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Adiós Javi

17 abril de 2019

A los 54 años, falleció el economista Javier Finkman

Por Ricardo Delgado

Nos conocimos a los 13 años, en aquellas aulas desangeladas que la dictadura nos imponía en el Carlos Pellegrini: era 1978. Le decíamos Teta, por esa particular redondez en su cara de entonces y su nariz pequeña. Tenía una pelota Tango que generosamente compartía en los picados de Ciudad Universitaria, aunque sus escasas dotes para el fútbol lo llevaran siempre a jugar en el arco. Leía y debatía sobre casi todo: política y economía en especial, pero también cine o música. Ibamos en grupo a la cinemateca Hebraica, en la calle Sarmiento, a ver ciclos de Fellini o Buñuel. Fuimos ambos delegados de división en el centro de estudiantes en nuestro quinto y sexto año. Con él toqué por primera vez una guitarra Ovation, y a fines de 1983, en la fiesta de egresados, nos animamos con “Escalera al cielo”, de Led Zeppelin, “Noche de Perros”, de Serú Giran y “Pensar en Nada”, el hit de León Gieco de entonces.

Después vino la carrera, el IDES, el CEDES. Lo respeté y admiré por su capacidad de entender, por su enorme habilidad para divulgar economía, por su visión amplia para encarar problemas teóricos complejos. Un día, sabiendo de su facilidad de escritura, le dije de sumarse al staff de El Economista. Eran los comienzos de los años noventa, en la Argentina empezaba la convertibilidad y con Boni Radonjic pensamos en él ?en quién otro si no- para una columna de divulgación de papers, libros, ensayos económicos que producía la “ciencia lúgubre”. Nacía así “Tendencias Económicas”, que semana tras semana bajó a tierra las ideas de los economistas más destacados de entonces, con un peculiar estilo, mezcla de erudición y didáctica.

“Tendencias Económicas” fue el germen de sus posteriores experiencias blogueras, área donde fue pionero, y más tarde, de su “fake” tuiteril desde donde demolió con desparpajo cientos de banalidades que circulan por las redes.

En 1998 fue trasplantado. Y siguió creciendo como profesional, en el mundo de las finanzas, en la academia y como fino analista de la realidad argentina.  Un día cualquiera, rápido, se fue. Eficiencia paretiana a la Finkman. Acido, irreverente, profundo, inteligente y tantos otros adjetivos.  Y sobre todo, generoso, buena gente, padre admirador de sus hijas. Adiós Javi. La peleaste siempre.

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