En pocos días, finalmente, Donald Trump anunciará a quien propondrá para presidir la Reserva Federal a partir de febrero. Todo el proceso se parece a un reality que poco tiene que ver con lo que ocurrió en ocasiones anteriores cuando la cuestión se manejó más discretamente. Pero ahora las cosas cambiaron en Washington y la sucesión de la Fed no podía estar al margen del nuevo estilo. Hace semanas que se viene especulando sobre quien será el elegido, ya que con Trump dio señales de apoyo a todos los integrantes de una lista que llegó a tener cinco anotados.
Sobre el cierre de la semana pasada, Jerome Powell parecía ser el elegido quedando relegado al segundo lugar John Taylor y dejando a Janet Yellen en el tercer puesto. Powell que en la actualidad es uno de los gobernadores de la Fed está de acuerdo con la política monetaria seguida en los últimos años pero entiende que debe haber menos regulaciones en el sistema financiero, lo que lo acerca al credo republicano.
La nominación de Taylor sería un cambio muy drástico y su política en caso de aplicarse la epónima regla Taylor podría llevar a una tasa de interés más alta, que no es lo que quiere Trump. En otro contexto político, no habría razones económicas para que el Presidente no le ofrezca otro mandato a Yellen cuyo desempeño fue positivo, cualquier sea el indicador que se tome. Pero el escenario es otro y Powell ofrece una buena síntesis para los objetivos de la Casa Blanca. Por un lado, asegura la continuidad de una política monetaria que ha dado muy buenos resultados, y por otro, le permite a Trump una salida política porque no quiere nombrar a una persona como Yellen que es demócrata y que fue propuesta para el cargo por Barack Obama. En el mercado se descuenta que la designación de Powell es inminente aunque no faltan los que apuestan a un gesto de sensatez a último momento.
