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Un blanqueo ambicioso para concretar expectativas

El proyecto (al cierre de esta edición se estaban puliendo los últimos detalles en la Casa Rosada) es una parte central del “big push” que pergeña el Gobierno para animar la economía y evitar quedar en off-side si sus optimistas augurios no se cumplen en el 2° semestre.

27 mayo de 2016

El blanqueo que anunciaría hoy el Gobierno tiene como objetivo central apuntalar las expectativas de crecimiento de la alicaída economía y concretar las expectativas que el propio oficialismo ha colocado en el semestre más famoso de los últimos años y, además, ofrecerle un aporte a las maltrechas cuentas públicas a través de una mayor tributación que permita mantener la gradualidad del plan fiscal y evitar tener que ajustar. El Gobierno buscará presentarlo como una “transparencia” de una economía con altas dosis de informalidad y un cambio rotundo en la cultura tributaria. Un punto de inflexión.

El proyecto, que al cierre de esta edición estaba siendo trabajado en los despachos de la Casa Rosada, es una parte central del “big push” que pergeña el Gobierno para animar la economía y evitar quedar en un incómodo off-side si esos promisorios augurios no se cumplen. La necesidad, dice la frase, tiene cara de hereje y el oficialismo debió volver sobre sus pasos, una secuencia que seguramente sea señalada por los opositores en las próximas semanas.

“Es un proyecto ambicioso y expansivo”, así lo define el economista Hernán Hirsch. Uno de los vehículos elegidos serían los jubilados, cuya propensión a consumir es muy elevada: cada peso adicional que reciben se vuelca al circuito de consumo. “La inyección de pesos en manos de los jubilados podría ser muy significativa, produciendo un efecto expansivo en cuotas en el tiempo, si son ciertas las cifras que trascienden. A priori, se estima una inyección de pesos y un costo fiscal total de $220.000 M para la Anses, producto de la recomposición de haberes, y el pago de sentencias (sin quita) y demandas judiciales (con quitas)”, plantea Hirsch.

El proyecto, al que accedió El Economista, plantea en su primer artículo que los fondos que suscriban al “Bono Argentino del Bicentenario (BAB)” podrán ser destinados:

Al pago de acreedores extranjeros que no hubieran ingresado a los canjes por reestructuración de la deuda pública en los años 2005 y 2010, y quedaran pendientes de los acuerdos que fueran aprobados por Ley 27.249.

A la obtención de fondos para la restitución a las provincias y la Ciudad de Buenos Aires, del 15% retenido de la coparticipación federal como aportes a la Anses y del 1,5% con destino a la AFIP.

Al financiamiento de un cambio amplio y moderno del sistema tributario nacional y de su coparticipación federal con las provincias y la Ciudad de Buenos Aires.

Para la financiación del “Plan Belgrano” de infraestructura en las provincias del Norte Argentino.

Para la financiación del rescate de los bonos atados al PBI (que se espera crezcan fuertemente en futuros no tan lejano y sea una verdadera carga hasta el año 2033).

Para la financiación de otros proyectos específicos que sean de especial interés para el Estado Nacional y las Provincias.

¿Será diferente?

Ese es el plan, aunque la historia local es rica en blanqueos fallidos o que, cuando menos, no cumplieron las expectativas. Pero esta vez, dicen, podría ser distinto pues la oportunidad está del lado del Gobierno por estos días. “El momento es oportuno porque se da justo cuando se está gestando un nuevo orden mundial: de a poco, la banca internacional está rechazando cuentas que no pagan impuestos en su país de origen. Los sistemas de información cruzados entre agencias fiscales de distintos países están en marcha. Puede tardar más o menos tiempo, pero el cruce de información fiscal es algo que parece irreversible”, dice Gustavo Neffa, socio y director de Research for Traders (RfT).

“El blanqueo de capitales apunta a ser exitoso (?) El diferencial entre el costo del blanqueo y la percepción de riesgo fiscal por tenencias de fondos 'en negro' en el exterior. Este spread implica un estímulo a blanquear. En la actualidad, la percepción de riesgo fiscal por tenencias de fondos 'en negro' en el exterior (excepto en EE.UU.) aumentó debido al cruzamiento de información entre la AFIP y las agencias del mundo, y a las restricciones que están aplicando los bancos del exterior a sus clientes con fondos 'no declarados'”, apunta, en la misma línea, Hirsch. “El entorno internacional ayuda e implícitamente insta a una mayor regularización”, complemente Zenón Biagosh, ex director del BCRA.

“Una encuesta que realicé arrojó como resultado más probable una exteriorización menor a US$ 20.000 millones, incluido lo que quedaría en cuentas del exterior. Nosotros estamos más optimistas al respecto y si los castigos no son excesivos podría alcanzarse el objetivo del Gobierno de entre US$ 50.000 y US$ 60.000 millones”, aporte Neffa y pone como ejemplo que “Chile, un país más chico que Argentina, recaudó US$ 20.000 el año pasado con un blanqueo con un castigo único del 8%”.

Un blanqueo exitoso será, imaginan en la Casa Rosada, un gran espaldarazo de confianza a la nueva política económica y, sobre todo, un suplemento financiero central para reactivar la economía y financiar el aumento del gasto público que requerirá. Por eso, varios consultores empiezan a tirar para arriba sus proyecciones de crecimiento para 2016. Pero, primero, el proyecto deberá pasar por el Congreso y recién después se verá si, efectivamente, esta vez será distinto.

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