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Macri se despertó y puso a “Sturze” de nuevo al frente de la política monetaria, mandó a sus diputados aprobar la Ley del Mercado de Capitales y a sus ministros a negociar con el FMI

09 mayo de 2018

Por Diego Falcone Head Portfolio Manager de Cohen

A fines de abril, la primavera boreal todavía no se instaló del todo en las amplias avenidas que cruzan Washington y, por eso, cualquier viento frío puede tomar desprevenido a nuestro ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quien estuvo de visita para participar de las conferencias del FMI.

Por esos días el dólar seguía planchado en $20 y, con la tranquilidad que da un tipo de cambio casi fijo, nuestro ministro planificó su próximo viaje a París porque EE.UU. será la tierra del iPhone, las hamburguesas Shake Shack y Gap, pero Europa es casa, es donde juega Lio Messi y donde se puede pedir un café sin que te lo sirvan tamaño balde.

El ministro se imaginó que el gradualismo se luciría en sus presentaciones ante otros funcionarios públicos y todo sería como en un sueño. Con el gradualismo, Cambiemos había encontrado la tercera vía entre el ajuste tipo shock y el siga-siga populista, al igual que Juan D. Perón en 1945 cuando se proclamó “ni yankee ni marxista, peronista”.

El gradualismo (hasta el viernes pasado) era una creación que buscaba un padre, como la convertibilidad y Domingo Cavallo y allí aparecía en escena nuestro querido Nicolás Dujovne que usaría la oportunidad para promover ese invento argentino y retirarse, en un futuro no muy lejano, como consultor internacional. Era todo alegría hasta que una tarde en París, mientras degustaba un croissant y se preparaba para deslumbra a la OCDE (algo así como la Superliga, pero de naciones), le avisaron que volviera a Buenos Aires porque el BCRA había perdido US$1.500 millones por aplicar su plan monetario y por haber corrido a Federico Sturzzeneger del centro del ring. A su regreso, no pudo aguantar ni un round y tuvo que tirar la toalla. El viernes 4, el BCRA subía al ring y se paraba de manos ante un mercado que ya había sacado en camilla el día anterior al resto del “equipo económico” (Luis Caputo y Marcos Peña).

“Sturze” recargado

El presidente del BCRA, Federico Sturzenegger, se subió al ring como Axel Rose en el disco “Use Your Illusion II” (“Get in the Ring”) y le encajó un cross de derecha a la tibieza reinante y puso la tasa al 40%. Pero no satisfecho, mandó al frente a los ministros de Hacienda y Finanzas para que expliquen el quilombo que armaron con tanto gradualismo fiscal y les sugirió que se pusieran los pantalones largos del ajuste (no sé cuán largos, pero al menos pasamos de unos cortos Adidas ochentosos a unas bermudas hipster) y por eso el anuncio de una rebaja extra del 0,5% en el déficit (de 3,2% a 2,7% en términos del PIB). Mientras tanto, el mercado se movió decidido a buscar sangre en otro lado y fue a ensañarse con los bonos y las acciones.

Los bonos siguen cayendo como moscas (el de cien años vale US$ 85 y rinde por encima del 8% anual) e incluso aquellos considerados como refugio como el Bonar 2024, cuyo tasa de retorno supera el 6%, hoy ya rinden una locura. No hay una única explicación porque los mercados no son mecanismos exactos, pero son muy precisos para mandar mensajes y el resumen de estas semanas es que se acabó el tiempo para ser gradual. Pero las cosas podrían ser mucho peor, porque sin la genialidad de Luis Caputo, quien jugando de 10, logró meter la pelota justo antes del cierre de los centrales rivales y la clavó en el ángulo al traer US$ 9.000 millones en enero. Si no fuera por eso, hoy nadie pegaría un ojo en la Casa Rosada. Zafamos (por ahora).

La buena noticia es que Mauricio Macri se despertó y puso a “Sturze” de nuevo al frente de la política monetaria, mandó a sus diputados aprobar la Ley del Mercado de Capitales y a sus ministros a negociar con el FMI. Por ahora, por cómo reaccionaron los mercados, la respuesta del Gobierno no parece ser suficiente. La mala es que, a esta altura, tal vez mucho más no se pueda hacer.

La doble Nelson

Por estas horas, Macri debe estar preguntando cuando va a parar de llover (mala noticia). Lamentablemente, las posibilidades de acertar son para una economista similares a las de un meteorólogo, es decir, muy bajas. ¿Por qué? Porque son muchas las variables en juego. Para empezar, Europa debería crecer un poco más para que la reciente fortaleza del dólar frente al euro afloje y ponga fin al ciclo de revalorización de la moneda americana (y esto ayude a recomponer la demanda de activos emergentes). También sería beneficioso para nosotros que los próximos indicadores adelantados de actividad en EE.UU. muestren cierto agotamiento luego del fuerte impulso que le diera el recorte de impuestos de Donald J. Trump.

En definitiva, si superdólar afloja y la tasa del bono a diez años no se aventura mucho más allá del 3%, entonces y sólo entonces, podríamos llegar a tener un Mundial en paz. También seria de ayuda que acá no hiciéramos más lío, como pidió el papa Francisco.

Pero para que nuestro ministro vuelva a viajar por el mundo con sus “power points”, alguien debería aconsejarle que no pida más té con alfajores de arroz y haga como los ministros de antes que te pedían un café con leche para mojar las medialunas sin ningún tipo de pudor y a la vista de todos. Porque, por más corrección política y slim fit, esto sigue siendo Argentina. Nunca se lo olviden.

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