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Vamos a flotar mi amor

Luego de un mes de pánico y euforia, el Gobierno ya jugó todas sus cartas, no hay mucho más por hacer y necesitamos que el mundo nos tire un centro

13 junio de 2018

Por Diego Falcone Head Portfolio Manager de Cohen

A días del comienzo del Mundial, la crisis se resiste a quedar atrás. Lucen viejas ya aquellas imágenes captadas por la militancia Nac&Pop en Ezeiza cuando una larga fila de camiones de caudales esperaban en la plataforma del aeropuerto. “¡Fuga de capitales!” se leyó en las redes aunque la realidad fuera más simple: lo que un día vino hacer carry trade, al otro se tuvo que ir porque las comodidades que brindaba la bóveda del BCRA no justificaban el riesgo asumido (el viejo juego entre codicia y miedo). Pensemos que a $20,25 (precio de cierre del 25/4) el dólar era un regalo y los inversores, en un contexto en el cual todas la monedas emergentes devaluaban, no lo dudaron: nos vamos para casa y si es en un Boeing 777-300ER de American Airlines, mejor.

Para no “regalar” más reservas, Federico Sturzenegger subió la tasa de 27,25% a 40% en tres oportunidades (27/4, 3/5 y 4/5), pero el dólar no cedió y superó la barrera de $23 (precio que muchos estimábamos que recién se alcanzaría en diciembre).

La suba de la tasa de interés y la flotación (hacia arriba) del dólar fue como una “doble Nelson” para los inversores minoristas: por un lado, veían como sus fondos de inversión de Lebac acumulaban varios días de rendimientos negativos mientras que, por el otro, el dólar seguía su escalada. Fue demasiado para el que recién se iniciaba en el mundo de las inversiones en pesos. Por eso entre el 25/4 y el 16/5 tuvimos una salida de más de $92.000 millones de los fondos comunes. Fue un “sálvese quien pueda”.

El climax se alcanzó el viernes 11/5 (el viernes negro) cuando, sin la presencia del BCRA en las pantallas, las Lebac se llegaron a operar a tasas del 100% anual y el dólar superar $24 (aunque cerró abajo). El resultado del “dejar hacer” de la autoridad monetaria fue de manual: pánico.

Pánico a la euforia

El lunes siguiente (14/5) y por razones que nunca sabremos (usted elije: hubo un retiro espiritual con lectura obligada de Osho o bien llovieron mensajitos de WhatsApp de varios banqueros del estilo “nos vamos a la B, ¡hagan algo!”), los funcionarios del BCRA decidieron jugar fuerte: pusieron a disposición del público US$ 5.000 millones a $25. Una respuesta sensata.

El resto es historia. Vino el súager de Cohen permartes y Luis Caputo, patrono de la deuda argentina, se coronó como héroe al colocar casi US$ 3.000 millones de bonos en pesos entre viejos conocidos de la casa. ¿Qué tal? Un cierre a toda orquesta, diría, de euforia.

No hay verdes

El acuerdo por US$ 50.000 millones con el FMI (7/6), gran logro de Nicolás Dujovne, trajo otra vez la eterna discusión a la mesa de los argentinos (desde la de los bares hasta las de dinero). ¿Debe flotar el dólar? No importa cuál sea su postura, luego dos días de flotación, el lunes el billete cerró en $26 y, por eso, ayer, el BCRA tuvo que salir a ponerle el pecho. ¿Qué es lo que pasa? No hay vendedores. El campo cree que deber esperar una nueva suba para vender mientras, cada mes que pasa, se ahorra 0,5% (por la baja de las retenciones). Pura lógica. Los inversores internacionales que venían a hacer carry trade, ahora pasan de largo porque todavía hay mucho miedo hacia los mercados emergentes (por una guerra comercial, el superdólar o bien una tasa de interés por las nubes). La inversión real que llega a Vaca Muerta no alcanza y a las empresas argentinas que venían tomando deuda en dólares para invertir también se les complica. En definitiva, no hay verdes salvo por los que pueda aportar el Tesoro o el BCRA.

Del otro lado del mostrador

Visto el panorama de la oferta de dólares, la bala de plata que le queda al Gobierno es como administre Caputo los US$ 15.000 millones que nos va a dar el FMI en breve. Estamos hablando de alguien que en menos de dos años pasó de ser un ignoto para la gran mayoría, al Lionel Messi de las finanzas. ¿A qué precio venderá los verdes del FMI? ¿A $27, $28 o a $30? Quién sabe. La cuestión es que no podrían estar en manos más expertas.

La conclusión luego de un mes de pánico y euforia es que el Gobierno ya jugó todas sus cartas. Si bien resta mejorar la comunicación, no hay mucho más por hacer, porque para salir de esta situación dependemos de que el mundo nos tire un centro. Pero se viene el Mundial y todo es posible: hasta que el “Chiqui” Tapia termine poniéndole la medalla dorada en el pecho al mejor jugador del mundo: Maxi Meza. ¡Vamos Independiente! No vamos a traer la copa si no hay un gol rojo en la final.

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