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Trump y Netanyahu no cesan de jugar con fuego

Trump se verá forzado a enfrentar una nueva realidad y repensar los decibeles de su ruidosa agenda. Además de la situación económica, el frente internacional deja muchas costuras sueltas, como la inoportuna propuesta de anexar a Israel las alturas del Golán.

Atilio Molteni 04 abril de 2019

Por Atilio Molteni Embajador

En estos días parece obvio que el presidente Donald Trump se verá forzado a enfrentar una nueva realidad y a repensar los decibeles de su ruidosa agenda. Diversos analistas ven crecientes nubarrones en la situación económica, un frente internacional que por ahora deja muchas y peligrosas costuras sueltas, como la inoportuna propuesta de Washington de anexar a Israel las alturas del Golán y, por si al menú le faltaran especias, existen ciertos ruidos tempraneros vinculados con las elecciones presidenciales del año que viene. Con igual vehemencia, el inquieto aliado del Jefe de la Casa Blanca, el Primer Ministro de Israel, también juega con una notable ruleta rusa de política regional que apila enemigos y tensiones eléctricas, como si ello permitiera ocultar bajo la alfombra las repetidas acusaciones de corrupción que pesan sobre sus espaldas. Ambos mandatarios sienten igual vocación por tapar el inventario de conflictos existentes, con otros de mayor envergadura que hacen una amplia sombra en el piso. Repasemos los hechos.

Por empezar, la Casa Blanca deberá ajustar el presente relato de los éxitos vinculados con el crecimiento económico y el pleno empleo, por la sencilla razón de que el primer cuatrimestre de 2019 viene con datos menos positivos y un déficit fiscal de proporciones colosales, alimentado por el drástico bajón de recursos que provocó la reforma impositiva de Trump.

Aunque nadie sabe cuánto de ello repercutirá sobre el respaldo electoral, los sectores afectados por la guerra comercial con China y otros mercados, como los exportadores de productos agrícolas, están perdiendo la paciencia y confianza en el gobierno. Y aunque el gran acontecimiento político de las últimas horas fue el anuncio de que el Informe del Consejero Especial Robert S. Mueller III, quien investigó la posible obstrucción de justicia por parte del habitante de la Oficina Oval no lo involucró ni lo desligó de semejante proceso, seis de sus asociados o asesores fueron procesados por cometer diversos delitos y éstos optaron por declararse culpables en un desesperado intento por bajar las penas originadas por dichas acciones.

Esa dubitativa situación se modificó horas después, tras los pedidos del ala demócrata de recibir en el Congreso la totalidad del informe, hecho que indujo al Fiscal General a prometer su envío hacia mediados de abril, una vez realizadas los ajustes de datos que puedan afectar a la seguridad nacional. Por otra parte, haciendo gala de su tradicional aptitud por doblar la apuesta, Trump declaró que el informe le había asignado una victoria total a su conducta y que él se sentía libre de cargos, ya que siempre consideró este proceso como una “una caza de brujas” y una conspiración.

Poco antes, el 21 de marzo, el Jefe de la Casa Blanca afirmó que, después de 52 años, Estados Unidos debería reconocer el territorio de las Alturas del Golán como parte del suelo israelí, por su valor estratégico y por el papel que ello supondría para asegurar la estabilidad regional, lo que concretó con su firma cuatro días después en ocasión de una visita del primer ministro Benjamín Netanyahu a la Casa Blanca. Tal pronunciamiento contradijo la posición histórica de su país y de la mayoría de los miembros de la comunidad internacional, lo que sólo habrá de acarrear consecuencias negativas para el difícil proceso destinado a lograr un acuerdo de paz en Medio Oriente, pues los países árabes consideran que esa porción territorial es parte de Siria. El respaldo no excluye a los gobiernos que se oponen a Bashar al-Assad. Además, el nuevo enfoque le da a Irán una excusa más para justificar sus acciones contra los israelíes.

Las Alturas del Golán están ubicadas en la frontera entre Israel con Siria, El Líbano y Jordania. Es una meseta de unos 1800 kilómetros cuadrados, 1.200 de ellos ocupados por Israel y otros 235 supervisados por los observadores de la UNDOF, que es una fuerza de mantenimiento de la paz de la ONU. El resto del territorio se halla bajo la soberanía de Siria. Israel conquistó esas tierras en 1967, durante la guerra denominada de los Seis Días, y lo conservó tras la guerra de 1973. La resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, del 22-11-1967, adoptada por unanimidad, considerada como una de las bases fundamentales para la solución del conflicto árabe-israelí (en su redacción tuvo una destacada participación la delegación argentina), sostiene la inadmisibilidad de la adquisición de territorio por medio de la guerra, lo que implica considerar a esas Alturas como “territorio ocupado”, mientras Israel sostiene que es un “territorio en disputa”. Ninguno de los enfoques permite declararlo parte soberana de este último país.

A través de los años fracasaron diversas negociaciones entre Israel y Siria para llegar a un acuerdo de paz, intentos realizados con la significativa mediación de los Estados Unidos. Inclusive en el 2000, el Gobierno de Israel estuvo dispuesto a devolver ese territorio y retirarse muy cerca de la costa del Lago de Galilea, pero Assad no aceptó su pretensión de conservar un corredor terrestre a lo largo de su margen oriental, cuyas aguas son esenciales para el consumo del país. Las Alturas tienen un gran valor estratégico porque dominan dicho Lago y antes de 1967 fueron utilizadas reiteradamente por los sirios para atacar a la Galilea israelí. En los últimos años, Israel sostuvo la necesidad de controlarlas para mantener alejados a grupos terroristas auspiciados por Irán -como Hezbolá y las milicias chiitas- y para evitar las consecuencias de la guerra civil que existe en Siria.

La lectura generalizada de esta decisión es que el presidente de Estados Unidos formuló esta declaración a pedido de Netanyahu para favorecer su posición, debido a que, no obstante su gran talento político, el 9 de abril enfrenta una elección general muy disputada. Ello se debe a dos razones: la primera, que el Procurador General israelí dio a conocer una acusación preliminar en la que se le imputan cargos de corrupción, fraude y abuso de confianza vinculadas con tres situaciones distintas, a lo que se agrega una investigación por la compra realizada al astillero Thyssen-Krupp de submarinos y otros buques. Estas causas pueden tener consecuencias electorales ya que, de acuerdo con la tradición israelí, pueden ir a la cárcel los dirigentes que no actúan conforme a derecho.

La segunda, es que dos Partidos del centro político se unieron con miras a las elecciones, y, en uno de ellos, tienen un papel preponderante tres ex jefes del Estado Mayor, lo cual puede neutralizar los antecedentes positivos de Netanyahu en materia de seguridad, por su desempeño en el cargo durante múltiples situaciones de conflicto. Este nuevo Partido es el Azul y Blanco, está presidido por el General Benny Gantz, quien exhibe destacados antecedentes militares a raíz de la conducción que le cupo en las ofensivas contra Hamas en Gaza en los años 2012 y 2014 -lo que siempre constituye un grave problema de seguridad- pero sin una actuación política anterior. No obstante ello, su Partido está bien colocado en las encuestas, junto al Likud de Netanyahu.

El problema es que esos datos no suelen ser inamovibles en Israel, donde la formación de un Gobierno suele depender de los arreglos que puedan hacerse en la Knesset (Parlamento) entre los Partidos con representación en ese poder, un proceso en el que suelen primar las fuerzas derechistas, elemento que favorece a Netanyahu, algo que permite inferir que el próximo Gobierno quedaría comprometido a llevar adelante la anexión de las Alturas del Golán.

Otra consecuencia de la presentación efectuada por Trump, es que el nuevo escenario deja su plan de paz definitivo para el Medio Oriente como una tarea a desarrollar más adelante, en tanto los palestinos de la Margen Occidental del Rio Jordán temen que la declaración sobre las Alturas del Golán indique que le aguarda el mismo futuro al territorio ocupado que ellos reclaman, al consolidar la tendencia pro-israelí que ya adoptó Donald Trump con el reconocimiento de Jerusalén como capital del Estado Judío y otras decisiones que hoy limitan las posibilidades de la Administración Palestina. Al mismo tiempo, el enfoque de Washington fue bien recibido por el público israelí, el que computa el hecho de que muchos de sus soldados debieron ofrendar la vida para preservar las actuales divisiones territoriales.

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