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¿Cuánto cambia el escenario tras la decisión de Cristina?

En Casa Rosada sostienen que poco es lo que cambia. Alternativa Federal, el espacio más complicado. Semana de definiciones

20 mayo de 2019

La decisión de Cristina Kirchner, el sábado por la mañana, de adelantar la fórmula de Unidad Ciudadana, más de un mes antes del cierre oficial de listas y con ella como vice de Alberto Fernández, generó un gran impacto político y mediático. Desde entonces, todas las discusiones públicas parecen girar alrededor de esa jugada. Para interpretar razones, prever resultados y avizorar cambios posibles en la estrategia de rivales y posibles aliados.

En el kirchnerismo, la sorpresa no resultó muy distinta que en otros espacios. Apenas un puñado de privilegiados estaba al tanto de lo que la senadora nacional iba a anunciar, imprevistamente. Y con la sorpresa llegó una combinación de inquietud y de optimismo, en dosis variables. Y cambiantes. Más allá de las razones explicitadas por la expresidenta, tanto la militancia más consustanciada como la dirigencia entendió la decisión como un gesto hacia el resto del peronismo: disidente, federales o antikirchneristas. La rápida reacción de gobernadores y líderes territoriales le dio fuerza simbólica y material a la acción y pudo cumplir con las expectativas. Mientras se espera la manera en que el núcleo dirigente de Alternativa Federal procese el impacto. El objetivo, en términos de ingeniería electoral, es neutralizar, sumar o acorralar al espacio.

No obstante, la decisión no parece sólo destinada a lograr esa construcción política que le permita ganar y conseguir una nueva mayoría. Si no, también en términos de esquema de gobierno posible. De cara a la gestión. Cristina considera que su impronta no resulta la más indicada para la complejidad de negociaciones y desafíos que tendrá el próximo gobierno. Y apuesta a que Fernández sea el que esté al frente de esas tareas. “Que Cristina me acompañe es esencial para mí, si no, no sé qué hubiera hecho. Ella cree que yo sirvo más para este momento que ella. Pero que esté conmigo ayuda mucho porque es como tener a (Lionel) Messi y que yo sea el 9 que hace los goles”, sostuvo ayer por la mañana.

En cuanto al Gobierno, las reacciones fueron variadas. Por un lado, la preocupación por la forma en que Cristina volvió a tomar la iniciativa. Luego, cierta convicción de que el escenario no cambia en lo esencial para sus chances. Y alguna intuición voluntarista de que podría beneficiarlos. “Es la primera vez en el continente que el candidato a vicepresidente anuncia quién sería su candidato a presidente. Deja en claro quién es el que manda. La segunda cosa única es que con la imagen de Alberto endureció su techo y perdió la solidez de su piso”, escribió el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba en su habitual columna de opinión en el periódico Perfil, sintetizando los argumentos que utilizaron algunos funcionarios y dirigentes de Cambiemos en sus intervenciones públicas.

En el oficialismo, los ánimos venían caldeados. Por los cruces internos entre aliados y por las diferencias respecto de cuál debe ser la estrategia electoral. La Convención de la Unión Cívica Radical, el 27 próximo, deberá definir cuál será su posición orgánica en Cambiemos. Se da por descontada la continuidad, pero está en debate de qué manera. La posibilidad de ser parte de la fórmula, consideran dentro del partido, se acrecienta con la decisión de Cristina, en tanto el Gobierno necesita consolidar su base de acuerdos. Mientras que otros sectores de Casa Rosada hacen fuerza para lograr que esa apertura incluya a sectores peronistas.

En ese sentido, se plantea una duda en el campo oficialista. Si le conviene o no que se diluya eperonismo federal como alternativa. Que así sucede podría beneficiar más la tan mentada polarización con la que el Gobierno piensa sobrellevar la campaña, mientras espera que las variables socioeconómicas, sin dar señales de mejora, por lo menos no empeoren de manera irreversible. En tanto, especulan sobre el impacto real de una confluencia mayor del peronismo detrás de la fórmula Fernández-Fernández. Como los popes del peronismo federal, en Casa Rosada también miraban durante el fin de semana, con cierto escozor, los envíos de salutaciones de algunos mandatarios que no contaban en las filas de Unidad Ciudadana. En especial, las del chaqueño Domingo Peppo. O de los más moderados Gustavo Bordet (Entre Ríos) o Sergio Uñac (San Juan).

En Alternativa Federal, el desconcierto le ganó a la sorpresa. En su núcleo constitutivo rechazaron la decisión y esperan definir qué hacer esta semana, cuando puedan verse las caras. El salteño Juan Manuel Urtubey fue el más taxativo en su rechazo. Roberto Lavagna consideró que el anuncio “ratifica la necesidad” de que haya un espacio “centroprogresista”. Y Sergio Massa fue el más fluctuante. Mostró afinidad con el anuncio de Cristina y luego ratificó su decisión de ser candidato. El líder del Frente Renovador mantiene canales de diálogos y negociación concretos con el kirchnerismo y no sería extraño que termine acordando con el nuevo esquema de poder.

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