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El combate de los agrodólares

Alejandro Radonjic 01 abril de 2019

Por Alejandro Radonjic

Como en 1813, San Lorenzo vuelve a ser clave para Argentina. Ya no están José de San Martín, las tropas realistas ni peligra la Revolución de Mayo, pero lo que pase en sus costas será clave para el futuro de Argentina, su moneda y el actual Gobierno. La ciudad, sede del complejo portuario homónimo, es el principal hub exportador del país y está en temporada alta, así como las rutas que allí abrevan.

Mientras el estrés cambiario sigue dominado la plaza financiera doméstica, y el BCRA está con las manos atadas, todas las miradas están puestas en la liquidación de la megacosecha del agro.

La expectativa, lógicamente, es que ese influjo permita saciar la demanda y calmar el precio del “billete”, clave para las aspiraciones electorales del Gobierno y para que esas liquidaciones lleguen. Si el dólar se mueve para arriba, las exportadoras esperarán hasta que se termina de acomodar.

En marzo, el peso lideró el ranking de las monedas que más se depreciaron a nivel mundial: nada menos que 9,68%. A la vez, la semana pasada cayó 3,7%. Además, desde el 15 de abril, el Tesoro subastará unos US$ 60 millones diarios en el mercado.

Las voces

¿Está viniendo los dólares? “La primera etapa es la cosecha, después está la exportación y después, la liquidación. Hoy estamos en la segunda etapa y empezando a entrar en la tercera, aunque no cabe esperar que todo se liquide a medida que vayan saliendo las exportaciones”, dice Eric Ritondale desde Econviews.

“Por otro lado, si bien hay acopio y los silobolsas explotan, como siempre ocurre tras una buena cosecha, los productores están activos porque tienen que vender sus granos para pagar insumos y, además, la tasa de interés en estos niveles es un gran incentivo para cancelar esas deudas. A la vez, también es un incentivo para que las cerealeras liquiden las exportaciones”, agrega.

Por último, manifiesta que las liquidaciones ya han arrancado (“el volumen del mercado está levantado”, dice) y serán “importantes”.

En diálogo con El Economista, el analista Juan Manuel Palacio aclara que lo que hoy está entrando a los puertos del Gran Rosario es el maíz temprano, que tuvo una campaña, en algunas regiones, hasta 80% superior a la de 2017/2018. El viernes, detalla, el agro liquidó unos US$ 140 millones. A la vez, el pico sojero será hacia fines de abril y comienzos de mayo. “Ya no entra nada más en los puertos”, dice.

Los números son contundentes. Hablan de una cosecha maicera de 46 millones de toneladas y una sojera de nada menos que 53 millones. “Es difícil saber con precisión, pero las liquidaciones deberían ser unos US$ 6.000 millones sumados entre abril y mayo. Eso, más lo del FMI, van a planchar al dólar si no hay lío afuera, por ejemplo, en Brasil”, dice Palacio. En el Gobierno esperan unos US$ 10.000 millones, como mínimo, hasta septiembre. Por último, dice Palacio, más allá de que los precios hoy no sean muy atractivos, los productores tienen incentivos para vender su cosecha más allá de lo necesario para afrontar sus costos porque también tienen que invertir. Sobre las cerealeras, dice: “No creo que especulan porque, si no liquidan lo que exportan, la alternativa para pagarle al productor es financiarse a tasas en pesos muy altas”.

“Lo visto la semana pasada en las rutas del país será apenas la primera imagen de una campaña agrícola para la cual se proyecta una notable recuperación respecto a los magros resultados de la campaña anterior. Se estima que la producción total de granos podría alcanzar los 134 millones de toneladas en 2018/19, un récord histórico para Argentina y un 36% por encima de lo cosechado el año anterior, en el contexto de una aguda sequía que erosionó los resultados de la gruesa”, dicen, ilusionados, desde la Bolsa de Comercio de Rosario.

Sobre la soja, en particular, indican que apenas están entrando las cosechadoras y la recolección viene algo demorada?pero está viniendo. “Se espera que el sector agrícola proporcione alrededor de US$ 2.000 y 2.500 millones mensuales durante abril-julio. Sin embargo, reconocemos que si la moneda permanece bajo presión, los agricultores pueden retrasar las ventas de cultivos hasta más adelante, a la espera de mejores niveles de $/US$ y/o mayores precios de las commodities hacia el segundo semestre”, dicen desde Goldman Sachs.

Según Leo Chialva (Delphos), las liquidaciones van a subir aunque dice que eso no asegura la estabilidad cambiaria. En diálogo con El Economista, sostiene: “Van a venir relief rallies, pero la política es la que pondrá el piso dirá que no hay piso”.

Más convencidos, desde Cohen dicen: “El resultado del MULC mostraría un excedente de US$ 14 millones en abril, US$ 1.801 en mayo y US$ 891 en junio (?) De cumplirse ese escenario, el tipo de cambio nominal debería evidenciar menor volatilidad con una tendencia decreciente retornando a niveles en torno a la banda inferior durante el segundo trimestre”.

En Economía & Regiones están en la vereda opuesta: “Lo más probable es que el tipo de cambio vaya a la banda superior (hoy en $51) más pronto que tarde (?) De darse un desplome de la demanda de dinero y una corrida contra el dólar, el tipo de cambio comenzará a subir y el dólar a moverse hacia un techo más alto que no podemos saber dónde puede llegar a estar”.

A mitad de camino, desde PPI dicen: “El mercado analiza los datos y no observa un problema significativo de faltante de dólares. En una situación normal, entre los dólares que va a poder vender el Tesoro del FMI, la cosecha, los números de la balanza de comercio exterior, el nivel de dolarización del que parten los argentinos después del 2018, no hay un problema de cantidad de dólares. Sin embargo, es un problema de demanda de dinero o dinámica de mercado. Los argentinos consideran al tipo de cambio como un termómetro: cuando sube, no solamente dejan de vender si no que quieren comprar más”.

Todos contra la ZNI

El dólar navega la ancha avenida de la Zona de No Intervención (ZNI), que el viernes fue de $39,389 y $50,974. Ese día, el dólar mayorista cerró en $43,345 y las críticas a dicho esquema están a la orden del día. El más vocal fue Ricardo Arriazu. En el FMI, dijo el reconocido economista días atrás, “son talibanes flotadores que no entienden que Argentina piensa en dólares”. A Arriazu, y varios colegas suyos, no les cierra que el BCRA no pueda hacer nada, más allá de seguir subiendo la tasa, para contener la volatilidad cambiaria cuando el dólar repta en la ZNI.

El fin de semana también se sumó Federico Muñoz y planteó una propuesta concreta. “Está claro que no tiene sentido comprometer reservas para defender una determinada paridad, pero sí puede ser razonable usar una pequeña porción de ese stock para contener la volatilidad extrema del precio del dólar (por caso, permitiendo ventas acotadas del BCRA si la suba diaria del precio excede ?digamos- el 1%). Quizás en el FMI debieran reflexionar sobre este tema y flexibilizar su posición. En última instancia, las chances electorales de Cambiemos dependen críticamente de la capacidad del gobierno de extender la tregua financiera hasta las elecciones. (Christine) Lagarde, como responsable última del crédito de US$57.000 millones otorgado al país, no puede perder de vista que las chances de recupero de ese préstamo varían sensiblemente en función de quién se instale en la Casa Rosada a partir de diciembre”, señaló.

Quizás no sea necesaria para abril o mayo, pero pueda serlo más adelante cuando los agrodólares empiecen a menguar y la demanda minorista, a subir.

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