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Argentina y Brasil ante el mismo desafío: la reforma previsional

Jorge Colina 08 enero de 2019

Por Jorge Colina Idesa

Argentina y Brasil tienen coincidencias y divergencias en sus respectivas crisis económicas. Entre las similitudes, la más importante es que para ambos países el período 2015 ? 2020 será un lustro perdido. Debido a la inestabilidad macroeconómica, el PIB del 2020 será muy similar al del 2015. O sea habrá habido vaivenes del PIB, pero no crecimiento económico. A causa de este estancamiento, el crecimiento del empleo asalariado privado registrado en ambos países habrá sido muy débil, creciendo el empleo por la vía del cuentapropismo y la informalidad, si es que ninguno de los dos países aborda cambios profundos en sus regulaciones laborales.

En las cuentas fiscales también hay analogías y contrastes. Ambos países tiene un déficit primario del Gobierno Federal del orden del 2,5% del PIB, aunque en el déficit fiscal total Argentina asciende a 5,5% del PIB mientras que Brasil asciende a 9% del PIB. Esto es producto de que la deuda pública de ambos países es elevada, 78% del PIB en caso de Argentina y 88% del PIB en el caso de Brasil, con una diferencia sustantiva en la composición: en Argentina el 80% está nominada en divisa extranjera mientras que en Brasil sólo el 3% de la deuda pública lo está. En principio, se podría pensar que Estado brasileño tiene una ventaja al estar endeudado en moneda doméstica. Ciertamente que es una ventaja, pero no implica que no sea igual de exigible que una deuda en divisa extranjera, ya que Brasil puede endeudarse en moneda local porque tiene una inflación del 4% anual (no del 47% como Argentina). Esto significa que no puede apelar a emitir moneda local para pagar deuda porque si no la inflación se le dispararía lo que haría que el endeudamiento público se dolarice, ya que con alta inflación los acreedores tienden a no prestar, o prestar muy caro, en moneda nacional (que es lo que le pasa a Argentina). En el fondo, dos países con sus Estados federales muy endeudados con muy poco margen para seguir incurriendo en déficits fiscales, como lo demuestra el hecho de que ambos, con relativamente bajos déficitprimarios, encuentran agudas restricciones de financiamiento.

En lo que las coincidencias son simétricas es en el principal factor desestabilizador de las cuentas públicas: el sistema previsional. Ambos países tienen un nivel de gasto público previsional de país desarrollado (12% del PIB), con una estructura demográfica de país en vías de desarrollo (sólo 11% de la población mayor a 65 en el caso de Argentina y 9% en el caso de Brasil, cuando los países desarrollados tienen cerca del 20% de la población con edades mayores a 65).

¿Es un lujo que Argentina y Brasil se pueden dar el de tener un sistema previsional con gasto público de primer mundo y demografía del tercero? Definitivamente no. Porque el gasto público previsional ya acapara la mitad del gasto primario en ambos países (o sea, por cada $2 que gasta tanto el Estado argentino como el brasileño, $1 es para pagar jubilaciones) y este gasto es creciente porque si la población es todavía joven lo único cierto es que va a envejecer. Con el agravante de que la presión impositiva de Argentina y Brasil son las más altas de la región y sus poblaciones cada vez más resistentes a pagar más impuestos. Esto hace que los sistemas previsionales de Argentina y Brasil sean inviables.

La última pregunta. ¿Es justo ponerse a reformar los sistemas previsionales de ambos países? Definitivamente sí. Porque ambos está desestabilizados por sus injustos regímenes especiales que permiten acceder a beneficios previsionales con escasos años de servicios, edades tempranas y montos que no guardan proporcionalidad con los aportes realizados. El propio presidente Jair Bolsonaro disfruta de un retiro de este tipo. Por justicia social, hay que abordar los excesos previsionales porque desestabilizan las cuentas públicas obligando a recortar programas socialmente estratégicos como los que apoyan a los niños en situación de pobreza, que tanto en Argentina como en Brasil abundan.

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