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Los anuncios ayudan, pero no reemplazan la reducción del gasto público

Jorge Colina 16 abril de 2019

Por Jorge Colina Idesa

Desde el Gobierno se prepara una serie de anuncios tendientes a morigerar los impactos negativos de la crisis. Según trascendidos, se buscaría incentivar el consumo popular mediante acuerdos de precios para productos de la canasta básica, expandir el crédito al consumo, tomar un promedio de los últimos años de las exportaciones a los fines de reducir los efectos distorsivos de las retenciones y aminorar los ajustes de tarifas.

Las medidas aspiran a beneficiar a los sectores de menores ingresos y a los exportadores, con lo cual, son entendibles y compartibles. De todas formas, no hay que poner demasiadas expectativas en que puedan ser el motor de salida de la crisis. Son paliativos. Para salir de la crisis se necesita algo más.

El modelo del Fondo Monetario Internacional (FMI) consiste en cerrar el desequilibrio externo (la escasez de dólares) mediante un esquema de dólar alto. La prueba está en que en el último año el dólar se duplicó, los precios crecieron la mitad que el dólar y los salarios crecieron por debajo de los precios, y el esquema cambiario del FMI señala que el dólar puede seguir subiendo hasta $51 (más allá de las miniintervenciones que comenzaron esta semana para reducir la volatilidad) pero la emisión monetaria tiene que ser cero. Claramente lo que se quiere es que el dólar se mantenga alto. Esto efectivamente está reduciendo el desequilibrio externo, como lo muestra la caída del 25% interanual que vienen mostrando las importaciones desde setiembre del año pasado.

El problema es que la caída de importaciones provoca caída de la actividad económica ya que el 85% de las compras al exterior son bienes de capital, repuestos e insumos. La contracción de la actividad trae como corolario disminución de los ingresos públicos. Esto se observa en los tres primeros meses del 2019 donde la recaudación de AFIP creció por debajo del 40% cuando la inflación estuvo por encima del 50% anual. Cuando se observa cuáles son los impuestos que menos crecen, aparece que son los ligados a las importaciones que crecieron sólo el 11% anual.

Con la caída de los ingresos públicos, se pone en riesgo el otro objetivo del Gobierno, que es cerrar el déficit fiscal. El FMI pide entonces que se fortalezcan los ingresos públicos. Pero esto es contradictorio porque aumentar la presión impositiva en recesión es agravarla y, con ello, posiblemente hacer caer más la recaudación.

La salida es mejorar sustancialmente la calidad del gasto público para reducirlo eliminando inequidades e ineficiencias. En esta estrategia lo recomendable sería avanzar en consensos para resolver los desequilibrios del sistema previsional y profundizar el proceso de eliminación de los programas nacionales superpuestos con funciones provinciales y municipales y de los subsidios nacionales a la energía y el transporte.

En el tema previsional hay que tender a la nivelación de las edades de retiro, evitar la duplicación de cobertura que produce la pensión por sobrevivencia, revisar la regla de movilidad cuando una persona recibe más de un haber previsional, eliminar los sistemas especiales que jubilan gente antes, con menos aportes y/o mayores beneficios, y cerrar definitivamente las moratorias que jubilan gente sin aportes.

En el tema de programas nacionales, hay que seguir con el proceso de reducción de estos programas en temas de educación, salud, desarrollo social, vivienda y urbanismo que se superponen con el gasto provincial y municipal. En todo caso, las “ayudas” que la Nación quiera proveer a las provincias y municipios en estos temas (que son funciones provinciales y municipales) que se limiten a conocimiento y asistencia técnica.

En materia de subsidios nacionales a la energía hay que seguir en la lógica de normalizar el mercado eliminando subsidios y, en todo caso, controlar el impacto sobre la tarifa reduciendo impuestos municipales y provinciales que pesan sobre ellas. Los subsidios al transporte desde la Nación es algo que también deben terminarse siendo que los subsidios al transporte urbano corresponden ser decididos por las provincias y los municipios.

Reduciendo el gasto a través de mejoras en la calidad de su gestión va a dar credibilidad a la meta de déficit cero. Esto brindará el clima propicio para bajar la tasa de interés y, así, recuperar la actividad económica sin reavivar la inflación. En tanto, los acuerdos de precios y el crédito al consumo popular pueden ayudar, como señal. Pero no van a hacer el trabajo que tiene que hacer una mucha mejor gestión del gasto público.

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