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Blindando la recuperación

18 abril de 2019

Por Esteban Domecq Invecq Consulting

El Gobierno dio a conocer ayer una batería de medidas económicas que tienen un único y claro objetivo de fondo: blindar la recuperación de cara a las elecciones presidenciales del 27 de octubre. Precios Cuidados, congelamiento tarifario, créditos y descuentos de la Anses, conexiones de gas y Pro.Cre.Ar son parte de ese nuevo combo heterodoxo que intentará asegurar que los brotes verdes de la recuperación no se marchiten.

Este paquete hay que entenderlo en el contexto de una economía que intenta avanzar en la corrección de desequilibrios macroeconómicos de larga data, pero que a su vez también quiere dejar atrás la recesión iniciada en el segundo trimestre de 2018, para obtener un buen resultado electoral en octubre. Lamentablemente, los tiempos de la economía no son los tiempos de la política.

Dicho esto, hay que entender al programa económico implementado juntamente con el FMI a partir de octubre del año pasado como un programa temporal de estabilización financiera y no de crecimiento. Su objetivo principal es proveer los dólares necesarios para evitar una crisis de restricción externa (balanza de pagos) asegurando la disponibilidad de divisas y reduciendo la volatilidad cambiaria y financiera.

¿Y el proceso de normalización? En modo pausa hasta diciembre: el programa entró en la fase “economía electoral”

Hasta este momento, los datos indicaban que, en el último trimestre del año pasado, más precisamente en noviembre, la economía habría encontrado piso a la caída. Los datos de actividad económica (EMAE-Indec), industria (IPIM-Indec), construcción (ISAC-Indec) y recaudación ajustada por inflación (Afip), confirman esa hipótesis.

Sin embargo, la aceleración de la inflación en el primer trimestre de 2019, sobre todo con el dato de 4,7% de inflación de marzo del martes, golpeó fuerte en lo que probablemente era el tendón de Aquiles del plan económico. La condición necesaria que tenía el programa para asegurar que la economía transite por el sendero de la recuperación, era que la inflación descienda a la zona de 2-2,5% promedio mensual en el primer trimestre, asegurando así una recomposición del poder adquisitivo de los ingresos (salarios, jubilaciones, pensiones, asignaciones, etcéterca) de modo que el consumo, principal motor de la demanda agregada, pueda empezar a moverse para darle fuerza a la recuperación.

Este escenario más complejo en materia inflacionaria del primer trimestre, agudizado por el aumento de la volatilidad cambiaria de marzo, puso en jaque la eventual y tenue recuperación que estaba manifestando la economía y obligó al equipo económico a tomar medidas en las dos alas de la política económica.

Por un lado, más dureza monetaria y congelamiento virtual de bandas cambiarias hasta fin de año en el plano monetario, para asegurar que el dólar quede lo más quieto posible y que la inflación reencause el sendero descendente cuanto antes. Por el otro, heterodoxia pura por un plazo de seis meses en el plano fiscal para asegurar que la economía consolide la fase de recuperación y llegar a las elecciones con mejores datos económicos.

¿Será efectivo para cumplir el doble objetivo de reducir la inflación y reactivar la economía en estos últimos meses preelectorales? Difícil pero no improbable. Esa incógnita se despejará en las próximas semanas. ¿Y el proceso de normalización? Queda en modo pausa hasta diciembre 2019. El programa entró en la fase “economía electoral”.

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