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La política exterior de Cambiemos

Si bien la estrategia internacional de Cambiemos es correcta, aún no tiene logros concretos para mostrar y no tiene su propio “Metrobus” global...pero podría estar cerca

22 enero de 2018

Por Francisco de Santibañes Especialista en relaciones internacionales

Esta semana, el presiente Mauricio Macri comienza una gira internacional que lo llevará a Rusia, Francia y Suiza. ¿En qué contexto se da este viaje?

Los dos primeros años del Gobierno de Cambiemos pueden considerarse, en lo que se refiere a su política exterior, un éxito. Argentina logró “insertarse en el mundo”, paso necesario para incrementar el intercambio comercial y facilitar la llegada de las inversiones que el país necesita para desarrollarse.

El Gobierno supo adaptarse a un contexto internacional en donde la distribución de poder difería de la que prevaleció durante los años inmediatamente posteriores al fin de la Guerra Fría. Comprendió que era posible mantener una agenda constructiva con prácticamente todas las naciones.  Fue entonces posible mejorar las relaciones con nuestros vecinos, con Estados Unidos y con los miembros de la Unión Europea sin que por ello tuviésemos que enemistarnos con Rusia o China (país clave debido a su importancia económica).

Si bien la estrategia adoptada por Argentina ha sido la correcta, el Gobierno aún no tiene logros concretos para mostrar. La política exterior de Cambiemos no tiene su propio “Metrobus”.

El Gobierno está, entonces, a la búsqueda de un primer gran éxito.  Existen en este sentido tres oportunidades que, de alcanzarse, serían sumamente positivas.

La primera consiste en la firma de un tratado de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. Este acuerdo facilitaría la modernización de un sector privado que, luego de años de proteccionismo y falta de reglas de juego claras, ha perdido competitividad. El tener que competir con la Unión Europea no sólo bajaría los precios de los productos y los servicios a los que acceden los consumidores argentinos sino que también abarataría muchos de los insumos que nuestros empresarios necesitan para producir.

El acuerdo también les daría a los exportadores argentinos acceso preferencial a los mercados europeos y, al brindar mayor certidumbre respecto al grado de apertura que tendrá la economía, facilitará la llegada de inversiones.

El acceso de la Argentina a la OCDE representa otra gran oportunidad ya que significaría la adopción de las mejores prácticas internacionales. En efecto, además de brindar prestigio internacional, ser miembro de la OCDE implica adoptar una serie de normas que, entre otros objetivos, busca desincentivar la corrupción, promover la educación de calidad e impulsar la eficiencia del sector público.

Vista desde la perspectiva de las oportunidades ya mencionadas, el encuentro de Macri con el Emmanuel Macron en Parías tiene gran relevancia. Francia no solamente es el país que lidera dentro de la Unión Europea la resistencia a la firma de un tratado de libre comercio con el Mercosur, sino que es un actor clave a la hora de dar luz verde a la entrada de Argentina a la OCDE.  Por lo tanto, llegar a algún tipo de entendimiento con su gobierno debe ser considerado una prioridad.

Por último, el actual contexto latinoamericano nos brinda la posibilidad de ganar influencia política. La profunda crisis por la que atraviesa Brasil -sumada a la incertidumbre que genera la posible vuelta al poder de Lula- y los inconvenientes domésticos e internacionales que enfrenta México nos han posicionado como un socio atractivo para varios estados, y en especial para Estados Unidos.

Es en parte por esto que tanto la administración de Barack Obama como la de Donald Trump han dado claras señales de su deseo por fortalecer las relaciones con la Argentina. Recordemos en este sentido el apoyo que Estados Unidos nos ha brindado en las negociaciones para el acceso a la OCDE y la colaboración que hemos recibido de las FF.AA. estadounidenses en la búsqueda del ARA San Juan. Washington nos ha llamado, asimismo, a asumir un mayor liderazgo regional.

¿Más allá del mejor posicionamiento de Argentina en la región, cómo podríamos sacarle frutos a nuestra relación con Estados Unidos? En primer lugar, la agenda con la Casa Blanca debe salirse de la coyuntura y focalizarse en el largo plazo.  Si bien esto resulta difícil, debido a la presión que nuestros funcionarios sienten por revertir el creciente déficit comercial, el interés argentino reside principalmente en fortalecer las relaciones en el plano político, en luchar contra el narcotráfico y en alcanzar un alto grado de colaboración en el sector energético.

Es sabido que Vaca Muerta es uno de los principales activos con los que cuenta nuestro país. Y es en Estados Unidos en donde surgieron las tecnologías necesarias para explotar el petróleo y el gas no convencionales. Gracias al shale, en los últimos ocho años este país no sólo ha logrado duplicar su producción de petróleo sino que está en vías de convertirse en el principal productor del planeta.

En definitiva, para desarrollar Vaca Muerta necesitamos del ecosistema de empresas estadounidenses que dominan la industria del petróleo y del gas no convencionales. Es por este motivo que quizás la mayor oportunidad que se nos presente con Estados Unidos consista en firmar un acuerdo que facilite la llegada de inversiones a Vaca Muerta. El hecho que el embajador propuesto por Trump provenga de Texas -una de las cunas del shale- debe ser interpretado como una señal alentadora.

En 2018, Argentina presidirá el G20. Esta plataforma seguramente nos servirá para avanzar nuestra agenda internacional. Para esto deberemos evitar, por tomar un caso, temas que nos alejen de Washington pero al mismo tiempo tendremos que alentar el fortalecimiento de un sistema multilateral que favorece a países de peso medio como es el nuestro.

Efectivamente, el éxito o el fracaso de la política exterior de Cambiemos dependerá de la capacidad que tenga el Gobierno para alcanzar un equilibrio entre las posiciones que adopten aquellos países que necesitamos para alcanzar el desarrollo. Esta es una estrategia que puede sonar fácil, pero ciertamente no lo es.

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