El Economista - 70 años
Versión digital

vie 19 Abr

BUE 17°C

Sobre los costos de la inflación (reloaded)

El problema principal que enfrentan hoy las autoridades es, sin dudas, el trade-off (intercambio) entre inflación y desempleo

25 abril de 2017

En un post reciente, Martín Tetaz advierte sobre los costos de la inflación. Podemos resumir sus puntos en los siguientes:

La inflación complica y limita la política económica

La inflación reduce el ahorro en pesos

La inflación afecta negativamente la inversión de mediano y largo plazos

La inflación distorsiona los precios relativos

La inflación fomenta la concen tración en las decisiones de precios

La lista no es exhaustiva. La teoría usual se centra en los “costos de suela de zapatos”, es decir, en los viajes del público al banco para retirar más veces efectivo y evitar perder manteniendo demasiado dinero en el bolsillo (lo que los economistas llamamos demanda de dinero). Otro aspecto ausente son los efectos distributivos de la inflación: los más pobres suelen tener una mayor demanda de dinero en proporción a sus ingresos. Algunos puntos de la lista parecen depender más de la volatilidad de la inflación que de la inflación en sí. Si todos los ajustes nominales fueran idénticos y sincronizados, no se producirían mayores distorsiones reales, ni tampoco se verían afectados decisivamente los ánimos de invertir. Por ejemplo, una economía con una inflación promedio de 8% que pasa inesperadamente de 0% a 16% y de vuelta a 0% podría funcionar peor que una con una inflación constante de 10% anual.

Pero la salvedad mayor para hacer sobre el artículo de Tetaz es que desvía la atención respecto del problema principal que enfrentan hoy las autoridades, que es el trade-off (intercambio) entre inflación y desempleo. Como para desinflar la economía la actividad casi siempre sufre, centrarse únicamente en las desventajas de la inflación es sesgado. La inflación tiene costos, pero el desempleo también los tiene. Una nota que se concentrara en las 12 consecuencias nefastas de la desocupación, la recesión y la pobreza sería de seguro mucho más explícita y dramática. Todos queremos ser ricos y sanos en lugar de pobres y enfermos, pero normalmente éstas no son las opciones disponibles.

De todos modos, Tetaz hace un buen trabajo en identificar algunos costos de la inflación porque, a diferencia de los costos del desempleo, los primeros no siempre son transparentes. Uno especialmente relevante, al que el autor no se refiere directamente, es que la inercia inflacionaria restringe el uso de la devaluación como política para estimular la competitividad. Hoy en Argentina cada devaluación ocasiona una suba de precios casi equivalente, y en lugar de una mejora cambiaria tiende a provocar recesión, y una caída del salario real y del empleo.

Aun cuando algunos economistas insisten en que el intercambio entre inflación y desempleo no existe, lo cierto es que el propio BCRA lo reconoce implícitamente al establecer una meta convergente progresiva. Lo hace porque sabe que eliminar de cuajo la inflación tiene costos sobre la actividad económica. Si esto no fuera así y la inflación fuera tan dañina como dicen, ¿por qué no ir por todo y proponer una meta de 0%?

La inflación no es algo bueno, de seguro, pero asignarle únicamente males es engañarse un poco a sí mismo. Cuando la economía florece, la inflación puede acelerarse y dar la sensación de ser un daño colateral menor. Pero cuando apelar a la inflación para sostener la actividad se vuelve una adicción y aparecen los problemas, la estabilización posterior se vuelve costosa. Durante el proceso inicial de reducción de la inflación, los costos sobre la actividad suelen trepar por encima de los beneficios, que solo aparecen indirectamente y con el paso del tiempo. Que la inflación sea nociva no significa que la transición para abatirla sea un camino de rosas.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés