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La macumba, los pactos de caballeros y las expectativas

Alejandro Radonjic 22 abril de 2019

Por Alejandro Radonjic

“Para bajar la inflación soy monetarista,

estructuralista y todo lo que sea necesario;

y si hay que recurrir a la macumba también”

-Adolfo Canitrot

Equipo que gana, no se toca. ¿Y equipo que pierde por goleada? Pasa lo mismo con las políticas públicas. La valoración de la victoria y la derrota en la batalla con la inflación es más compleja que en el fútbol, pero lo acaecido desde 2015 invita a un veredicto unánime. Si incluso en el Gobierno lo comparten: no sólo la inflación no bajó con Cambiemos sino que se aceleró y hoy navega a más de 50% interanual. Guarismo muy peligroso en un país que tuvo dos hiper hace menos de 30 años, con una demanda de dinero que hoy está por el piso y no tanta reservas netas en el BCRA: lo dicen pocos, pero lo saben varios.  A tal fin, importa poco si es una inflación más “pura” o sin muertos en el placard, es decir, sin atrasos en precios relativos. Es una inflación alta y en ascenso: algo debe hacerse y, si ese algo no funciona o sus efectos llegarán más adelante, se requiere escalar la dosis.

La cuestión del tiempo, como en el fútbol, también subyace a los anuncios recientes del Gobierno. No son 90” sino cuatro años. Por un lado, el Gobierno está perdiendo las elecciones hoy y quiere seguir. Eso declara, cuanto menos. Si está perdiendo y haciendo agua, es natural emparchar los agujeros y no caben dudas de que uno de ellos es la inflación.

La referencia temporal también vale para el gran público. Como pedía Canitrot, hay que hacer todo, y lo más pronto posible, para llevar “alivio”, como dice el argot oficial. Con una tasa de pobreza en ascenso (3 millones de pobres “nuevos” en 2018) y rayana a 50% entre los pibes, hay que hacer todo lo posible para controlar la bestia nominal. Su presencia no es el único motivo detrás de la pobreza estructural, pero es muy importante y nada bueno viene con ella.

Algo similar vale para el congelamiento de las bandas cambiarias: el dólar es el otro gran “formador de precios” por estos pagos (evidencia sobra) y debe sumarse a los esfuerzos estabilizadores. Para eso actuó el BCRA y los futuros del Rofex ya reaccionaron con fuertes ajustes hacia abajo. No es lo ideal, nuevamente, pero también es cierto que el dólar ha subido fuerte en 2018 y que el ajuste externo, medido a través de la Cuenta Corriente, ya está en marcha y el rojo externo será bastante más bajo en 2019, esto es, no es un tipo de cambio “ficticio”.

Críticas de todes

Se escuchan críticas de toda estirpe, como suele ocurrir en Argentina. “Así no se hace”, “pan para hoy?”, “el día después de los controles?”, “populismo berreta”, “electoralismo”, “generará desabastecimiento?”, “no va a salir bien”, “no deberían haberlo anunciado”, “no es lo que prometieron” y demás. ¿Todas ponderan el costo de la inacción y el hecho de que la medida tendrá impactos positivos en el corto plazo en una porción enorme de la sociedad que no la está pasando bien? Gobernar es emparchar, como dijo Mario Wainfeld y las medidas, que no son neutras y tienen costos colaterales, por cierto, deben tender a aportar más soluciones que nuevos problemas. Mientras trabaja en las soluciones “estructurales” (según su visión), el Gobierno se animó, muy tarde, a hacer algo distinto y que no estaba en su botiquín.

“En teoría, no hay diferencias entre la teoría y la práctica, pero en la práctica sí”

-Yogi Berra

Más allá del autor de la frase (hay dudas sobre si fue Berra), lo importante es la idea. En las redes bromeaban, días atrás, con la inflación de marzo: 4,7%. “Esa iba a ser la de todo 2019”, decían, en referencia a las metas de Federico Sturzenegger y Cía. El Gobierno falló feo en el diagnóstico y, por añadidura, en el tratamiento. Las lecturas que circulaban por esos días en el BCRA y alrededores fueron casi lisérgicas. Cambiemos no pegó una y nunca entendió lo que pasaba.

Además, jibarizó la política económica. En 2016, Alfonso Prat-Gay propuso algo un poco más ambicioso que lo anunciado días atrás: un acuerdo social con empresas, sindicatos y el Estado. Es difícil saber cómo hubiera resultado, pero sabemos cómo terminó Alfonso.

El “one-shot” del Gobierno no es la solución a la inflación y nadie cree eso (no como otros): por eso, en paralelo, desenchufó “la maquinta” del BCRA y marcha hacia el déficit (primario) 0%. Más allá del enojo por el tiempo perdido, los efectos sociales negativos y las promesas truncas, acierta Mauricio Macri señalando que es algo “cultural” y casi omnipresente desde los '70 para aquí. Hubiera sido mucho incluir a la “puja distributiva” entre los factores, pero es un avance.  Más estilizado, Daniel Heymann habla de “propensión inflacionaria”.

En 2013, Martín Tetaz recordaba en El Economista un cántico del clásico platense circa 1985. “El Lobo va a salir campeón, el Lobo va a salir campeón?el día que las vacas vuelen y en la Argentina baje la inflación”, contaba. Más allá de la calma chicha cavallista de los primeros años de los '90, la inflación volvió. También Gimnasia sigue sin salir campeón: profecía autocumplida.

Por estos días, Tetaz estuvo hablado de las expectativas de inflación y su necesidad de hacerlas converger a la baja (“quebrarlas”, dijo) para que eso empalme, más adelante, con el trabajo de fondo que están haciendo el BCRA y el Ministerio de Hacienda. ¿Será suficiente para estar hablando de inflaciones normales en 3-5 años? Ojalá. El Gobierno está haciendo un nuevo intento y es distinto. Es valorable.

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Solari: “En el sentido correcto”

“El anuncio de las medidas económicas, así como el decreto acerca del tema de las colectoras e incluso la suspensión de la visita de Estado a Bruselas y París, expresan un giro estratégico del Gobierno en tanto que expresa un abordaje pragmático y realista a la cuestión electoral”, dice Nicolás Solari (Director de RTD) en diálogo con El Economista. “Las medidas económicas corren en el sentido correcto. Muestran preocupación y sensibilidad en un Gobierno que hay ido perdiendo la sintonía de la opinión pública”, agregó.

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Muñoz: “Pragmáticas y legítimas”

El reflotamiento de Precios Cuidados, freno a ajustes de tarifas, créditos baratos de Anses. “Estas ideas son claramente ajenas al libreto habitual del Gobierno y algunos colegas las descalificaron como gestos populistas e inconducentes”, dice Federico Muñoz en su informe del fin de semana, pero también agrega: “Nosotros las interpretamos más bien como medidas probablemente poco eficaces, pero pragmáticas y legítimas para empatizar y recomponer vínculos con una sociedad muy castigada por la brutal estanflación”.

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