar está colocado en un plano inclinado. Con mayor debilidad en la última semana, en lo que va de junio el dólar baja contra todas las monedas: pierde 3,7% contra el peso chileno, 2,6% contra el real brasileño, 2,4% contra el franco suizo, 1,7% contra el euri, 0,9% contra la libra esterlina y el yen y cede 0,5% contra el yuan.

Pero notablemente, la moneda más firme de toda la galaxia en lo que va de junio es el peso argentino. En lo que va de este mes el dólar baja nada menos que 4,4% (el oficial achicó hasta $ 44,07, el blue hasta $ 44,50 y el mayorista hasta $ 42,79), con los precios más bajos desde fines de marzo último, hace nada menos que noventa días.

Y lo más complicado del caso es que la notable baja que está mostrando el dólar en todas partes genera un cimbronazo en otros valores. El petróleo, que había bajado de US$ 66 a US$ 51 por barril, reaccionó con el caos en Irán detrás y acaba de repuntar hasta US$ 57,50, con una suba del 13% en muy pocos días.

Y la desconfianza global están marcada que muchos inversores cautos prefieren desensillar de todo y colocarse en la ultraconservadora compra de oro, hasta que el panorama aclare. Por eso, el metal amarillo acaba de subir hasta US$ 1.400 por onza, su mayor precio desde 2013. Muchos indican que el oro no es un buen camino, ya que no rinde intereses: sin embargo, en los últimos cuatro años subió de US$ 1.064 a US$ 1.400, con una suba del 31,6% en dólares en 48 meses, lo cual significa un nada despreciable 7% anual.

Y detrás de la caída del dólar, de la suba del petróleo y de la gran firmeza del oro, hay otros precios que a los argentinos nos mueven el amperímetro. Por ejemplo, en momentos en los que tenemos una gran cosecha, los granos están un poco mejor. En la Bolsa de Rosario, la soja acaba de subir de US$ 210 a US$ 220, el maíz mejoró de US$ 125 a US$ 158 y el trigo subió de US$ 162 a US$ 180. Por supuesto, es plata para los productores, pero el Gobierno muerde una parte en la recaudación de impuestos.

Detrás de toda esta foto estrictamente financiera, el país está a las puertas de elegir qué modelo económico es el que tendrá el volante de la Casa Rosada en los próximos cuatro años. Con una gestión de Gobierno que a todas luces no fue buena, el macrismo está comprobando que según viniendo las elecciones provinciales hasta ahora, está según especialistas unos 675.000 votos por debajo de los que consiguió hace cuatro años. Juntos por el Cambio, preocupado, buscó ampliarse con Miguel Angel Pichetto, y quiere sacar a José Luis Espert de la cancha. Sabe que se queda con menos sillas en ambas cámaras y que hay riesgo de que se pierda la elección.

Por eso, en medio de una restricción de pesos gigantesca, el viernes pasado se vio un fenómeno que muestra bien a las clara qué es lo que está pasando: el Tesoro necesitó pagar deudas en pesos, no tenía, y le tuvo que vender dólares al Banco Central. La autoridad monetaria ganó el viernes US$ 575 millones para las reservas, y el Tesoro consiguió los pesos que precisaba.

Y mientras mucha gente está vendiendo dólares guardados para pagar gastos, con esa restricción de pesos en el medio, las tasas de interés se siguen desinflando en cámara muy lenta: en plazos fijos se pagaba entre 51% y 56% anual y ahora se están pagando tasas que van del 48% y 52%.

Como las cuentas públicas se van ordenando lentamente y como los candidatos de las fuerzas dominantes se muestran como moderados, aclarando que no se irá a un default, los bonos resucitaron. En los últimos 45 días subieron 8% en dólares y, en consecuencia, el riesgo país cedió de 1.013 a 834 puntos.

Pero el verdadero gran salto se dio en la Bolsa. A lo largo de los últimos 45 días el índice Merval medido en dólares subió nada menos que 40%, aunque en las últimas ruedas esa suba se aplacó, tanto que desde el 12 de junio a esta parte el Merval se estancó en pesos en los 40.300 puntos y su suba en dólares obedeció al desinfle que está mostrando el billete verde.

La gran pregunta de los inversores es ¿puede ganar el kirchnerismo? ¿vuelve La Cámpora?. Hay muchas incógnitas: vienen las PASO, que se convirtieron en una gran encuesta, luego la primera vuelta es dentro de 120 días, y la segunda vuelta, si llega a ser necesaria, un mes después.

Pero detrás de esa gran incógnita, hay una verdad, irrefutable. El Gobierno se encargó de que haya sequía total de pesos para que la inflaicón se aplaque. La gente tiene que cumplir obligaciones en pesos y no los tiene. Eso, en plena cosecha récord, que trae dólares, más gente vendiendo dólares para cumplir con sus compromisos, genera en la argentina una situación de dólar dormido. Pero la elección no está lejos, y llegará un momento en el que esta pausa cambiará de posición.

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