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Las políticas están obturadas

14 mayo de 2019

Por Pablo Mira Docente e investigador de la FCE-UBA

A lo largo de la Historia se ha estudiado conceptualmente en la teoría económica la “relevancia” de la política económica, entendiendo por esto el impacto de estas decisiones sobre el comportamiento real de las variables macroeconómicas. En general el resultado es que en una economía “que funciona normalmente” los impactos de las políticas resulta ser más menguado.

Sin embargo, Argentina es nuevamente especial respecto de estas cuestiones. En nuestro país las políticas económicas se encuentran en la actualidad sumamente limitadas tanto en cantidad como en efecto. Por un lado, la acumulación de un déficit público importante durante varios años acota la capacidad de la política fiscal. Con una demanda de dólares permanente y sostenida, y una oferta de billetes perpetuamente limitada, cada expansión fiscal termina por resultar en una pérdida dramática de divisas. Si el déficit se financia con emisión monetaria y se quiere sostener el precio del dólar, sufren las reservas internacionales pues los agentes cambian pesos por los dólares en poder del BCRA. Si en cambio el déficit se financia con deuda, la economía entra en un sendero dudoso y se expone a los malhumores de los mercados internacionales o del propio FMI.

Pasemos ahora a la política de tipo de cambio y tasas de interés. En un entorno inestable y con una credibilidad herida, los agentes no tienen demasiado claro cuál es el régimen de política monetaria que “logra el truco”. En estas circunstancias, la reacción ante cada salto en el tipo de cambio consiste en renovadas alzas en las tasas de interés para detener la devaluación y evitar efectos de feedback sobre las expectativas. Esto funciona razonablemente si se quiere detener una corrida puntual, pero como respuesta sistemática esta estrategia trae problemas. El principal de ellos es que las tasas de interés terminan siendo permanentemente más altas, produciendo deterioros sobre las hojas de balance y sobre la dinámica del crédito para el capital de trabajo de las empresas, en especial de las Pymes.

En un contexto de políticas macroeconómicas virtualmente obturadas, la capacidad del sector privado para contribuir a salir de la coyuntura es discutible. Si bien en un plazo inmediato las empresas pueden beneficiarse de la baja de algunos costos (con excepción de los financieros), lo que se necesita con urgencia es recuperar la demanda de sus productos y servicios. La experiencia de 2002 mostró que luego de una crisis brusca que precipitó una suba sostenida del tipo de cambio real, es posible recuperarse durante varios años. Pero la experiencia vivida entre 2003 y 2008 tuvo otro condimento esencial: la extinción virtual de los pagos de deuda durante varios años gracias al proceso de reestructuración de la deuda pública.

Lamentablemente, en la actualidad la deuda vuelve a ser una restricción de difícil solución en el corto plazo, creando una nueva limitación para el funcionamiento adecuado de las políticas macroeconómicas contracíclicas tradicionales. Aunque de todos modos, en cualquier caso es improbable que el FMI decidiera en base a una agenda de ese tipo.

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