El Estimador Mensual de Actividad Económica (Emae) de enero, difundido ayer por el Indec, le dio la razón al Gobierno. En efecto, la economía, en el primer mes de 2019, creció 0,6% contra diciembre, mes en el que había avanzado 1% contra noviembre.
Si bien volvió a caer interanualmente (5,7% en enero), mostró que la economía habría tocado un piso y que, lentamente, empieza a salir. Si la aceleración inflacionaria del primer cuatrimestre no marchitó los brotes verdes, se estima que los próximos Emae seguirán mostrando variaciones mensuales positiva. Ya desde marzo o abril, cuando se compute la nueva megcosecha y la base de comparación sea menor, empezarán a mostrar, además, crecimiento interanual.
Así, si el Gobierno controla el frenesí cambiario y la inflación se acomoda en la zona de 2% desde mayo, es probable que las elecciones se celebren en un contexto de crecimiento. Moderado, por cierto, pero crecimiento al fin.
"Aun cuando el dato de enero resultó positivo, cuesta confirmar que se trate de un quiebre de tendencia. Parece, más bien, que la economía está alcanzando un piso”, dijeron, matizando, desde LCG.
Pero algunos indicadores privados, como el IGA de Orlando Ferreres, muestran que el crecimiento siguió en febrero, mes en que la economía habría crecido 0,2% contra enero.
Pese a ello, los propios datos del Indec muestran que es una recuperación desequilibrada, es decir, empujada por el agro y la pesca (crecieron 8,9% y 10,2% interanual en enero, respectivamente), pero con otros sectores grandes, más vinculados a las ciudades, como la construcción, la industria y el comercio, todavía cayendo a tasas muy elevadas. Así como el agro inoculó la crisis de 2018, el desafío será que su crecimiento sea el puntapié para que se acoplen los demás sectores.
