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Exportaciones: el punto de partida es un desempeño muy pobre

Exporta más requiere infraestructura, acuerdos comerciales, baja de la carga tributaria y marcos laborales compatibles con la competitividad externa

12 octubre de 2018

Por Sebastián Senlle 

El Plan Argentina Exporta anunciado ayer apunta a revertir una de las grandes cuentas pendientes de la economía nacional: la insuficiencia de exportaciones.

Contrariamente a lo que muchos creen tras haberse ganado a principios del Siglo XX el mote de “granero del mundo”, Argentina exporta muy poco en términos relativos.

En 2017, se contabilizaron US$ 58.400 millones en exportaciones de bienes, colocando al país en el puesto 47° a nivel mundial en ventas. A la vez, los servicios sumaron ventas por unos US$ 14.000 M, según estima el Ministerio de Producción.

La cifra fue insuficiente para cubrir las importaciones de bienes (US$ 66.899 M), arrojando un saldo negativo de casi US$ 8.500 M en la balanza comercial. Desde 2015, las exportaciones se encuentran prácticamente estancadas. Las empresas que realizan exportaciones han adquirido una tendencia negativa en los últimos años: estimaciones oficiales calculan que son alrededor de 9.600, la misma cantidad que hace 24 años.

El total exportado equivale a US$ 1.330 per cápita, lo que posiciona al país en sintonía con varios de sus vecinos (Brasil o Perú), pero por debajo de la media regional, muy lejos de los líderes en ventas al exterior de América Latina (Chile, México y Panamá) y por debajo incluso de Uruguay y Paraguay, que encabezan el desempeño exportador entre los miembros del Mercosur.

Las ventas externas llevan décadas con una trayectoria irregular y aparecen estancadas en los últimos años. Según datos del Banco Mundial (BM), desde 1960 se pasó de ventas al exterior por 7,6% del PIB a ventas por 12,7% del PIB. En el mismo lapso, las exportaciones han trepado a un ritmo sensiblemente mayor en todos los subgrupos de países considerados y han multiplicado 2,4 veces su peso en el producto mundial. El ratio actual de exportaciones sobre PIB de Argentina es inferior no sólo al de la media de los países desarrollados nucleados en la OCDE (27,9%) o la Unión Europea (43%) sino incluso al del promedio de América Latina y el Caribe (21,7%), una región con una performance exportadora general pobre.

Además de aumentar el volumen, Argentina tiene el desafío de diversificar los productos exportados, donde los cereales y oleaginosas ocupan un lugar central, volviendo el desempeño comercial muy sensible a factores climáticos (las consecuencias macroeconómicas que adquirió la sequía de la última temporada valen de muestra), y la variedad de destinos a los que exporta. Brasil (16%), la Unión Europea (15%), China (8%) y Estados Unidos (8%) fueron en 2017 los principales clientes.

Claro que las restricciones que atentan contra el salto exportador son numerosas. Los costos logísticos, la falta de infraestructura adecuada, los elevados costos laborales, la presencia de una estructura tributaria que penaliza a los exportables (con impuestos como las retenciones que se tributan únicamente al exportar, o Ingresos Brutos que con su efecto cascada, golpea a las actividades más complejas) y los pocos acuerdos de libre comercio vigentes que tiene el país son algunos de los factores que juegan en contra. El Mercosur, más que actuar como un promotor regional, ha sido un corsé de fuerza que ha celebrado pocos acuerdos comerciales y le impide a Argentina suscribir tratados de librecomercio bilaterales por su cuenta (Chile tiene más de 20 TLC vigentes, por ejemplo).

El World Economic Forum rankea 92 (sobre 137) a Argentina en su Reporte Global de Competitividad 2017-2018, con puntajes bajos en infraestructura (81), eficiencia del mercado laboral (132) y entorno macroeconómico (133), entre otros rubros que afectan directamente el rendimiento exportador.

El objetivo de Argentina Exporta es que las exportaciones de bienes pasen de los US$ 58.000 M de 2017 a US$ 140.000 M en 2030. Eso, combinado con el aumento de US$ 14.000 a US4 60.000 M en la exportación de servicios, permitiría triplicar las ventas totales.

Aunque suena ambiciosa, la meta es posible. Suponiendo que la población continúe creciendo a una tasa del 1,22% anual, en línea con el último censo, Argentina llegaría al 2030 con 51 millones de habitantes, lo que implicaría que, de cumplirse el objetivo del programa, las exportaciones de bienes per cápita serían US$ 2.720, más del doble que el registro actual, pero bien por debajo de las exportaciones per cápita que Chile, Panamá o México ya logran hoy en día.

Sin embargo, embarcarnos en un camino de crecimiento sostenible de las exportaciones requiere salir de los anuncios y pasar a los hechos concretos: inversión en infraestructura, celebración de acuerdos comerciales con los principales mercados, baja de la carga tributaria (especialmente en impuestos que castigan directamente a las exportaciones), marcos legales para el trabajo compatibles con la competitividad externa. En resumen, una estrategia para simplificar, abaratar y facilitar el intercambio comercial argentino y que el país cumpla el objetivo de ser “el supermercado del mundo

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