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Tasas-gate: ya preocupa en el exterior la falta de independencia del BCRA

El giro que tuvo que dar Sturzenegger empezó a generar una ola de cuestionamientos desde el exterior

26 enero de 2018

Por Leandro Gabin

Ya no es un secreto a voces. El giro de 180 grados que tuvo que dar Federico Sturzenegger por el nivel de tasas empezó a generar una ola de rumores y cuestionamientos desde el exterior. Más precisamente, entre los bancos y fondos internacionales, quienes están viendo temerosos un revival de viejas épocas: la injerencia del Estado en el BCRA. Diversos bancos locales cuyas casas matrices están afuera confirmaron el reinante malhumor. “En el exterior nos empiezan a preguntar por la independencia del BCRA. Y eso les preocupa porque saben la historia argentina donde el Ejecutivo empezó a meterse y luego terminó mal”, reseñaron desde una entidad que recibió llamados desde el exterior.

Las formas

“A los de afuera no les importa si Sturzenegger baja la tasa, o si termina cumpliendo con la meta o no. Lo que mira es la forma. Y en este caso que la decisión haya corrido por parte de la política es lo que les preocupa”, confirmaban desde otra entidad internacional que opera en la plaza local y que tuvo varias consultas desde su casa matriz e inversores extranjeros. La lógica que aplican no es descabellada: si las decisiones acerca de la política monetaria la toman en Balcarce 50 en lugar de Reconquista 266, la ecuación para el inversor es otra. Por eso sucedió esta abrupta suba del dólar hasta rozar los $20, debido a que los que pagaban para irse eran los inversores de afuera. Y nadie quería volver. Léase, había fuga de dólares y del otro lado no aparecería la oferta que sustente esa huida.

“No es tan grave como para decir que a uno lo llaman todos los días de afuera preocupados, pero sí lo perciben tal como lo percibimos acá. Que el BCRA dejó un poco de lado la función de minimizar la inflación y le presta más atención al corto plazo de la economía real. Esto consolida más la idea de un dólar más alto, menores tasas y un poco más de inflación aceptada. Pero, sí, el BCRA se percibe menos independiente después de la baja de tasas”, sumó el director de un fondo local, ex Wall Street, que suele ser muy consultado por inversores extranjeros.

Lo cierto es que la credibilidad del BCRA quedó maltrecha. La última conferencia de prensa que brindaron, el lunes, solo sirvió para reforzar la idea de que el Central hará lo que decida Jefatura de Gabinete y el ministerio de Hacienda. Fueron insólitas las explicaciones de Sturzenegger acerca de su optimismo con la inflación para este año. Desplegó una batería de datos, aleatorios, donde mostraba que el punto de partida (este año) era mejor que en 2017. Pero nada dijo acerca de su giro discursivo. Antes de la intervención, en cuanto foro lo invitaban, enviaba el mensaje de que la mano dura contra la inflación duraría todo el verano. Recalcaba que no iba a cometer el mismo error que en el verano pasado, cuando bajó las tasas anticipadamente sepultando las metas de ese año. Pero esgrimió un pobre argumento para explicar que este año, a pesar de relajar ya las tasas 150 puntos básicos en enero (cuando la inflación marcha al 2% anual y febrero estaría en torno al 2,5%) la historia será distinta. Por lo pronto, las expectativas de inflación para este año rondan el 20%, ya a cinco puntos de la “nueva” meta. Credit Suisse, en un comentario a la agencia Bloomberg, calificó de “difícil de justificar” la baja de tasas que efectuó el BCRA el martes. Y desde XP Securities, un banco de inversión ultra optimista con la Argentina, se despecharon también con críticas: “Consideramos que le han producido un daño a la credibilidad del BCRA en las últimas semanas. Y creemos que golpe que ha tenido la credibilidad del Central reducirá la fortaleza sobre las expectativas que tenía el mercado hacia adelante”. Todo dicho.

Lo que sigue para Sturzenegger, de ahora en más, es un enigma. Se arriesga a perder más credibilidad si la inflación pone en ridícula su reducción temprana de tasas. Pero, se sabe, el número uno del BCRA es un militante del macrismo de hace rato. No llegó a la entidad proveniente de un claustro académico o de un banco de inversión internacional, sino de la Cámara Baja representando al PRO. Antes de eso, comandó el Banco Ciudad con el mandato de Macri (por entonces Jefe de Gobierno porteño) de sumar negocios y hacerle ganar plata al banco (algo distinto a la gestión de Alejandro Henke). Esto significa que “Federico es un cuadro político de Cambiemos”, tal como reseñó una fuente oficial.

Macri en Davos

El mismo Mauricio Macri tuvo que darle un respaldo en público desde el Foro Económico Mundial en Davos. El presidente admitió que “en Argentina estamos todos bajo una enorme presión, queremos crecer más rápido, reducir la pobreza rápido. El BCRA trabaja con absoluta independencia, con las metas del Ejecutivo”.

Y afirmó que “el Poder Ejecutivo tiene que lograr que se cumplan y ellos (por el Central) manejarán la política monetaria según vean que la inflación baja o no, y adaptarán la política monetaria. Porque también es una prioridad bajar la inflación, porque está logrando bajar la pobreza, porque está ligado a generar trabajo y a la productividad”, dijo Macri, dando por terminado el rumor acerca de su otrora funcionario favorito.

La película no es tan clara para el “dream team” que se formó en Reconquista 266. Excepto Lucas Llach, otro que viene del palo de la política (fue candidato a vice de Ernesto Sanz por el radicalismo), la mesa chica son todos técnicos provenientes del sector privado: el vice segundo Demian Reidel es un ex Wall Street (ganó millones cuando vendió su participación en el fondo QFR Capital Management en Nueva York), Mariano Flores Vidal venía de un fructífero paso por Reuters como Director para Sudamérica y Head de M&A para América Latina e Iberia (si bien fue la mano derecha de Sturzenegger en el Banco Ciudad) y Agustín Collazo (lo trajeron de Morgan Stanley). “Ellos no deben estar tan cómodos. No son Federico que entiende la cuestión política y está jugado a Mauricio. Alguno se debe estar agarrando la cabeza pensando para qué volví”, decía un observador de lo que pasa en los pasillos de Reconquista 266.

¿Nuevo modelo?

Sea como fuere, lo cierto es el Gobierno está yendo a una dinámica donde permite más inflación a cambio de mayor crecimiento. De ahí el conflicto con el nivel de tasas y la necesidad oficial de que la economía (supuestamente) repunte de la mano de un dólar más competitivo (hay que ver el impacto en precios que puede dinamitar la suba nominal) y tasas más bajas (que fomentan más el crédito). El temor del macrismo ahora es el que tenía, irónicamente, el kirchnerismo: preferible más inflación que la paz de los cementerios. Ese era el slogan K que parece haber calado hondo en el Gobierno de Macri.

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