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Lodola: “Macri hará campaña con una mochila muy pesada a cuestas”

29 marzo de 2019

Entrevista a Germán Lodola Politólogo de la UTDT Por Néstor Leone 

“El Gobierno hoy está socialmente afectado. Y esto impacta fundamentalmente al presidente Macri, que va a tener que salir a hacer campaña con esta mochila pesada a cuestas. Pero también afecta a Cambiemos, porque la mancha Macri se empieza a expandir”, sostiene el politólogo Germán Lodola, docente e investigador de la Universidad Torcuato Di Tella y doctor en Ciencia Política por la University of Pittsburgh.

En ese sentido, el integrante del Grupo Fragata, un colectivo de intelectuales opositores, también se pregunta sobre la idea de futuro que tiene para ofrecer hoy el Gobierno, con la crisis de expectativas que atraviesa. “¿Qué idea ofrece? Que si superás esto, vas a estar mejor. Porque va a implicar un cambio cultural. Es esta idea de que la sociedad argentina está mal porque no ayuda, porque es ella el problema”, dice al respecto.

Asesor técnico del conductor televisivo y empresario Marcelo Tinelli en su intento por incursionar en política, Lodola también analiza, en esta charla con El Economista, la situación de la oposición y los desafíos para construir mayoría en las elecciones de este año.

¿Cómo caracteriza el escenario político?

La incertidumbre parece ganar terreno y, en este contexto, las elecciones resultan todavía bastante lejanas, más lejanas que hace unos meses. Parece un hecho que el modelo de gestión macroeconómica del Gobierno está en crisis o que, por lo menos, demostró que no funciona. Y esto lo afecta en su capacidad de generar expectativas a futuro. Hace tres o cuatro meses, el Gobierno todavía podía jugar con la idea de que el Fondo Monetario Internacional era una especie de nuevo programa, con cierta perspectiva de que la situación podía mejorar. Esto ya no funciona. El Gobierno hoy está socialmente afectado. Y esto afecta fundamentalmente a Macri, que va a tener que salir a hacer campaña con esta mochila pesada a cuestas. Pero también afecta a Cambiemos, porque la mancha Macri se empieza a expandir. Algunos radicales se corren, la interna se complica. Antes la mancha parecía ser Cristina. Pero la mancha Cristina manchó todo lo que tenía que manchar y no más que eso.

Sin saber todavía hasta dónde puede llegar la mancha Macri...

Por cierto. Si la economía sigue cayendo y lo arrastra a él, va a seguir manchando. ¿Cómo se expresa eso? En una tasa de rechazo más alta por parte del electorado. Y, por el lado de las estructuras políticas, con las internas al interior del radicalismo y también del PRO.

¿Y la oposición?

Ahí hay otro tipo de incertidumbre, que tiene que ver con la conformación de un espacio competitivo. O si ese espacio para ser competitivo debe ser uno o dos. Por el lado del campo popular y las fuerzas progresistas, la pregunta es si hay posibilidades de comunión entre el peronismo de raíz kirchnerista y el otro peronismo. Y eso hoy es incierto. Entre otras razones, porque no sabemos todavía cómo van a jugar los gobernadores, más allá de los gestos entre Cristina y algunos de ellos. Y no sabemos cómo se va a resolver la oferta electoral en la provincia de Buenos Aires.

Respecto de esa tan mentada unidad opositora, existen dos cuestiones, en principio: si es posible y si es necesaria...

Es posible, sí. Pero depende mucho de la decisión de Cristina y de cómo esa decisión impacte en los procesos de construcción de candidaturas. Es posible en tanto el espacio que tiene más votos esté dispuesto a conformar un frente de candidaturas a nivel territorial y legislativo que sea amplio, y si esa conformación de las listas es generosa. Lo de necesario o no, depende del objetivo. Para ganar en primera vuelta, naturalmente. Pero si el objetivo es reproducir el escenario de los tres tercios de Chile en 1970, no es necesaria la unidad. ¿Es posible que los dos peronismos estén en el balotaje, relegando al macrismo al tercer lugar? Para que se dé ese escenario, lo que se necesita es que el peronismo no kirchnerista llegue, por lo menos, al 30%.

Con esa crisis del modelo de gestión macroeconómica, que tiene como indicadores la inestabilidad cambiaria o la inflación en ascenso, y esa fragilidad mayor del esquema de gobernabilidad, ¿cómo cree que encarará Cambiemos su campaña?

Desde el punto de vista de la composición social del voto, el Gobierno va hacia una lógica de conservadurismo popular: transferencias hacia los segmentos más concentrados y algo hacia los sectores populares. Porque van a intentar competir por el voto popular. En 2017, en la tercera sección electoral, obtuvo el 31%. ¿Cómo? Con recursos y transferencias directas. Al votante de clase media, el Gobierno le ofrecía denuncias de corrupción y hablar de la herencia kirchnerista. Eso ya no funciona como antes. Ahora apuesta a eso que llama cambio cultural. Los “setenta años de decadencia”, el “sinceramiento”, los que viven de las “ventajas”.

¿Cómo reconstruye una idea de futuro en este contexto?

Cambiemos se transformó en un “lleguemos”. Macri lo que dice es “tenemos que aguantar”. Es una especie de juego entre el presente y el pasado. El Gobierno te dice que en el pasado estabas bien pero era falso y en el presente estás mal pero es verdadero. La idea del sinceramiento, de alguna manera. ¿Qué ofrece como idea de futuro? Que si superás esto, vas a estar mejor. Porque va a implicar un cambio cultural. Es esta idea de que la sociedad argentina está mal porque no ayuda, porque es ella el problema. Y que hay que cambiar los comportamientos y a sus actores.

En campaña, Cambiemos ya trabaja en una especie de impugnación moral hacia la oposición. La “grieta en clave moral”, sostenía en estos días la socióloga Ana Castellani. ¿Qué opina?

Es esa dimensión normativa, sí. Lo intentan con Roberto Lavagna, también. ¿Cómo? Diciendo que es el padre de todo lo malo que vino después. ¿Cuánto recorrido tiene esa estrategia? Creo que se choca un poco con la economía, que es un límite. Pero a esa idea normativa le van a agregar una pincelada de mano dura e inseguridad.

De los tres pilares de campaña (pobreza cero, unir a los argentinos y combate al narcotráfico), el Gobierno sólo parece tener saldo negativo

Saldo negativo, por cierto. Y, además, el caso D'Alessio le complica la posibilidad de hablar de república e instituciones. No sé si tanto en la percepción de los propios, pero sí para hacer campaña más allá de ese núcleo duro.

¿Qué puede ofrecer la oposición en términos de expectativas, de futuro?

Hace unos meses se dio un debate entre sectores intelectuales de la oposición sobre la necesidad de no circunscribirse a una mirada economicista. La oposición tiene un problema, también. Hablar del presente lamentable, como único recurso, es una tentación. Y remite a un pasado que fue mejor, que resulta difícil de repetir. Porque las condiciones y los recursos son otros. Y no existe una idea clara de cómo salir de esto. Está ofreciendo algo que no está en condiciones de dar: volver a vivir como vivíamos antes. En ese sentido, quizá una de las cosas que se podría hacer sea intentar reeditar la coalición de actores y sectores económicos de los inicios de Néstor Kirchner. Y, ligado a esto, ofrecer bienes e infraestructura social.

Cristina aparece como la dirigente mejor posicionada. Además tiene un núcleo duro muy consolidado. ¿Cree que podrá construir esa mayoría necesaria?

Y, ligado a esto, ¿depende sólo de una cuestión de ingeniería electoral? No es sólo una cuestión de ingeniería electoral, ni de coordinar las elites, las cúpulas partidarias. Hay algo que tiene que ver con una fractura del mundo laboral, con aspiraciones diferentes de esos sectores, que genera una fractura del voto en el campo popular. Esa sutura es difícil de lograr. Es ingeniería, sí, armar un frente político nacional. Y ahí Cristina tiene un poco la llave, porque pareciera que con Cristina no alcanza, pero sin Cristina es insuficiente. Pero superar esa fragmentación social no es nada fácil.

Las aspiraciones de Tinelli

Usted, entre otras cosas, hace tiempo que es una especie de asesor técnico de Marcelo Tinelli. ¿Se lanza al ruedo político?

Hace un tiempo largo que muestra interés en participar de alguna manera: a través de un cargo en una posición ejecutiva o, como lo está haciendo ahora, desde una acción de apoyo político.

¿Hoy está más cerca de Roberto Lavagna?

Él lo dijo. Dijo que le parecía que Lavagna era un buen candidato. Está cerca de esa construcción, pero entiende que el futuro de Argentina requiere de un acuerdo amplio. Es difícil pensar que sin ese acuerdo se pueda gobernar. Por eso apuesta a un frente amplio de unidad. Lo veo comprometido con esa idea. Con ese objetivo se reúne con Lavagna, pero también con kirchneristas.

¿Lo ve candidato a gobernador de la provincia, como se mencionó en algún momento?

Podría ser. Tiene las condiciones, tiene llegada a una porción significativa del electorado, es un tipo que escucha mucho y, por provenir de fuera de la política tradicional, puede nutrirse de un grupo de funcionarios de diferentes extracciones.

¿Cuáles sería esas condiciones de posibilidad para que se presente?

Que no sea una figura que represente un mero vacío político. Tinelli tiene un peso electoral propio por ser quien es. Ahora, no se trata de poner la figura de él y que eso sea todo. Lo veo candidato en la medida en que la política se ordene.

¿Podría acompañar a Cristina, en determinado escenario, o lo ve difícil?

No lo veo imposible. Veo que eso puede ser el resultado de un acuerdo más amplio. La unión no debe empezar por él. En todo caso, puede terminar en él. Si hay unidad, él podría ser un representante de esa unidad

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