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Días inquietantes

25 abril de 2019

Por Fernando Amador Agra Director de la Licenciatura en Economía (UCES)

Casi como un reflejo de los episodios financieros vividos un año atrás, los mercados domésticos experimentan volatilidades y movimientos similares, pero con la diferencia cualitativa (y cuantitativa) de que hoy se dispone del apoyo financiero del FMI. Nuevamente, transitamos días inquietantes.

Las causas que motorizan los niveles actuales de riesgo país y de la cotización del dólar son diversas. Las expectativas con respecto al futuro político y financiero, tienen la mayor ponderación. Los factores internacionales aportan su cuota de inestabilidad, que localmente repercute más que proporcionalmente (nuestro Beta es muy grande, apelando a la jerga técnica).

Con los niveles actuales de incertidumbre, y tasas en consecuencia, enfrentamos precios de outlet financiero.

Es oportuno recordar que el precio de los activos financieros no son más, ni menos, que flujos de fondos descontados. En los bonos, el flujo futuro, podríamos afirmar, es conocido pero se puede dudar de su efectivo cobro. En el caso de las acciones, el flujo es desconocido, pero en alguna medida, estimable. Las tasas con las que se descuentan sendos flujos reflejan la visión sobre el futuro que tienen los inversores y determinan los precios de los activos. Con los niveles actuales de incertidumbre, y tasas en consecuencia, enfrentamos precios de outlet financiero. Pero me permito dudar de que el futuro se materialice de acuerdo a esas expectativas. Si bien la situación financiera y económica actual es endeble, considero que estamos frente a un agudo overshooting en las cotizaciones de los activos financieros y que los actuales deprimidos precios de mercado no se condicen necesariamente con los fundamentals de mediano plazo de la economía argentina.

No necesariamente el país está al borde del default y tampoco las empresas cotizantes están por desaparecer. Hemos experimentado situaciones de volatilidad intensa como las actuales, que no son gratuitas y dejan dolorosas secuelas, pero si la incertidumbre en torno al escenario político se estabiliza en base a anuncios que despejen dudas sobre modificaciones abruptas en el régimen político y económico, los precios de los activos deberían comenzar a recomponerse, el riesgo país retrotraerse a niveles acordes con una situación compleja pero no terminal y la cotización del dólar mermar su volatilidad y detener la escalada que experimentó.

El país tiene cerrado el acceso al financiamiento internacional y los rendimientos de la deuda pública son también un reflejo de esa situación. No hay nuevas emisiones, pero las autoridades disponen de los fondos necesarios que aportó el FMI para asegurar vencimientos de corto plazo. El tenedor de un bono que sale del mercado a estos precios afronta una pérdida de capital y el que ingresa, espera ganancias de capital y un elevado rendimiento. Apetitos al riesgo divergentes gobiernan esas decisiones. El pánico no es buen consejero, y menos aún en decisiones de portafolio. Son días inquietantes, pero no hay que perder la calma para afrontar el futuro inmediato.

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