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Tras un libro confrontativo, un discurso conciliador

12 mayo de 2019

Cristina Kirchner es una de las dos personas que puede ganar las próximas elecciones presidenciales y de allí que cada uno de sus movimientos, declaraciones y silencios empiezan a ser leídas en esa clave. Su centralidad política quedó en evidencia  en los últimos días en los que acaparó la atención a partir de la publicación de un libro y su posterior presentación.

Pero también quedaron expuestas algunas contradicciones de su estrategia porque Cristina intentó presentar con tono conciliador un libro que escribió con tono confrontativo.

En la Feria del Libro, Cristina anticipó los rasgos que tendría su campaña si finalmente decide ser candidata y anticipó también, implícitamente, algunas pautas de un eventual Gobierno. Les avisó a todos, al mencionarlo como inspirador del libro, que la persona clave en su armado político en este momento es Alberto Fernández, hoy nuevamente kirchnerista, y probablemente la figura más aceptada por los no kirchneristas. Una señal que procura llevar cierta tranquilidad.

Otra idea implícita en su discurso es que considera necesario un pacto social para contener la puja precios-salarios. No pudo sustraerse del clima de época en el cual desde todos los sectores se hacen referencias a los acuerdos políticos luego de la iniciativa del Gobierno y planteó la necesidad de “un nuevo contrato social” al que se refiere en la última página de su libro.

Recordó  el Pacto Social de 1973 y al ministro de Economía de entonces, José Ber Gelbard. Es obvio que las condiciones son distintas y no tiene sentido repasar lo que ocurrió con aquella experiencia pero sí está claro que para un eventual Gobierno, Cristina piensa en algún tipo de acuerdo. ¿Apunta a “un pacto de rentas, para combatir la inflación y reducir los precios” según la reciente definición de Felipe González sobre los pactos de La Moncloa?  También citó al General Perón y a sus cuestionamientos al comportamiento de los firmantes del Pacto Social y su amenaza de renuncia que tuvo como respuesta una importante movilización de apoyo. Un guiño para sectores del peronismo que está disputando con los referentes de Alternativa Federal.

También habló de Donald Trump y destacó sus iniciativas destinadas a proteger e impulsar al sector industrial, el único punto en el que puede tener alguna coincidencia con la política económica de Estados Unidos.  Pero la mención elogiosa a Trump debe tomarse como una señal frente a un escenario externo que cambió mucho en los últimos años.  En un eventual gobierno, Cristina se encontraría casi sin aliados en el continente y con un contexto menos favorable para las economías emergentes del que prevaleció en la mayoría de los años del kirchnerismo.

Las condiciones internas también serán distintas. En su libro, Cristina destaca que todas sus iniciativas fueron discutidas y aprobadas en el Congreso, pero la composición del Congreso será ahora distinta, ninguna fuerza tendrá mayoría propia y, por lo tanto, las negociaciones deberán ser constantes. Se sabe que la actitud negociadora en la búsqueda de acuerdos nunca fue el fuerte del kirchnerismo.  El tono moderado apuntó a los votantes pero también a recomponer relaciones con algunos sectores porque además de acrecer de mayoría en el Congreso, sólo un puñado de gobernadores está identificado políticamente con ella.

Aún no se sabe si Cristina será candidata, aunque todos sus pasos apuntan a que lo será. De serlo, ya dio pautas de cómo será su campaña en la queintentará remontar su elevada imagen negativa, un dato que pesa mucho en las elecciones con balotaje.

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