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El encuentro anual del IAEF, cruzado por el corto plazo

Ayer fue la primera jornada de la 39º Convención del IAEF y la coyuntura fue excluyente

Alejandro Radonjic 07 septiembre de 2018

Por Alejandro Radonjic 

Ayer se realizó la primera jornada de trabajo de la 39º Convención del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) en Mendoza y la ardiente coyuntura acaparó todo. Toda una señal de los tiempos que corren. Por suerte, la calma cambiaria de ayer aflojó algo los ánimos. “El camino hacia un país confiable” fue el lema del encuentro, que se desarrolla en el Hotel Sheraton de la capital mendocina, y sigue hoy.

Lógicamente, el panel económico, a sala llena, acaparó todas las miradas de los ejecutivos de finanzas y CIO de la principales firmas del país. Los expositores invitados fueron Carlos Melconian (Macroview), quien negó los rumores del fin de semana pasado); Daniel Artana (Fiel) y Daniel Marx (Quantum Finanzas). ¿Qué dijo cada uno?

Melconian. El ex BNA, uno de los consultores más solicitados por estos días y con línea directa con la Casa Rosada, dijo que, tras el fracaso del plan original y el segundo boceto (el denominado “Plan Perdurar” de ir tirando porque, entre otras cosas, “no había nadie enfrente”), finalmente llegó el Plan C. Allí estamos hoy, tal como, Melconian venía anticipado, entre otros, hace un tiempo. Un ajuste fiscal serio, retenciones, desarme de Lebac, cambios de Gabinete, y todo lo que se sabe. “Melco” reconoció que “el Presidente estuvo rápido de reflejos”, aunque el plan 1.0 con el FMI no funcionó. En rigor, el deterioro financiero se aceleró desde que el Gobierno acudió a Washington. “No resultó”, dijo. Básicamente, porque aún faltaban algo más de US$ 8.000 millones para cerrar 2019.

Sobre el déficit 0 para 2019, dijo, “es una respuesta contundente”. Si se logra, claro. También será contundente, dijo, si Nicolás Dujovne logra adelantar todos los desembolsos en 2019 y sugirió que lo lograría.

Sobre las retenciones impuestas, dijo que el Presidente “estaba muy dolido”, pero “privilegió cerrar el déficit”. Así lo graficó: “Cuando se prende fuego la casa, tenés que apagar el incendio”.

A la vez, sugirió que sería necesaria “una caja chica para el corto plazo para que nadie se asuste” (debería ser de unos US$ 5.000 millones) para, por ejemplo, los roll-over de Letes o el desarme de Lebac dado que quedan cuatro supermartes por delante. “Se debe estar reelaborando el Inflation Targeting, también”, anticipó, también, “Melco”.

Un tema a seguir de cerca es el atesoramiento minorista, que viene a un ritmo de US$ 3.000 millones mensuales. “Debería empezar a aflojar”, dijo, como ya vienen haciendo las importaciones y el turismo emisivo. Reconoció, sin embargo, que es una “cuestión genética” de los argentinos. “Macri vende dólares desde enero de 2016”, dijo, “pero a $40 puede aflojar”. El tipo de cambio real está hoy ligeramente debajo del $43 (a precios de hoy) de Néstor Kirchner y Roberto Lavagna.

Si todo sale bien y la calma financiera de las últimas jornadas se extiende y asienta, “deberemos lidiar con la borrachera”, es decir, el cóctel estanflacionario. Según “Melco”, la caída del PIB puede ser de 4% (y seguir hasta mediados de 2019) y con una inflación que no aflojará. De hecho, si promedia 4% desde septiembre, el 2018 podría terminar varios puntos arriba de 40%. “Se complicó la cosa un poco más y ahora va a ser pechugita o calabaza”, dijo, apelando a su tradicional metáfora sobre los hábitos en épocas de vacas flacas.

“El segundo acuerdo con el FMI no puede fallar en lo financiero”, dijo y mencionó los tres frentes abiertos que tiene el Gobierno: el financiamiento del Tesoro; el desbalance del mercado cambiario y el dúo Letes-Lebac.

“No soy quien para mandarle un mensaje al Congreso, pero no jodan en octubre”, dijo, sobre la acalorada discusión presupuestaria que se avecina y sugirió que el FMI apoyaría una mayor discrecionalidad, pero no absoluta, para intervenir en el mercado de cambios. “Hay que mostrarle al mercado que, aquello que sube, baja, pero no jodamos con eso”, expresó, sugiriendo que no se debe volver a incurrir en atrasos del peso por fines electorales o antiinflacionarios. Concluyó diciendo que las “Letes y las Lebac no pueden volver nunca más”. Todo eso, dijo muy enfático, “es déficit fiscal y no podés crear esas bombas de tiempo”.

Artana. El economista jefe de Fiel hizo eje en el contexto externo, que está tan movido como el vernáculo. Según él, allí figuran las guerras comerciales y, en particular, la que protagonizan EE.UU. y China. “Ese es el problema principal. Dada la alta participación del comercio intraindustrial, una guerra es disruptiva. Es un error mirar el comercio EE.UU.-China que es un porcentaje bajo del PIB mundial. Hay efectos derrame importantes”, dijo. El otro tema, el desarme del Quantitative Easing (QE) en el mundo desarrollado. “Fue necesario durante la crisis, pero no hay antecedentes de cómo hacerlo sin generar problemas”, dijo y agregó que las tensiones en el mundo emergentes son importantes, pero no afectan a todos los países.

Marx. El hombre de Quantum Finanzas, un conocedor de la longeva relación entre Argentina y el FMI, arrancó diciendo que el país ya tuvo 26 acuerdos con el organismo. ¡Sí, 26 en poco más de 50 años! “Una sabe cuándo arrancan los programas, pero no cuándo terminan”, dijo. Ni cómo, por cierto. Eso genera una suerte de efecto paradojal o contraintuitivo. “Aumenta la incertidumbre”, dijo. “Tenemos que tratar de evitar que pase lo que pasó con Gracia, que acaba de cerrar un programa con el FMI, que inició en 2008”, dijo Marx, y agregó que el PIB, hoy, es 25% más pequeño que entonces. “Por eso, conseguir más plata quizás nos arregla el problema de corto plazo, pero no el del largo”, añadió. “El remedio, además, puede sacarnos la atención de los temas más profundos que deberíamos encarar”, acotó.

La política

Y si la regla es la incertidumbre en la economía, pasa algo muy parecido en la política. O peor porque aún faltan doce meses, que serán largos y duros, y tampoco se conoce cuál será el menú electoral. Sobre eso hablaron Mariel Fornoni (Management & Fit) y Alejandro Catterberg (Poliarquía) en un panel posterior.

Fornoni mostró que la economía es el principal problema del país. El 50% del país piensa eso. Lógicamente, entre los votantes kirchneristas, pero también en aquellos que apostaron por Cambiemos. La corrupción y la inseguridad marchan segundas, pero muy lejos.

Dado todo lo que ha pasado, no es casual que 62,5% desapruebe hoy la gestión de Macri y sólo 31,2% la apruebe. Curiosamente, o no tanto, el punto de inflexión descendente fueron las elecciones legislativas de 2017 cuando Cambiemos se impuso cómodamente en todo el país.

María Eugenia Vidal, a la vez, sigue siendo la política mejor valorada del país, con 49% a favor y 36% en contra.

Un punto a favor del Gobierno, dijo Fornoni, es que “nadie capitaliza en la oposición”. Además, Cambiemos sigue bien posicionado en el top-5 de provincias: Buenos Aires, Caba, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. Allí votan 72% de los electores.

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A su turno, Catterberg dijo que el escenario cambió rotundamente en los últimos diez meses. Como Fornoni, el clivaje fue el mismo: las legislativas. Allí, Cambiemos marchaba cómodo hacia la reelección. “Y tan sólo seis meses después, apareció la foto de Macri con Christine Lagarde”, dijo. “Pero nadie lo capitalizó y lo único que creció fue el descontento con la política”, dijo, a tono con Fornoni. Hoy, dijo el hombre de Poliarquía, hay más de 30% de la población que dice “no me gusta ningún político”.

“Esto arrancó con una crisis cambiaria, luego se hizo de confianza y después se volvió política”, dijo Catterberg. “Y encima aparecieron los cuadernos, que generaron más incertidumbre y volatilidad”. Según sus números, además, Cristina subió dos puntos desde que salieron a la luz los cuadernos Gloria más importantes de la Historia.

“Ojalá estemos cerca del final de la crisis cambiaria y confianza, pero recién estamos arrancando la crisis política, que se puede agravar”, dijo. Para eso, es clave reestablecer la confianza en los mercados (“y dejar de correrla de atrás”), procurar que no se traslade a una corrida cambiaria, evitar que se descontrole la calle, ponerle un piso a la caída en las encuestas y fortalecer Cambiemos. “¿Qué hubiera pasado si el fin de semana Lilita o los radicales pegaban el portazo?”, ejemplificó.

“El Gobierno tiene que superar estas tres semanas”, dijo y puso como mojones la calma cambiaria, el arreglo con el FMI y la aprobación, por lo menos entre Macri y los gobernadores, del Presupuesto 2019. Más allá de ese panorama desafiante y temerario, Cambiemos aún mantiene una intención de voto de 37% versus 27 del kirchnerismo. “Su núcleo duro seguía firme”, dijo. “Si en 2019 compiten Cambiemos y el kirchnerismo, el Gobierno no necesitará mucho para ganar”, concluyó.

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