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Deshojando la margarita

¿Podremos proponernos deshojar la margarita de las ideas para que las coincidencias políticas, gremiales y empresarias nos ayuden a definir otros candidatos que no nos hagan caer en la grieta del odio? Tarea para 2019. No perder la esperanza es la mejor manera de comenzar el año.

Carlos Leyba 11 enero de 2019

Por Carlos Leyba 

Gano no gano. Pierdo no pierdo. Los comandos políticos hoy sólo son electorales. Lo único que les interesa, por lo que están dispuestos a pagar, son “encuestas”. Ellas sólo hablan del futuro individual del que contrata, el candidato, y el del que está enfrente. Nada indagan acerca del futuro colectivo.

Deshojando la margarita tiene varios niveles que dependen de los centímetros de popularidad que alcanzan los personajes en cuestión.

Mauricio Macri y Cristina Kirchner, que se distancian notablemente del resto, deshojan la margarita del gano o no gano. Los demás deshojan la margarita preguntándose, respecto de Mauricio o Cristina, ¿se presenta o no se presenta?

Los candidatos alternativos a CFK, sea junto a los seguidores confesos de Cristina (Alberto Fernández o Agustín Rossi) o bien separados de ellos, si “ella” se repliega, recibirían un vivificante balón de oxígeno.

Los que vayan separados de los remanentes K, con CFK fuera de carrera, Juan Manuel Urtubey o Felipe Solá; o Sergio Massa, Miguel Angel Pichetto o Juan Schiaretti, frente a Mauricio, dicen las encuestas, serán ganadores.

En ese caso, si Cristina se repliega, las huestes oficialistas deshojarán (¿se presenta, no se presenta?), pero, esta vez, respecto de Mauricio.

Si él declina, entonces, en el arco que va de María Eugenia Vidal a Ernesto Sanz, aparece, para Cambiemos, la mayor chance ganadora.

Entraríamos en otro escenario. Ninguno de los candidatos posibles, de ambas escuderías, suma los niveles de rechazo ciudadano que cargan cada uno de los dos que van primero. Todos ellos parecen tener vocación de diálogo.

El futuro nos está pidiendo desatar del carro a los caballos M y K, porque ellos nos arrastran al precipicio. A la cultura política del odio se la pueden llevar consigo si salen de la carrera.

En otras palabras, el cielo encapotado ?nubes del riesgo país, del riesgo social más las de la bronca acumulada? escampa si, los dos que van primero, se retiran de la competencia: esa es sólo una condición necesaria. Pero no es una ilusión, es una necesidad histórica. Claro que para que la historia valga la pena, hace falta aquello que, a la condición necesaria, la transforma en suficiente.

El deshoje de la margarita que realizan Mauricio y Cristina es una demostración de lo que significa “la grieta política” en la que nos hemos desbarrancado. “Deshojan” “gano o pierdo” sin la menor preocupación por el “para qué”: ambos son protagonistas de fracasos homéricos; y por lo que dicen y hacen, es evidente que lo que los mueve no es el reconocimiento de sus errores y responsabilidades, sino la necesidad primaria, la ambición, de estar en el poder.

En el “poder” sustantivo; y no por el poder verbo para hacer las cosas. Si el “poder hacer” fuera aquello que los anima, nos brindarían un programa que sería su prioridad. Lo que realmente manifiestan no es otra cosa que la prioridad de sus propias personas, sin el mínimo atisbo de renunciamiento para que esos programas, que por otra parte no proponen porque no existen, se realicen.

Mauricio alimenta la estrategia del odio para ganar una elección. ¿Hermanos argentinos?

El PRO (las nuevas ediciones de 6,7,8) llama “racionales” a unos dirigentes opositores. Lo que implica llamar “irracionales” a los demás, es decir, “animales”. Baja calaña. Ya sé. Parece que exagero. Pero, las cosas por su nombre.

Nadie debe olvidar que Néstor y Cristina alentaron el odio a los que no los aplaudían. Instalaron el escrache. Sus voceros prometen repetirlo. Diana Conti, personaje menor pero fiel a CFK, ya ha prometido algo así como “la Justicia popular”, la explícita dependencia del Poder Judicial del Ejecutivo de turno, para el ejercicio de la venganza.

Los Kirchner y sus seguidores, por acción u omisión, han sido los impulsores de la “grieta política” como método de adquirir y permanecer en “el poder”.

Hay mucha teoría política y de la comunicación, detrás de la práctica de crecer agrandando el temor al enemigo. Seguramente sirve electoralmente. Claramente no para gobernar, si es que “eso” trata de lograr el bienestar colectivo y no de permanecer en el poder, cualquiera sea el costo. El odio rinde como sustituto cuando no se tiene qué proponer

La práctica de la grieta desde el poder, genera, según la historia enseña, el más colosal de los fracasos sociales: la calidad de la vida social se deteriora, aunque sople viento a favor, porque nada dura, el odio es cortoplacista.

En ese escenario de construcción política hay tres actores: A, B, y el odio. Seguramente para muchos referirlo como acto de cierta perversidad revela una colosal ingenuidad, torpeza y miopía política, la que consistiría en no reconocer que “así es y que eso es la política”.

¿Ignoran que hay otro escenario de construcción política integrado por A, B y el diálogo y la negociación?

Un ejemplo magno es la construcción política europea de la posguerra. Exitos económicos y sociales de larga duración del escenario “A, B y el diálogo y la negociación”. ¿Alguna vez lo hemos intentado?

Me meto en terreno difícil pero necesario. Juan Perón regresó gracias a que el General Alejandro Lanusse ? Jefe de la Dictadura ?por la razón que fuere, habilitó? luego de 18 años la participación electoral del Partido Justicialista.

En ese clima todas las fuerzas políticas diseñaron un escenario del tipo “A, B y el diálogo y la negociación”. Escenario que antes de ese tiempo, pongamos desde 1930, no existió: ese golpe ?si lo hubo antes? lo demolió.

Ahora la parte más difícil. Por la “historia que he vivido”, en el escenario de 1945 y hasta 1973, ni diálogo ni negociación fueron parte de la política. Si el poder estaba en A, entonces B sólo existía como el enemigo a derrotar y viceversa.

Hasta Lanusse nadie había levantado la proscripción; y hasta el regreso de Perón,nadie abrió los brazos para recibir al otro.

Un ejemplo: la Democracia Cristiana, “gorilas” del 55 (¿irracionales?), participó en la Junta Consultiva de la Revolución Libertadora. En 1963, la DC, que lideraba Horacio Sueldo, comando revolucionario, comenzó un camino de comprensión del peronismo. La DC, a causa de esa revisión del pasado, se partió. En 1972 José Antonio Allende, crítico de Sueldo, viajó al Madrid de Perón al diálogo y a la negociación. Se conformó el frente.

Ese ejemplo “de la historia que he vivido” es el de un camino que se construyó para dejar atrás el odio. No importaba quién había tirado la primera piedra. Comenzaba “la política” que es diálogo y negociación.

Perón y Ricardo Balbín se abrazaron y, en el funeral del Presidente, Balbín, que había sido preso político durante el Gobierno anterior del General, resumió “la política” y dijo “este viejo adversario despide a un amigo”.

Esa amistad fue una amistad política, que nació del diálogo y la negociación, conservando cada uno su identidad: dos conjuntos de ideas distintas que procuraban ampliar el espacio de yuxtaposición.

Durante 1972 todos los partidos políticos acordaron “Coincidencias Programáticas”. Firmaron la CGT ? que representaba la casi totalidad de la clase trabajadora ? y la CGE ? que representaba, en todo el territorio nacional, a la mayoría de las pequeñas y medianas empresas.

Se autoexcluyeron Alvaro Alsogaray ?el libertario de la época y referente de una minoría mínima pero intensa? y los representantes de la guerrilla montonera, la Tendencia, el ERP, otra minoría intensa y violenta, que se excluía porque su programa era “cuanto peor mejor”, como lo explicó en aquellos días el gran tipo que fue Moisés Ikonikof.

Las Coincidencias expresaban un compromiso con un programa multidimensional que incluía proyectos de ley y de acción para quien asumiera el poder.

Fue la primera elección democrática desde 1955, celebrada con el compromiso ético de los que resultaron ser más del 80% de los votantes. El programa, en acción, se ratificó con la votación plebiscitaria del mayor porcentaje de votantes en la Historia y el mayor porcentaje de votos a un candidato: que fue, el ya no proscripto, Juan Perón.

Un escenario “A, B y diálogo y negociación”. Lo fue en el llano y en el Congreso.

La política macro y de ingresos, se acordó en un acta firmada por trabajadores y empresarios, incluyendo a los dirigentes de la UIA y de ella derivaron actas sectoriales firmadas, por ejemplo, por la Sociedad Rural Argentina y las agrupaciones empresarias tradicionales del campo y del comercio.

En ese clima político, Celedonio Pereda, presidente de la SRA, almorzaba en la sede de la SRA de la calle Florida, con José Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT. Era el correlato del cambio profundo de las convicciones del líder del peronismo: “para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”.

Reconocerlo es la primera condición para que el escenario A,B y diálogo y negociación, sea posible. Nadie cuestionó a Rucci o Pereda, por el encuentro amical entre quienes habían firmado el “Acta del Campo”.

Todo ocurrió dos años antes del “Pacto de la Moncloa”. Peronistas y radicales, que entonces lo construyeron, a partir de “La Hora del Pueblo” convocada por Balbín, hoy no quieren recordarlo. Tal vez no saben que esa negación del pasado es lo que alimenta la literatura del odio.

Las coincidencias fueron interrumpidas. Lo que se interrumpe no fracasa. ¿Quién, cómo? Primero, a los cinco meses de mayo del '73 el asesinato montonero de José Rucci, por haber firmado las coincidencias; después, a la muerte de Perón ocurrida a los 13 meses de las coincidencias en marcha, el golpe de palacio de José López Rega que fue el prólogo del genocidio de la dictadura y de la instalación, en el poder, de la grieta política y de la economía del malestar, es decir, la génesis de la grieta social y económica que aún vivimos.

¿Podremos proponernos deshojar la margarita de las ideas para que las coincidencias, amplias y mayoritarias, políticas, gremiales y empresarias, nos ayuden a definir otros candidatos que no nos hagan rodar por la grieta del odio? Tarea para 2019. No perder la esperanza es la mejor manera de comenzar el año.

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