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Un eventual regreso de Cristina  

Alejandro Radonjic 10 abril de 2019

Por Alejandro Radonjic

“Es bueno recordar que las yeguas también son herbívoras”

-Cristina Kirchner (2018)

Independientemente de la decisión electoral de “La Jefa”, el kirchnerismo quiere volver a la Casa Rosada el 10 de diciembre y dejar atrás lo que el diputado Agustín Rossi denominó, en alusión a Cambiemos, “un accidente histórico”.

Si no es Cristina, hay variantes (será otro compañero/a), aunque menos potentes y hay posibilidades no menores: eso dicen los sondeos, cuanto menos. Problematizar un regreso del kirchnerismo no es ciencia ficción, como en 2017, cuando la marea amarrilla rebasó el territorio. En 2018 pasaron cosas y la elección hoy es una moneda en el aire.

¿Pero qué hará el kirchnerismo, si gana, desde el 10 de diciembre? Con la verba de la tropa alocada exclusivamente en criticar a la gestión en curso y la líder en silencio, no es tarea fácil desentrañar ese enigma. Tampoco hay un “transition team” pensando estas cuestiones. Hoy, los esfuerzos están más invertidos en la ingeniería electoral. Se puede, eso sí, inventariar el contexto; describir los márgenes que tendrá la política económica y apelar al track record previo a 2016.

Obviamente, los márgenes serán estrechos y distintos. No hay dólares (ni prestamistas voluntarios) y sólo quedará un “canuto” de menos de US$ 6.000 millones de Washington para 2020; el superciclo de las commodities es parte de un pasado irrepetible; los líderes “progresistas” de la región han sido barridos por la derecha, la Justicia y la biología; Donald Trump domina la Casa Blanca; las tasas globales ya no están en 0% y, sobre todo, el FMI está en la cama (y no quiere irse). “Si el kirchnerismo vuelve, será un cogobierno con el FMI”, dice Julio Burdman y compara a Unidad Ciudadana con el griego Syriza, que lidera el país heleno desde 2015. “Llegó como el partido de la alternativa del ajuste y terminó siendo el que tuvo que cogobernar con la troika”, resume. “En Argentina, pasará lo mismo. Les guste o no, un eventual Gobierno kirchnerista deberá ser de ajuste”, concluye.

Las ideas

¿Cómo están pensando estos asuntos cerca de Cristina y en los diversos satélites que la circundan? La necesidad de un plan es harto evidente en una Argentina complejísima, como la que se avecina desde el 10 de diciembre. Quien gane, no tendrá luna de miel extensa y deberá ofrecer soluciones prontas en el plano macrofinanciero y también, en la economía real: los problemas de empleo, más allá de la tasa de desempleo, son grandes y la pobreza terminará arriba de 30%.  Peor aún. Si se perfilara una victoria de Cristina tras la primera vuelta de octubre, noviembre y los primeros días de diciembre van a ser días para abrocharse los cinturones. “Eso reducirá aún más los márgenes de maniobra”, dice un economista cercano a las filas peronistas.

Va de suyo que volver para hacer lo mismo ya no es posible, aunque eso pareciera reclamar una parte de la ciudadanía. “Con Cristina estábamos mejor”, dicen. “Podía viajar y había laburo”, completan. “Van a querer proponer medidas grandiosas, sin poder hacerlo”, dice un economista en off, que pide no sucumbir a la tentación de atrasar el tipo de cambio. A favor, un eventual Gobierno kirchnerista tendrá una parte del “trabajo sucio” hecho: un valor del dólar más realista (y gran parte del pass-through ya incorporado); tarifas más realistas y un desequilibrio primario en 0%.

El FMI

Las diversas fuentes consultadas por El Economista, todas cercanas a las filas kirchneristas, coinciden en que el acuerdo con el FMI deberá renegociarse.  Ese será el nudo gordiano de la nueva era. Además, hoy no hay US$ 57.100 millones para pagar taca-taca a la 2005 y sacarse la tutela del FMI de encima ni tampoco luce conveniente devolver ese monto en 3-4 años.

Kicillof es siendo el principal interlocutor económico de la expresidenta. “Tiene toda su confianza”, dicen cerca suyo

Pero incluso en el propio organismo reconocen que el desenlace más probable del Stand-By Agreement (SBA) sea una Extended Fund Facility (EFF) que reprograme y estire los vencimientos a cambios de reformas estructurales. Pero el kirchnerismo quiere ir más allá de reperfilar los vencimientos y buscará conseguir mayores márgenes de maniobra. “Vamos a dialogar con el FMI, que siempre dice que el programa no es de ellos sino de Argentina. Bueno, ahora deberán demostrar eso y que su apoyo no fue exclusivo para la gestión de Cambiemos”, dice una alta fuente.  A favor de esa postura está el hecho de que el nuevo Gobierno va a tener “leverage” para suavizar algunos condicionamientos.  El FMI también se juga, y demasiado, con Argentina.

Más voces

En una entrevista reciente con El Economista, el politólogo Germán Lodola dijo que hay un desafío estratégico y comunicacional, así como una necesidad de agrandar las bases de sustento: Hablar del presente lamentable, como único recurso, es una tentación y remite a un pasado que fue mejor, que resulta difícil de repetir. Porque las condiciones y los recursos son otros. Y no existe una idea clara de cómo salir de esto. Está ofreciendo algo que no está en condiciones de dar: volver a vivir como vivíamos antes. En ese sentido, quizá una de las cosas que se podría hacer sea intentar reeditar la coalición de actores y sectores económicos de los inicios de Néstor Kirchner. Y, ligado a esto, ofrecer bienes e infraestructura social”.

Consultado por El Economista, el politólogo Nicolás Tereschuk hace eje en el “pragmatismo” de Cristina: “Yo no sé si será candidata o no ni qué piensa hacer. Lo que sí creo es que hay una idea como que Cristina es una persona ultraideológica en su enfoque de políticas públicas y me gustaría destacar su costado pragmático. Para ello basta recordar nomás su cierre de acuerdos con el Club de París, el Ciadi, Repsol y su inicio de tratativas con el FMI con respecto a las estadísticas públicas durante su segundo mandato, de cara a un posible regreso a los mercados de deuda, enfoque que se vio bloqueado por la Corte Suprema de Estados Unidos”, dice. El autor de “La Calesita Argentina” (Capital Intelectual, 2018) concluye: “Diría que, en Cristina, muchas veces lo que se lee como 'ideológico' es apenas fruto de la necesidad. No porque sea una dirigenta sin ideología, pero afirmar que carece de pragmatismo creo que es no observar con atención la evidencia histórica”.

En el kirchnerismo creen que será necesario ampliar la coalición y “sumar a todos los que quieren derrotar a Macri”

A su vez, Leandro Ziccarelli (Centro CEPA) ofrece algunas pistas sobre la herencia del macrismo y las necesidades de un eventual nuevo Gobierno. “A grandes trazos, Cambiemos dejaría el problema de la deuda, una inflación más elevada y una economía en recesión. Levantar esas tres problemáticas va a ser complejo, sobre todo la deuda. Así como están, 2022 y 2023 son impagables. Hay que sentarse inevitablemente con el FMI y renegociar. Es impensado que Argentina devuelva US$ 50.000 millones en dos años sólo para cancelar al FMI. Cuando firmaron el acuerdo, tanto los funcionarios como los técnicos del FMI, sabían que ese cronograma de repago era un delirio”, sostiene y dice que el nuevo Gobierno tendrá “leverage”: “Si el FMI no concede, tampoco cobra: se refinancia o se defaultea”. En diálogo con El Economista, concluye: “El que venga, si quiere solucionar problemas, tendrá que hacer algo más parecido a lo que se hacía con el Gobierno anterior: regular la cuenta capital y lo ideal sería algo intermedio entre el cepo y la exagerada desregulación actual; administrar el comercio y, como dije, renegociar la deuda con el FMI”.

A la vez, Sergio Woyecheszen, integrante del equipo de economistas de Agustín Rossi, agrega: “La situación macro es y será muy delicada, y sin solución de continuidad en el marco del actual ajuste. La primera obligación es encontrar diagonales para recuperar crecimiento y recaudación. A la vez, reorientar la estrategia financiera hacia una economía que logre margen externo para crecer. También hay que reestablecer medidas macroprudenciales. Por otro lado, se necesita política fiscal (gasto e impuestos) para estimular la demanda efectiva y una mejor distribución; en política monetaria, se precisa tasa para lograr la estabilidad externa y, además, política cambiaria e ingresos para la estabilidad interna y producir”. Más hacia adelante, dice: “Resuelto eso, faltará un programa de mediano y largo para transformar estructura productiva, política industrial para escalonar productiva y tecnológicamente las exportaciones. Necesitamos hacer un ingreso inteligente a cadenas globales y regionales de valor”.

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