El amplio triunfo que obtuvo Jair Bolsonaro en la primera vuelta y que lo ubica muy cerca de ser el próximo presidente de Brasil no fue un hecho aislado. En los últimos tiempos vienen ganando elecciones figuras relativamente ajenas a las fuerzas políticas tradicionales, que enarbolan ideas nacionalistas con distintos niveles de desprecio a los extranjeros, con tendencias autoritarias y convencidas de que los liderazgos fuertes son los que debe conducir a los países más allá de las formas.
En esa lista están Donald Trump, Vladimir Putin, Xi Jinping, Matteo Salvini, Nicolás Maduro y algunos más. Son diferentes y gobiernan países muy distintos y, por ende, deben adaptarse a distintas realidades, pero tienen una matriz común.
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Las demandas sociales insatisfechas, la percepción de que el mundo está organizado de un manera que perjudica a sus países y que las autoridades anteriores fueron permisivas o corruptas llevaron a la emergencia de figuras controvertidas. En algunos países, las instituciones los limitan, pero en aquellos con estructuras jurídicas más débiles, los líderes avanzan sin frenos. En todo caso, los demás partidos también tendrán que revisar sus falencias que los llevaron a derrotas que poco tiempo antes pocos preveían.
Si Bolsonaro, finalmente, es consagrado presidente tendrá algunos colegas en el mundo con varios rasgos comunes pero será una novedad en la región porque desde hace muchos años no existe un presidente de estas características surgidas del voto popular.
