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El desafío de volver a pensar en pesos

El Gobierno debe generar las condiciones para que la moneda local cumpla las tres funciones básicas del dinero

08 febrero de 2016

(Columna de Nery Persichini, economista)

Pobreza cero, derrotar al narcotráfico y unir a los argentinos. La terna de objetivos constituye el eje de gestión de Mauricio Macri en el largo plazo. Sin embargo, para garantizar el éxito económico, abatir la inflación y, de una vez por todas, subir el país al tren del desarrollo, el Gobierno tiene que recuperar al peso como moneda de referencia, plena en todas sus funciones. La profundización del mercado de valores puede ser una valiosa ayuda. El rumbo y el desafío En los últimos dos meses, la gestión de Macri ha avanzado en la dirección correcta para cumplir lo prometido en campaña. Pero si extendemos un poco más el horizonte, el desafío más titánico que debe afrontar es que los argentinos volvamos a pensar en pesos. Es decir, que la moneda local cumpla las tres funciones básicas del dinero: medio de cambio, unidad de cuenta y reserva de valor. De estos tres roles, el peso sólo cumple íntegramente con el primero. En el resto de los planos, el dólar tomó pleno control. Bienes valiosos como las propiedades se miden en billetes norteamericanos, y el resguardo de valor y ahorro, en términos generales, se realizan en dólares. ¿Qué es lo que explica que tengamos una moneda que cumple su trabajo a medias? La respuesta la encontramos en el aprendizaje ante la inestabilidad. La historia económica argentina fue implacable en la destrucción de valor. Asediada por la inflación, la moneda local perdió 13 ceros desde 1881 (Peso Moneda Nacional). Como resultado, la confianza en los billetes argentinos quedó severamente minada. De cara al futuro, la recuperación de la credibilidad en el peso se vuelve una cuestión mayúscula para combatir la inflación y dinamizar el ahorro y la inversión, prerrequisitos para embarcar al país en una senda sostenida de desarrollo. El peso tiene que reconquistar el rol protagónico en todas las funciones del dinero porque es un aspecto necesario para mantener a raya la evolución de los precios. Suele admitirse que la inflación es un fenómeno monetario. Pero lo cierto es que la cantidad de dinero no es el único factor en juego. En este contexto, tal y como se escucha por estos días, una disminución de la emisión para financiar el déficit fiscal es necesaria, pero no suficiente, para abatir la inflación en el largo plazo. Según la teoría cuantitativa, se cumple una igualdad entre el valor nominal de las transacciones y el dinero que circula en la economía. La ecuación tiene la siguiente forma: P*Q = M*V. En términos prácticos, P es el índice de precios, Q es el producto real, M es la cantidad nominal de dinero y V es la velocidad en la que cambian los billetes de mano. Del lado derecho, vemos que el movimiento del dinero depende tanto de M como de V. Ahora bien, el componente V tiene implicancias mucho más profundas porque también es la relación inversa de la demanda de dinero. Es decir, incorpora toda la estructura de preferencias e incentivos de los tenedores de pesos. Por esta razón, es un factor que se vuelve muy volátil en épocas de incertidumbre porque cuando la demanda de dinero se desploma, los pesos “queman” en la mano. En este sentido, la demanda de pesos ha estado cayendo sustancialmente en los últimos años ante la falta de incentivos concretos. Hasta hace dos meses, las colocaciones a plazo siempre rindieron por debajo de la inflación (tasa de interés real negativa). Ante este magro premio, los argentinos hemos encontrado formas sofisticadas de deshacernos de los pesos: el refugio en el dólar y el adelanto de consumo encabezan la lista de comportamientos adaptativos. Con esto presente, incentivar la demanda de pesos es crucial para que la inflación no tenga ese combustible natural. Los argentinos tenemos que elegir voluntariamente quedarnos con los pesos, ahorrarlos e invertirlos. La historia pasada no debería ser el componente más relevante para la toma de decisiones sino que, con los incentivos adecuados (y confianza en el plan de Gobierno), se podría inclinar la balanza en favor de posiciones en moneda local. Las herramientas Es en este punto cuando la profundización y ampliación del mercado de capitales podría ser de gran utilidad para reducir la velocidad de circulación con miras al largo plazo. Por una parte, la Bolsa ofrece un amplio abanico de alternativas para que los ahorristas vuelquen sus excedentes monetarios en busca de un retorno. Al otro lado del mostrador, ese ahorro se transforma en financiamiento e inversión para las empresas, que acceden a fondos frescos a un costo menor que en otros canales. Finalmente, volver a pensar en pesos será la clave que determinará gran parte del éxito macroeconómico en el largo plazo, al sacarle presión a la inflación y fomentar el ahorro y la inversión.

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