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¿Bajará 10 puntos la inflación en 2019, como dijo Macri?

En medio del desafío de no excederse del 32% en 2018, el objetivo de 2019 también está difícil

30 julio de 2018

Por J. Manuel Antonietta

“Por más que no haya sido tan fácil contener la inflación, sigue siendo una absoluta prioridad. Va a bajar más de diez puntos el año que viene y estaremos cerca de un dígito en el próximo año”, había indicado Mauricio Macri en la conferencia de prensa en la que explicó que “estamos enfrentando una tormenta”.

La inflación, que a principios de 2018 el BCRA proyectaba en 17% y las consultoras en el orden del 22%, se disparó por la crisis cambiaria (antes se había disparado, pero menos, por el 28-D). Ahora, acuerdo Stand-By con el FMI mediante, la banda interna superior -la que de superarse obliga a discutir con el staff la respuesta de política- es de 29% y la banda superior externa -la que obligaría a renegociar con el board del FMI- de 32%.

En este contexto, desde el Gobierno saben que la clave está en no superar ese 32% para no tener que dialogar con el temible board y, eventualmente, ajustar aún más el torniquete monetario. La caída de 19% nominal en los subsidios económicos en el acumulado hasta mayo se revirtió en junio, producto de la corrida cambiaria, y ya se ubica 8,2% más alto que en 2018, lo que empieza a despertar la necesidad de ajustes tarifarios por parte del Gobierno.

En ese sentido, el Ministerio de Transporte anunció el viernes aumentos a los que se le sumarían posiblemente en los próximos días otros desde el Ministerio de Energía, para que no quede un atraso tarifario muy significativo en 2019. El incremento de las tarifas y el impacto de la suba del dólar impactarán en la inflación de 2018 y, aun así, para los analistas, el 32% sería alcanzable.

Menos diez

Con las cuestiones tarifarias y cambiarias jugadas, la principal (y única) ancla de 2018 es la salarial. Así, el piso de inflación que quede para 2019 será clave para saber si será cumplible la banda externa acordada con el FMI de 21% para 2019 y la reducción de 10 puntos señalada por Macri o si el Gobierno pecará de su principal defecto, nuevamente. “El exceso de optimismo”, en palabras del propio Presidente.

Desde la consultora Ecolatina, Matías Rajnerman, considera que es esperable que el año que viene se reduzca significativamente la inflación aunque en 2018, producto de la corrida cambiaria, traspasará el 30%. “En este marco, el 21% de cota superior para 2019 parece ambicioso, no luce asegurado, sino más bien teñido por un manto de duda”, opinó.

En diálogo con El Economista, Gabriel Caamaño Gómez (Consultora Ledesma) cree que si el partido de 2018 termina bien habrá tres claves para que la inflación baje 10 puntos. “La implementación de la política monetaria, que luego del evento por Balanza de Pagos viene muy aplicada; que continúe su sendero la política fiscal y que no se retrasen los ajustes tarifarios en el segundo semestre”, explicó.

“Dudo que el Gobierno llegue a la cota de 21% porque las tensiones cambiarias van a seguir presentes y no hay mucho espacio para atrasar vía venta de dólares porque eso lo limita el acuerdo FMI por las metas de reservas o las tarifas, por la necesidad de cumplir con metas fiscales”, opinó, más pesimista, Martín Alfie de la consultora Radar.

Los mecanismos

"En un escenario optimista en el que no vuelva a haber un salto cambiario, el dólar acumulará un alza en torno al 70% en 2018 y si el año que viene no está el 'motor-dólar', un factor muy importante se enfriará”, explicó Rajnerman y agregó que “también las menores paritarias firmadas en 2018 atenuarán las presiones por el lado salarial en el primer trimestre del 2019”. Para el economista de Ecolatina, otro factor que puede pesar (y no sería descabellado que ocurra) en 2019 sería un posible atraso de las tarifas si se realizan la mayoría de las correcciones en el último trimestre de 2018.

Según Alfie, todo está supeditado a la cuestión cambiaria. “Si efectivamente se estabiliza y hay cierto reingreso de capitales, podría llegar a haber una estabilidad del tipo de cambio que ayude a la baja de inflación vía atraso e impacte indirectamente en tema tarifas, que es el otro punto clave”, opinó el economista en jefe de Radar.

Desde otra óptica, Caamaño cree que en un esquema de agregados, sin financiamiento monetario al Tesoro, directo o indirecto, el financiamiento del déficit fiscal (en cierre progresivo) implicará un tipo de cambio nominal acotado. “En un contexto donde el Gobierno está intentando estabilizar, esto llevará a una apreciación real y ese será uno de los principales mecanismos de transmisión”, explicó y concluyó que también “el menor ajuste remanente de precios relativos y tasas de interés positivas en términos reales aportarán en ese sentido”.

Respecto del posible impacto de la merma de la actividad en la inflación, según Rajnerman la demanda anémica podrá ayudar a no convalidar subas de precios, pero no será un factor clave para la desinflación. “Considerando 'la maldición de los años pares', según la cual en los períodos no electorales se aceleró la suba de precios y cayó la actividad, la correlación demanda-inflación no pareciera ser tan lineal en la Argentina”, opinó y concluyó que “el principal impulsor de los precios serían los factores de costos y, puntualmente, dólar y tarifas”.

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