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Agro y ganadería, a la espera de precios en suba

No sería de extrañar que en los proximos meses el precio de la soja en los puertos brasileños y argentinos tenga un sendero menos volátil y menos bajista que en Chicago

Héctor Rubini 06 junio de 2019

Por Héctor Rubini Instituto de Investigación en Ciencias Económicas. USAL.

La cotización de la soja logró recuperarse desde la primera quincena de mayo en que amagó con perforar el piso de los US$ 292/ ton. A partir del 23 de mayo mostró una rápida recuperación, en lo que va del mes oscila en torno de los US$ 320.

El nivel de lluvias anormalmente alto en gran parte de los Estados Unidos. ha generado retrasos de siembra de granos gruesos que en varias zonas se han tornado en cancelaciones definitivas. Las inundaciones en el Midwest son de las peores que se registren desde 1993. Mal que les pese a no pocos funcionarios de la gestión Trump, se ajustan a las predicciones científicas sobre el cambio climático. Solo en mayo se han registrado 270 tornados entre el centro y del país y la costa atlántica. Además de las zonas anegadas, hay miles de hectáreas donde es imposible iniciar siquiera ningún tipo de labores agrícolas.

Este factor puede sostener el precio por encima de los US$ 315, pero el debilitamiento de la demanda china puede contrarrestar su recuperación. Por un lado, se presenta la peste porcina africana que ha diezmado el stock de cerdos, y reducido la demanda de alimentos balanceados, afecta por igual a la oferta de Estados Unidos y otros países. Por otro, el conflicto comercial entre China y Estados Unidos. Luego de la suba de aranceles dispuesta por Trump, China respondió con aranceles sobre importaciones estadounidenses por U$S 60.000 millones y desde la semana pasada con la suspensión por tiempo indefinido de compras de soja estadounidense.

El impacto futuro de este factor es incierto. Muchos operadores esperan que en la cumbre del G-20 en Osaka, Japón, Trump y Xi acuerden alguna forma de tregua. La postura china es ahora de seguir una estrategia tipo “ojo por ojo” e impacta directamente en la situación financiera de los productores de estados sojeros clave para la potencial reelección de Trump: Illinois, Minnesota, Ohio, Iowa, Indiana, Nebraska y Missouri, golpeada además por el factor climático

Esto puede contribuir a la baja de la cotización de la soja, pero no necesariamente para los embarques de puertos de Brasil y Argentina. No sería de extrañar que los próximos meses, el precio de la soja en puertos brasileños y argentinos muestre un sendero menos volátil, y menos bajista que en el mercado de Chicago.

En el caso del maíz, las perspectivas son hacia la suba, y probablemente más favorable para nuestro país, que cierra la campaña 2029-20 con mayor cosecha de maíz que de soja. El reciente anuncio de Trump de aranceles a importaciones mexicanas no se extendería a las compras de maíz de ese país.

Por ahora no se prevé un desvío de demanda estadounidense hacia Brasil o Argentina, pero el gigante chino enfrenta otro problema. Desde hace meses se observa un rápido avance de la llamada oruga militar, que ataca a los cultivos de maíz y caña de azúcar. Actualmente se han reportados daños severos en los cultivos de quince provincias chinas de la zona centro-sur del país, y con extensión al menos a provincias del nordeste. Según un informe de la semana pasada del Departamento de Agricultura del gobierno de los Estados Unidos (USDA), los productores chinos en su gran mayoría no parecen contar con capacitación suficiente y recursos financieros para combatir esta plaga en el corto plazo. Esto puede contribuir a un faltante de stocks que en el marco de la guerra comercial con Estados Unidos probablemente impulse al precio del maíz hacia la suba para los próximos meses.

Por el lado de la ganadería cabe mencionar que el fin de semana se detectó un caso de “Vaca Loca” en Brasil que forzó al país vecino a suspender sus exportaciones a China. Esto podría favorecer a los frigoríficos exportadores argentinos, aunque es probable que dicha barrera a la exportación sea levantada por Brasil en breve, de modo que el impacto en las ventas de Argentina a China sería mínimo.

Las exportaciones de nuestro país a China de carne enfriada, congelada y procesada crecieron 90,7% interanual en el primer cuatrimestre de este año, pasando a representar el 69,2% de las exportaciones de carne. El panorama de corto plazo por este lado es favorable para los frigoríficos exportadores, ya que la peste africana dejaría un saldo de 200 millones de cerdos muertos en China, de modo que la sustitución por carne bovina importada se va a sostener al menos un año más. Por otro lado, con relación a un año atrás, los importadores chinos están pagando precios en dólares entre un 10% y 35% más altos (los más beneficiados por ahora son los cortes congelados sin hueso).

Lo que preocupa, sin embargo, es la sustentabilidad de la ganadería bovina local. Frente a elevadas tasas de interés, subas de costos y alta presión tributaria, más las demoras de pago de productores que compran animales para engorden incentivan dos comportamientos: a) las ventas directas de productores a frigoríficos que pagan en promedio a 7-10 días, y b) liquidación de hembras.

Según la Cámara Argentina de Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina, en abril pasado la participación de hembras en la faena total ascendió al 52,5%. Usualmente se considera que cuando ese porcentaje supera el 45% indicaría liquidación de vientres, lo que sugiere una fuerte caída del stock de terneros a partir del año próximo.

Sin embargo, las buenas noticias del exterior se verán en parte opacadas por las presiones alcistas en el precio de la carne en el mercado interno. El actual contexto con costos y precios en alza, con altas tasas de interés incentiva la liquidación de vaquillonas de menos de 4 años lo que genera serias dudas sobre la sustentabilidad de la oferta para satisfacer la demanda externa y el mercado interno. Las elevadas tasas de interés fuerzan a acortar el ciclo de producción y ventas, lo que conduce a liquidación de hembras en el corto plazo ante la alta demanda externa. Pero el resultado inevitable no es otro que escasez de oferta de carne a partir del año próximo, y presiones a la suba del precio en el mercado interno, perjudicando a los consumidores finales. Algo que no necesariamente va a beneficiar a los productores ganaderos, pero que va a complicar los esfuerzos del próximo gobierno para combatir la inflación.

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