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La pobreza y la desigualdad en Argentina, más allá del Indec

10 abril de 2019

Por Jorge Paz

En las últimas semanas, la pobreza y la desigualdad de ingresos fueron temas de tapa de casi todos los periódicos de Argentina. Es que el Indec informó, primero, que la pobreza está afectando al 32% de la población urbana del país y, luego, que el ingreso familiar promedio del 10% más rico de la población es 20 veces más elevado que el registrado para el 10% más pobre de la población. Ubicados en un contexto en el que el resto de los indicadores económicos y sociales describen una situación particularmente mala del país, estos datos imprimen más dramatismo al panorama. A veces, eso nos impide ver en perspectiva y evaluar la situación con mayor objetividad.

Un ejercicio útil que permite evaluar nuestra situación particular como país, consiste en comparar los resultados sociales y económicos propios, con el de otros países, tales como nuestros vecinos más cercanos (Chile, Uruguay, etcétera), algunos de los cuales operan socios estratégicos en diversas transacciones comerciales, como Brasil. Ciertamente esto es posible en la medida en que comparemos indicadores similares. Repasemos, entonces, qué nos dicen los datos comparables que figuran en reportes internacionales diversos, como las bases de datos de Maddison Project y la de Cepal.

Pobreza por ingresos

La primera conclusión que se puede obtener del ejercicio que se propone aquí es que la pobreza de Argentina si bien es alta, no es la más alta de la región y, lo que es más llamativo aún, no se sitúa lejos de los países que han logrado progresos superlativos como el caso de Brasil. El 19% que calcula la Cepal para Argentina con líneas de pobreza comparables, está mucho más abajo que los valores de países con alta pobreza de la región, tales como Guatemala y Honduras, donde los niveles superan con tranquilidad el 50% de la población. También está lejos del 35% de Bolivia, o del 44% de México. Pero hay otros países que tuvieron logros verdaderamente destacables, como Chile (11%) y Uruguay (3%). Este último está muy cerca de la “pobreza cero”, para todos aquellos que preguntan si la meta de pobreza cero es una quimera.

Hay dos puntos que comparte el colectivo de países de la región: a) la gran reducción que se logra en la primera década de este siglo; b) el estancamiento durante la presente década. Todos comenzaron los 2000 con niveles muy elevados: Argentina con el 50%, Brasil con 38%, Chile con 40%, Colombia con 54%, etcétera y todos logran reducir a la mitad (y, en muchos casos, a menos de la mitad) dicha incidencia hacia principios de 2010. A partir de ese año, las reducciones de la pobreza son prácticamente nulas, registrándose, en algunos casos, aumentos. Las excepciones a estas situaciones generales son Chile y Uruguay, países que lograron caídas sistemáticas y continuas durante las dos décadas.

Crecimiento

Justamente la situación de Chile y Uruguay si bien con resultados similares, muestran caminos dispares para entender las causas de la pobreza y los posibles caminos para resolverla. Como se muestra en el Gráfico 1 lo que distingue a Chile de Uruguay y de la Argentina es el fuerte crecimiento que experimentó desde 1974 a la fecha. Se trata de un crecimiento económico de más de 40 años a una tasa cercana al 3% por año. Si se toma el período completo, se aprecia que el crecimiento económico uruguayo (1,7%) no fue tan fuerte como el de Chile, situándose en un nivel intermedio al de Argentina (1,3%).

Pero en términos de pobreza, Uruguay tuvo logros más claros y contundentes que Chile. La tasa de pobreza en este país pasó del 21% al comienzo de los 2000, al 3% hacia 2017, mientras que Chile lo hizo desde el 40% al 11%. Si bien ambos progresos son increíblemente fuertes, podría decirse que los 18 puntos de baja de Uruguay son más difíciles de lograr que los 28 puntos de Chile, porque se trata de un núcleo de pobreza crónica que requiere de acciones que trascienden al crecimiento económico puro.

La segunda gran conclusión que surge de la comparación es que el crecimiento tiene mucho para decir de la reducción de la pobreza en Chile, mientras que en Uruguay sólo es útil para explicar quizá la última fase de reducción, la del período más reciente.

 

Desigualdad

La tercera conclusión tiene que ver son la desigualdad de ingresos. Argentina podría caracterizarse como un país de baja desigualdad en el contexto latinoamericano. Medido por el coeficiente de Gini (39%), uno de los indicadores más usados para evaluar este fenómeno, se encuentra muy por debajo de Brasil (54%) y Chile (45%), y en un nivel similar la de Uruguay (39%). En este caso existe coincidencia en la evolución observada durante los 2000: una caída muy marcada durante la primera mitad de la década de 2000 y un claro estancamiento del progreso durante la segunda década.

La pobreza es un reflejo de lo que sucede con el crecimiento y con la desigualdad de ingresos. Como puede verse en el Gráfico 2, Chile se distancia de Argentina y Uruguay, pero la caída de la desigualdad en Uruguay es marcadamente fuerte durante la primera década de este siglo, al fuerte crecimiento económico que persistió en el tiempo.

De lo anterior queda claro que el crecimiento económico fue el gran responsable de la reducción de la pobreza en la región, que en los países cuyo crecimiento menguó, se estancó o se revirtió (entre los que está Argentina) la pobreza dejó de caer, a pesar de las mejoras distributivas que se dieron a principios de los 2000. Además, puede constatarse que hay países en la región que están cerca de la pobreza cero (Uruguay, por ejemplo) y que eso lo lograron combinando crecimiento económico con reducción de desigualdad.

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